El efecto Al Capone y el puerto de Alicante

El puerto de Alicante.

El puerto de Alicante. Cedida

Por José Luis Escobar Arroyo

La denominación de efecto al capone, se basa en la historia del conocido facineroso que operaba en Chicago en los años 20. Hizo una fortuna extraordinaria al margen de la ley y se le relaciona con numerosos asesinatos entre ellos la famosa matanza de San Valentín. Nadie pudo acusarle de ninguno delito grave, sólo defraudar a Hacienda.

Se denomina efecto al capone, al fenómeno que garantiza un poder ilimitado a una organización, dentro de un sector geográfico y económico, debido a la inmunidad obtenida mediante la eliminación de los oponentes y el dominio sobre la autoridad. Para conseguir tal grado de impunidad, un poder extraordinario y unos ingresos exorbitantes Al Capone tuvo que eliminar dos obstáculos: la competencia y el control legal.

La competencia fue eliminada a veces con la plata, repartiendo el negocio y a veces con el plomo. El mismo Al Capone consideraba el reparto del negocio como el mejor sistema de eliminar la competencia. El control legal sólo fue superado con la plata, podría decirse que la policía de Chicago trabajaba para él.

Este mismo fenómeno explica lo ocurrido en el Puerto de Alicante. Desde 2007 se suceden denuncias sobre la contaminación procedente de los graneles manipulados en el puerto de Alicante. Auténticas nubes de polvo evolucionan a menos de 500 metros de las calles principales de la ciudad y cubren con un velo de sustancias calificadas de peligrosas por los propios fabricantes, al menos, cinco colegios.

Todo ello sin licencia o permiso medioambiental alguno.

Tomando en consideración que una salida de humos a la calle de la cocina de un bar, sin los preceptivos informes, conlleva multa y el cierre del establecimiento de forma inmediata a la primera denuncia de un vecino, cabe preguntarse, ¿qué ocurre en el puerto de Alicante?

Hay tres administraciones que velan por el cumplimiento de la ley relacionada con el medio ambiente: la central, la autonómica y la local. En el Consejo de Administración del Puerto de Alicante, hay cuatro sillones para los representantes de la administración central, cuatro sillones más para representantes de la administración autonómica, que además elige a su Presidente y dos sillones para los representantes de la administración local.

De este modo quien infringe la ley de medio ambiente y opera sin permiso, es a la vez quien vigila el cumplimiento de la ley y expide los permisos. Es el efecto al capone llevado a la excelencia. Cabría preguntarse si los sindicatos o los empresarios tienen capacidad de oponerse a tan siniestro sistema. La respuesta es simple: también ellos tienen sillones en el Consejo de Administración.

Este efecto es el mismo que operaba en las Cajas de Ahorro, es la explicación de las tarjetas black, el caso Gürtel o el caso de los EREs. No existe partido político que pretenda cambiar el sistema para evitar las terribles consecuencias del efecto al capone.

Lo único que pretenden los partidos, es sustituir al jefe o capo que se sitúa a la cabeza de la organización, con la excusa de que son más honrados que los que ejercen ahora el poder. Al Capone era del mismo parecer que los políticos españoles. Solía repetir a quien quisiera escucharle: “No te lleves la idea de que soy uno de esos radicales. No te lleves la idea de que estoy golpeando al sistema”.