Murakami, Dylan y el Nobel que flotaba en el aire

Murakami, Dylan y el Nobel que flotaba en el aire

Murakami, Dylan y el Nobel que flotaba en el aire

Por Benito Pérez González

Las quinielas que se publican sobre el Nobel de literatura recogen el nombre de Murakami desde hace varios años. Me gusta, pero no es mi es autor favorito. Algunos autores que también aparecen en las quinielas del Nobel: Philip Roth, DeLillo, Banville o Richard Ford me parecen mejores para ganar dicho galardón. Sus obras son sólidos ejemplos de destilación de lo más significativo que caracteriza al hombre contemporáneo, y nos ayudan a entender mejor el mundo en el que vivimos.

Cuando escuché que Bob Dylan había sido el elegido como Nobel de literatura de 2016 reconozco que sentí estupefacción. Como pequeño gesto de desagravio decidí empezar la primera novela de Murakami, traducida recientemente al español, y que tenía pendiente desde entonces.

Murakami se había convertido en el otro protagonista del día en las redes sociales, que se inundaron de chistes y memes sobre su nuevo fracaso. Mi asombro por el fallo del jurado de los Nobel ha estado acompañado estos días por las curiosas coincidencias que relacionan la primera obra de Murakami con el premiado cantante estadounidense. Podemos empezar por el título del libro: Escucha la canción del viento -Hear the wind sing en su versión en inglés- trasunto de asombroso parecido con la celebérrima Blowin in the wind de Dylan, que es probablemente su mejor canción.

Murakami, que antes de ser escritor regentó un bar musical, es un reconocido amante de la música de los años 60 y 70; sus libros contienen continuas referencias al propio Dylan, a los Beatles o a los grupos que cambiaron el panorama musical en la segunda mitad del siglo XX. Además, los personajes de Murakami parecen vivir en una especie de limbo y de ensoñación con ciertas reminiscencias a los beat y a la contracultura que tuvieron en Dylan a uno de sus abanderados. En su opera prima Murakami cita a Dylan al hacer que uno de los personajes más misteriosos esté escuchando como música de fondo Nashville Skyline, otra de las canciones del estadounidense.

Parafraseando de nuevo a Dylan, podemos decir que los tiempos están cambiando. La Academia Sueca ha querido darse un baño de iconoclastia reconociendo la labor de un artista que hasta ahora estaba fuera de los cánones de lo que era considerado literatura.

Hasta la fecha venía premiando a autores que tenían una obra dentro de la narrativa, la poesía o el teatro. Podríamos decir que las fronteras de la creación literaria se han extendido. Han pasado de un estado sólido a uno más evanescente y gaseoso. La respuesta a la quiniela de los Nobel estaba flotando en el viento, y Murakami, el más líquido de los grandes escritores vivos deberá seguir esperando like a rolling stone.