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Las torrijas son uno de los postres más tradicionales y populares de la gastronomía española durante la Semana Santa, y en Aragón no son una excepción. Se trata de una receta humilde y deliciosa que se elabora con pan del día anterior, leche o vino, azúcar, canela, huevos y, en muchas versiones, una fritura final en aceite de oliva. Son el ejemplo perfecto de cómo la cocina de aprovechamiento puede convertirse en un símbolo cultural y gastronómico.

En Aragón, las torrijas también ocupan un lugar importante en la mesa durante estos días. La versión más extendida es la tradicional: pan bañado en leche con canela y limón, rebozado en huevo, frito y espolvoreado con azúcar o bañado en miel.

Aunque no hay un pueblo aragonés que se lleve oficialmente el título de "capital de las torrijas", la ciudad de Zaragoza se ha posicionado como un lugar destacado gracias al trabajo de pastelerías como Fantoba, Pastelería Manuel Segura (Daroca) o Casa Lac, donde reinterpretan este postre con toques de autor y técnicas modernas.

En toda España, las torrijas se han convertido en sinónimo de Semana Santa. Cada región tiene sus versiones: en Andalucía son populares las de vino dulce o miel, en Castilla las de leche infusionada, y en el norte pueden llevar incluso anís o crema.

Las torrijas tienen un origen que se remonta a siglos atrás, y aunque existen versiones en otros países europeos, en España se han ligado especialmente a la tradición católica. Durante la Semana Santa, época de abstinencia de carne, este dulce servía como alimento energético y reconfortante.

¿Cuál es el ingrediente secreto que tienen las torrijas en Aragón? En Aragón, las torrijas se caracterizan por el toque de vino, así como también por la canela y la cáscara de limón o naranja, que aportan un aroma y sabor únicos.

Después de freírlas, se suelen bañar en miel o espolvorearlas con azúcar. Esto le da a las torrijas una capa dulce y pegajosa que las hace aún más irresistibles. Este toque de miel o azúcar, junto con el sabor del vino y las especias, convierte a las torrijas aragonesas en una delicia tradicional con un perfil de sabor muy especial.

Como se ha mencionado anteriormente, aunque no existe un consenso oficial sobre cuál es el pueblo de Aragón donde se hacen las mejores torrijas, hay una localidad que destaca por su singular relación con este postre: Torrijas, en la provincia de Teruel.

Este pequeño municipio, situado en la comarca de Gúdar-Javalambre, no solo comparte nombre con el dulce típico de Semana Santa, sino que también ofrece un entorno idóneo para disfrutar de la gastronomía tradicional aragonesa.

Con apenas 36 habitantes y enclavado a más de 1.300 metros de altitud, Torrijas es un destino ideal para quienes buscan tranquilidad, naturaleza y autenticidad. El pueblo cuenta con un patrimonio interesante. Además, en esta localidad se puede degustar cocina casera y, por supuesto, unas torrijas que hacen honor al nombre del pueblo.

En el corazón de Torrijas se ubican los edificios más representativos del pueblo. Destaca la iglesia de San Cosme y San Damián, una construcción barroca del siglo XVIII que guarda en su interior una valiosa tabla renacentista de la Sagrada Familia, fechada en el siglo XVI. Junto a ella se encuentra el ayuntamiento, un edificio de tres alturas con una característica lonja abierta en su planta baja.

Al llegar al municipio, el visitante se encuentra con otros dos edificios interesantes: la ermita de Santa Catalina, que presenta una portada en arco de medio punto y una capilla anexa, y la ermita de Margarita, también conocida como de las Navas. Además, en las inmediaciones, a unos seis kilómetros, ya cerca del límite con la Comunidad Valenciana, se halla el caserío de los Corrales, otro enclave digno de visita.

¿Y qué lugar podría ser mejor para disfrutar de una buena comida en este encantador pueblo turolense que el Restaurante Torrijas? Ubicado en la calle Entradero, número 9, este acogedor establecimiento funciona como hotel, bar y restaurante, y se encuentra en pleno centro de la Sierra.

Para llegar a Torrijas desde Teruel, basta con tomar la A-23 y luego la A-1514, en un recorrido que se realiza en menos de una hora en coche. En cambio, si se parte desde Zaragoza, el trayecto por la A-23 dura aproximadamente dos horas y media en vehículo.

En resumen, mientras que Torrijas (Teruel) ofrece una experiencia única al combinar el encanto rural con su nombre emblemático, Zaragoza capital presenta una variedad de opciones para disfrutar de torrijas de alta calidad.​