Opinión

Fernando Trueba y 'La reina de España y Marta Etura y 'El guardián invisible'

Fernando Trueba en la librería La buena vida.

Fernando Trueba en la librería La buena vida.

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Nada que ver con el caso del lenguaraz Fernando Trueba que, tras beneficiarse a lo largo de su carrera de más de 4 millones de euros (más de 664 millones de pesetas) de los españoles en concepto de subvenciones , al recibir -precisamente- el Premio Nacional de Cinematografía. Se dio el gustazo de proclamar lo que le salió del tuétano: “Nunca me he sentido español, ni cinco minutos de mi vida”. Lo cual no es ni bueno ni malo aunque, cuando menos resulta poco elegante decirlo en el preciso instante en que se le entregaba un premio nacional español. A más a más, expresado al catalá único modo, en su alocución dijo una cosa y su contraria y criticando la “cultura del grifo” reclamó libertad y protección. Metió la pata, lo lamentó, intentó rectificar y queda la incógnita de si su película La reina de España fracasó por el boicot o por la más pedestre razón de que no es buena. Escrito queda mi parecer. Él se lo buscó, puede que le sirva de lección.

Nada que ver, comenzaba, el caso de la de Trueba con el de otra película que -buena, mala o mediopensionista- se ha ido al garete no por la imprudencia o sinceridad de su director, de su productor, de su distribuidor o de sus protagonistas, sino por la estupidez, parangonable con la de Trueba de una de sus actrices que poco más que figurante es.

Me refiero a El guardián invisible, para cuyo fracaso se han conjurado todos los astros de la hispana galaxia mediática. Solo por la desgraciada circunstancia de que la aludida figurante -Gaztañaga nació y Miren la nombraron- ignorando el elemental principio de que si vives del público, al público todo te debes, rompió el hechizo al atribuir a los españoles las características propias -cualesquiera que sean en su magín- de “fachas”, “paletos”, “chonis” y otras. Esto en una televisión pública cual es Euskal Telebista.

Bastó la indecencia para que ardieran las redes sociales llamando al boicot de la película. Yo envié a mis más próximos por Whatsapp una de las llamadas. Luego resultó lo que apunto arriba, que la tal Miren es actriz de reparto (sin demérito por ello) y que director, productor, distribuidor y protagonistas se han desvinculado de lo que ella dijo sentir. En consecuencia, reconozco mi error y para mis whatsapperos corresponsales, en el incierto supuesto de que hayan rewhatsappeado mi mensaje, les encarezco que hagan explícito mi arrepentimiento.

Mayor determinación en mi mea culpa tras leer en un diario de difusión nacional este sábado la entrevista a la, esta sí, protagonista de la película, Marta Etura, donostiarra, actriz sin focos extra profesionales, sin pelos en la lengua y, por lo que leo, mucho sentido común, sobre el que siguen tres apuntes:

“He crecido rodeada de muertos, de secuestros, de extorsiones. Vivíamos bajo el terror. No hay que olvidar”.

• “Con Otegi no hay debate político. Ha formado parte de ETA”. (Con ocasión de la pretendida candidatura del terrorista a lehendakari).

• “Si hablamos de democracia, deberían dejar gobernar a Rajoy, que es quien tiene mayoría”. (Octubre 2016, después lo asumieron los recalcitrantes, menos Pedro).

Así, con ocasión de mi homenaje a la actriz, mi llamada a la prudencia en el tráfico de las redes, de la que carecí en la ocasión que aquí comento y, por ello, reitero el mea culpa, pues estuvo mal difundir la llamada al boicot sin recurrir a los datos disponibles en el momento de hacerlo. Aunque solo fuera -que no es solo- por el mal susceptible de ser causado a Marta Etura, lo lamento.

Eso sí, vuelvo al principio, Fernando Trueba se buscó solito la ruina. Por la boca muere el pez. Seguro que le servirá de lección y alguna otra película valiosa nos presentará.