Si hablamos de las profesiones donde más habitual es ‘echar alguna que otra hora extra’ inevitablemente a la mayoría de la población le vienen a la cabeza trabajos en la hostelería y en la carretera, como pueden ser los camioneros.
Los taxis, igual que los camiones, no se libran de esta perspectiva. En esta ocasión, en una entrevista realizada por El Español de Aragón a Miguel Izaguerri, presidente de APATZ y taxista con 28 años de antigüedad, cuenta los detalles que se esconden detrás de esta profesión.
La fecha más ‘complicada’ para un taxista son sin lugar a dudas los Pilares. Con estas fiestas ya pasadas pero dando sus últimos ‘coletazos’, ya que todavía quedan planes por hacer como la Oktoberfest o las Ferias, es el mejor momento para hacer balance de las mismas.
Nadie mejor para ello que Miguel, el cual mantiene una postura que sorprende: “Es peor cualquier fin de semana del resto del año que uno de Pilares, sobre todo por la noche. El año pasado, en cuatro meses, tuvimos ocho agresiones”, señala.
Como todo, depende de a quién le preguntes, hay taxistas que mantienen que Pilares es un 'no parar', otros que lo esperan con ganas porque se traduce en más servicios y otros que solo con escucharlo se les ponen los pelos de punta por la carga de trabajo y el tipo de clientela que monta en el taxi.
Sin embargo, lejos de las fiestas, Miguel mantiene que hay que tener un ritmo de trabajo equilibrado y que más no siempre significa más.
El cambio de mentalidad tras la pandemia: “Con un poco menos se vive igual”
El ritmo del taxi siempre ha estado marcado por las horas y la resistencia física. Cuantas más carreras se hacen, más se gana, pero también más se agota el cuerpo.
Miguel lo explica con la claridad que da tener casi tres décadas de experiencia al volante: “Si yo hago cinco carreras, serán de doce minutos. ¿Entiendes lo que te quiero decir? Es un negocio limitado en cuanto a tiempo. O sea, mi cuerpo, ¿cuánto es capaz de aguantar? ¿Diez horas? ¿Doce horas? Pues eso se calcula”.
Estas palabras son el vivo reflejo del oficio: jornadas largas, ingresos variables y una constante sensación de estar “a contrarreloj”. “En el mejor de los casos puedes ser capaz de hacer cuatro carreras de quince minutos cada hora. Es que está todo inventado”, añade.
Pero algo cambió tras la pandemia. Los meses de parón y la vida sin el estrés diario del volante dejaron huella en la mentalidad del gremio. Izaguerri lo percibe claramente entre sus compañeros: “Yo creo que muchos taxistas también han cambiado el estilo. Estar encerrados en casa y no haber trabajo en la calle nos ha cambiado un poco la perspectiva. A nosotros y a la población en general”.
Esa reflexión le lleva a una conclusión que muchos comparten hoy dentro del sector: que la vida no pasa solo por trabajar sin descanso. “Nos hemos dado cuenta que podemos vivir igualmente sin tener que estar toda la noche trabajando. Sí, que igual no hace falta darse palizas en Pilares de 15 horas trabajadas. Igual, con un poco menos se vive igual”, asegura.
El cambio de mentalidad no solo tiene que ver con las horas o los ingresos, sino con la idea de mantener un equilibrio entre la vida personal y el taxi. Algo que muchos compañeros del gremio intentarán conseguir tras unas intensas Fiestas del Pilar.
