En Cataluña se vive un clima hostil hacia todo lo que signifique español. El acoso y derribo hacia todo aquel que se siente diferente, está a la orden del día.
Los nacionalistas catalanes sienten odio, aversión y repugnancia hacia los españoles.
Es evidente que sufren una distorsión de la realidad, sobrevaloran su catalanismo, creyendo que su cultura y sus tradiciones, son superiores a las del resto de españoles. No son conscientes de su xenofobia, viviendo en la ignorancia de un problema que no da síntomas, hasta su manifestación. Creyendo estar en la vanguardia europea.
Siempre han sido muy majos, abiertos, hasta que han perdido su liderazgo económico, basado en las fuertes y enormes inversiones realizadas por España en Cataluña.
Ya no quieren formar parte de España. Su xenofobia se ha manifestado con virulencia, necesitando ser tratada.
Tienen miedo a una España fuerte, porque no la pueden manipular ni chantajear. Estando en una fase víctimista con un aire borroka, que les hermana con la causa independentista vasca.
Los nacionalistas catalanes, sienten que son un pueblo discriminado, tratado con injusticia, perseguidos y hermanados con las causas más justas que ha vivido y vive la humanidad. En realidad, siempre discriminaron al español. Preocupados de perder su posición frente al emigrante que siempre luchó para poder prosperar y, que tanto aportó al bienestar de Cataluña y del País vasco.
Los catalanes se sienten muy avanzados, pero en realidad están atrasados por su falta de empatía hacia el diferente que aspira a las mismas cotas de bienestar.
El verdadero progreso está basado en la igualdad, colaboración, unidad y, ampliación de los horizontes, rompiendo las fronteras que delimitan el avance del ser humano.