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Los nombres propios son un tema curioso y, a la vez, importante. Dicen que el nombre puede forjar el carácter, que no es lo mismo llamarse Lucía que María Antonia. Puede ser. Yo, la verdad, solo me he enfrentado a nombrar a mi pez. Lo llamé Tuerti porque le faltaba un ojo.

Sobre la belleza de los nombres, no hay nada escrito. Bueno, sí: unos científicos decidieron que Sofía era el nombre de niña más bonito del mundo. No me atrevo a llevarles la contraria, pero en Aragón existe un nombre de niña poco conocido que es realmente precioso.

Lo conozco por casualidad. Mi hermana mayor se llama así, y al crecer con ella me parecia común, incluso me llamaba la atención que la gente se sorprendiera al escucharlo. Sin embargo, al investigar en internet y analizar los datos del Instituto Nacional de Estadística, nos hemos percatado de que menos de 20 mujeres en España se llaman así.

Castellar: el precioso nombre aragonés que está a punto de desaparecer

Ni Caspellar ni Castelar: Castellar. El nombre proviene de una Virgen de un pequeño pueblo zaragozano: Torres de Berrellén.

A 20 minutos de la ciudad, este pequeño pueblo cuenta con una ermita a la que, cada año, por las fiestas, los vecinos suben en romería para ver a la Señora. La procesión tiene su encanto, y el dance que se celebra en el pueblo merece muchísimo la pena.