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¿Quién no ha pensado en abandonarlo todo y empezar una nueva vida lejos del bullicio y el ajetreo de la ciudad? Seguro que en momentos de estrés, todos nosotros.

Algo así le pasó a Isabel Crespo, enfermera de profesión que dejó el calor de Barcelona hace 7 años para vivir en el frío de Estaña. Una pequeña localidad perteneciente a la comarca de la Ribagorza.

¿La razón? "Un flechazo", como explica Isabel en Aragón Radio. Un flechazo tanto por el pueblo como por el cultivo de azafrán, una labor que comparte con Daniel Grau, un francés afincado en Huesca. Su objetivo, asegura, es mantener vivos estos pequeños pueblos a través de iniciativas como la recolección del azafrán.

Todo comenzó con Daniel, que eligió Estaña como el lugar idóneo para jubilarse, tras una recomendación de su hijo sobre las virtudes del cultivo de azafrán. Pronto se convirtió en una pasión: "Para nosotros el azafrán es una flor mágica, es un cultivo muy peculiar porque si no lo cuida el hombre se pierde", comenta Daniel.

Cestas de su azafrán recolectado Redes sociales @azafrandestana

Ambos cultivan azafrán ecológico, una práctica perdida propia de la zona de Benabarre dada la escasa rentabilidad en comparación con el esfuerzo que requiere.

Sin embargo, esta iniciativa no solo pretende poner en valor estos 'pueblecitos' de la Ribagorza, sino recuperar su uso y cultivo. Algo que están consiguiendo poco a poco: "Varios restaurantes locales ya trabajan con este producto en su cocina", explican en la web slowfoodribagorza.com.

Ahora, la pregunta del millón es ¿se puede vivir de recolectar azafrán? La respuesta simple es 'no', al menos en su situación particular. Aunque el trasfondo de su historia va mucho más allá.

"El azafrán es un plus"

Este año ha sido bastante bueno en lo que a cifras se refiere, siendo una campaña mejor que las dos anteriores. No obstante, alcanzar unas facturaciones para convertir este negocio en su único sustento es algo prácticamente imposible.

"Somos productores muy pequeños y siempre hemos priorizado que prevalezca la calidad a la cantidad. Es un producto artesanal, yo siempre digo que desde la primera hasta la última flor ha pasado por nuestras manos", explica Daniel Grau sobre su plantación de azafrán de 2.500 metros cuadrados.

En cuanto a las rentabilidades, Isabel es tajante: "Como para vivir no da. Daniel está jubilado y tenemos un apartamento turístico para que la gente venga a conocer el pueblo. El azafrán es un plus, la motivación no es hacernos ricos con el azafrán porque es puro masoquismo".

Su late motiv es otro muy distinto al dinero, consiste en "hacer cosas para que estos pueblos pequeñitos no se pierdan", explican ambos al programa de Aragón Radio.

Una iniciativa que pone en valor localidades profundamente afectadas por la despoblación. Es el caso de Estaña, un pequeño núcleo en el que viven únicamente 4 personas en el día a día, rodeadas de un entorno formado por sólo nueve casas. Una realidad que refleja la importancia de impulsar proyectos como estos que mantienen vivo el territorio.