Por Carlos García González
¿Se acuerdan de Majaelrayo, ese pueblo de la Sierra Norte de Guadalajara? ¿Y del abuelo Jesús? Les daré la pista definitiva: Mitshubishi Montero. Ah, claro, aquel famoso spot que, amén de poner en el mapa a este pequeño pueblo de alta montaña, aupó a la marca japonesa al liderazgo de ventas nacional. El bueno de Jesús, a la sazón cabrero, ya fallecido en 2010, preguntaba con esa ingenuidad a la que sólo se vuelve con la edad provecta: “¿Y Franco qué opina de esto?”
Felipe González, Hombre de Estado. ¿Les parece grandilocuente? Como soy gallego les diré depende: Señor X para el Director de este neonato e ilustre diario digital; estigmatizado para algún juez del Tribunal Supremo; referencia, alma mater, Faro de Alejandría para muchos de los suyos; para sí mismo, un delicado jarrón chino que nadie sabe dónde arrumbar –categoría ya compartida ex aequo con los presidentes Aznar y Zapatero-; en suma, personaje clave en la Transición española.
¿Qué hace, trama, maquina, urde o conchaba entre las bambalinas socialistas?
Desconocemos si goza de la ascendencia que le suponemos entre barones, federaciones territoriales, órganos del partido y militantes de base. Su feudo extractivo natural, Andalucía, parece sentirlo como propio, además de constituir el granero de voto socialista más populoso. Su vasta experiencia política debiera ser un activo insoslayable para los actuales mandamases del aparato.
Tras el asunto venezolano y las escasas apariciones en la pasada campaña electoral, poco hemos sabido de él los del común, salvo que ya no se aburre en Gas Natural. Nada dice sobre los desbarres de Sánchez, del padrinazgo de Susana, de… por ello nos preguntamos, ¿y Felipe qué opina de esto?