Opinión

En torno al capitalismo democrático

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Según el constitucionalista Alfonso Santiago luego de la caída de los regímenes marxistas en lo que hace a las relaciones entre política y religión, Occidente se enfrenta con tres desafíos principales: “El fundamentalismo islámico, el laicismo extremo y el grave problema interno de la falta de compromiso de algunos de los propios cristianos en su actuación pública como ciudadanos o gobernantes”.

Cuando el liberalismo económico parece que vuelve a estar en boga, tenía que dar un paso al frente algún “cristiano por el capitalismo”. El intento más serio en este sentido ha sido la obra de Michael Novak, El espíritu del capitalismo democrático.

Según Novak, el capitalismo democrático es la integración de tres sistemas: “Una economía prevalentemente de mercado; una forma de gobierno respetuosa con los derechos de la persona a la vida, a la libertad y a la búsqueda de la felicidad; y un sistema de instituciones culturales animadas por los ideales de libertad y justicia para todos”. Es decir, un sistema vigente en poco más de una veintena de países, casi todos en Europa Occidental y Norteamérica.

Si bien estos tres elementos son esenciales al capitalismo democrático, el que propiamente caracteriza a este sistema es el pluralismo ético-cultural: “Toda otra forma de sociedad aparecida en este mundo impone un modo colectivo de pensar respecto a lo que es bueno y verdadero. El capitalismo democrático se diferencia de todas las otras formas de economía política por su pluralismo”. Tocamos aquí un punto esencial del pensamiento de Novak. Pluralismo no es sólo la democracia política, aunque la incluye y la favorece.

Frente al perfeccionismo utópico, Novak subraya con razón todo lo que de imperfecto y limitado hay en cualquier sociedad humana, pues el pecado presente en el hombre hace imposible una construcción social sin taras. Pero al mismo tiempo debería afirmar claramente la existencia de un patrimonio ético común, al que en principio se puede llegar por vía racional y que debe proporcionar la base para la vida social. Este es un punto cuya importancia es preciso subrayar hoy día, frente a una tendencia radical que quiere reducir el liberalismo a un marco vacío.

Novak sale al paso de quienes afirman que la Iglesia ha sido abandonada por la clase obrera. Es cierto. Pero no olvidemos que antes había sido abandonada por una buena parte de la clase dirigente burguesa: intelectuales, políticos, empresarios.
Para Novak, el socialismo representa, en el mejor de los casos, un conjunto de ideales, que en la práctica no han funcionado. Añade la crítica que el capitalismo hace a menudo al socialismo: antes de distribuir la riqueza hay que ocuparse de producirla.

Es verdad que el socialismo desea romper el círculo vicioso de la pobreza y de la explotación. Pero hasta ahora ha sido el capitalismo democrático el único que ha conseguido sacar a la sociedad humana del hambre y del subdesarrollo.