Aquellos corazones que latían solos

Por Santiago Molina Ruiz

El ascenso por el río Congo era, en tiempos de Leopoldo II, una aventura que no todos podían contar. Para muchos, el marfil -y el dinero que daba- y las aventuras serían la combinación ideal para obtener renombre y dinero, ambos a partes iguales. Hoy en día, más de cien años después, sigue siendo toda una hazaña remontar el río. Joseph Conrad supo lo que eso era y así lo ejemplificó de forma soberbia en El corazón de las tinieblas.

Recorrer el río no se limitaba al hecho per se, es una meta, un viaje más cercano a Troya que a Ítaca, pero como buen aqueo había de irse a luchar a las tierras de Ilión. Y, como en todas las guerras -incluida la de la vida-, no sólo hay una visión con buenos y malos. Etiquetas que se ponen con demasiada velocidad y sin conocer, muchas veces, las circunstancias de los «malos».

Impera la visión única y, en algunas ocasiones, dogmática desconociendo el porqué. Los estereotipos y la historia mal practicada, como juzgar con la mentalidad actual hechos del pasado, es una costumbre. Hay veces que no queda más remedio que ponerse de parte del malo o realmente el malo no es tan malo ni el bueno tan bueno. Sin conocer los individuos o sus motivaciones o circunstancias que, como dijo Ortega y Gasset: "Yo soy yo y mi circunstancia". Todos tenemos unas circunstancias que condicionan la forma de obrar.

El idealismo o la supervivencia pueden determinar el comportamiento frente a los demás, como le ocurría a Kurtz en la novela. Un tipo carismático y temible a partes iguales cuyos actos eran muy cuestionables moralmente pero, si Marlowe lo defendió, sería por algo.

Cuando sólo se conoce la miseria o la pena y se vive en un mundo dominado por ellas no es sitio para la moral y, aun así no siempre el que parece más malo lo es. Doce hombres sin piedad es de los mejores ejemplos. De doce hombres sólo uno duda de la culpabilidad del presunto asesino. Es fácil etiquetar cuando no se conoce o cuando se tiene miedo. Pero normalmente hay algún hombre bueno que sin tener nada que ganar o perder lucha por una causa justa y que prefiere investigar para crear su opinión y, a partir de ese momento, juzgar lo que ve o lo que se hace. Algunos, por una incomprensible bondad, tratan de sacar los corazones de las tinieblas. Muchos como Kurtz están solos sumidos en la oscuridad que envuelve su mente. Creen que hay redención, viven en su locura, en sus metas y en sus miedos. Una salus victis nullam sperar salutem. La vida los venció, no como a Eneas, derrotado por los griegos; sino por circunstancias que inexorables. Pero los que tienen el corazón en las tinieblas no buscan huir y fundar una nueva Troya, pelean hasta la extenuación, hasta que la vida acabe con ellos o ellos con la vida.

Se sabe lo que ocurre la mayoría de las veces, mas, de vez en cuando, hay cierta justicia poética. Defender su memoria, verbigracia, o, por lo menos, los que los conocieron, recordarlos. Llevarlos consigo. Uno muere cuando el último que lo recuerda también muere. Hasta entonces, tienen un poco de redención.

La voluntad es un arma muy poderosa, y de doble filo. Creen que en la sombra que los rodea encontrarán una luz, algo que los guíe por el camino que no ven. Sus mentes, rozando la paranoia, los conducen por un camino insondable. La luz que creen ver es una ilusión, una ilusión creada por un delirio, una meta que saben que es imposible, o prácticamente imposible, porque la vida no se ha portado bien. No tienen culpa de su circunstancia pero su yo se resiente toda la vida, hasta el final.

La vida de algunos es remontar el río Congo en busca de Kurtz, la de otros es perseguir algo sin tregua, sacrificándolo todo, incluso la cordura, para conseguir algo que saben que no podrán tener. No son culpables de ello y actúan de la forma que creen que sacará el corazón de sus tinieblas. Muchos corazones seguirán latiendo solos en las tinieblas, peleando, rugiendo en silencio por una salvación que no va a llegar. Han hecho un trato no pactado con la vida —su infausto destino—.

Ellos serán unos desaventurados pero su voluntad será implacable. Ellos no lo van a poner fácil. La vida lo tendrá difícil. Nox atra cava circumvolat umbra.