Zaragoza
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Francisco de Paula Fernández, más conocido como Blue Jeans, uno de los grandes referentes de la literatura juvenil ha estado en Zaragoza este viernes 6 de junio durante la Feria del Libro de la capital aragonesa.

Desde que irrumpió en la escena literaria con Canciones para Paula, primero en plataformas como Fotolog y luego en librerías, ha construido una carrera sólida que suma ya más de 18 libros, todos marcados por la sensibilidad, el ritmo ágil y una conexión especial con el universo adolescente.

Ahora regresa con La última vez que pienso en ti (Planeta, 2025), una novela que arranca con una desaparición en un festival literario en Barcelona y que se adentra en los entresijos, a veces oscuros, del mundo editorial, sin perder el pulso emocional ni la esencia juvenil que lo ha caracterizado siempre.

Este nuevo libro, escrito a lo largo de seis intensos meses, muestra a un Blue Jeans más maduro, más directo, pero igual de comprometido con sus lectores.

A través de una historia que mezcla misterio, romance e industria literaria, el autor rinde homenaje a las nuevas voces de la literatura juvenil y se reafirma como alguien que escucha, observa y escribe para los jóvenes de hoy. En esta entrevista, el escritor repasa su evolución, su método de trabajo, la transformación del sector y el vínculo inquebrantable que mantiene con su comunidad lectora.

Entrevista a Blue Jeans

Muchas amantes de la literatura juvenil te conocimos con Canciones para Paula, han pasado ya 15 años desde aquella publicación que ibas subiendo poco a poco a internet, ¿Cómo ha sido tu evolución como escritor?

Quiero pensar que he mejorado. Por lo menos lo intento (sonríe). Intento que cada libro sea más completo, dedicarle más tiempo, buscar nuevas formas de narrar. Además, el contexto ha cambiado mucho. Yo empecé escribiendo en Fotolog, que era algo parecido a Instagram, pero muy rudimentario, y ahí subía cada día un trozo de Canciones para Paula. Hacía spam, promocionaba como podía...

Ahora tengo detrás una editorial, una estructura, una seguridad. Si comparas ese primer libro con La última vez que pienso en ti, no tienen nada que ver. He ganado experiencia, aunque es cierto que he perdido cierta frescura, esa inocencia del principio. Pero a cambio hay otras cosas: conozco mejor a mis personajes, sé adónde quiero ir, cómo construir una historia, cuándo frenar o acelerar. Eso también es importante.

En estos años, ¿notas que ha aumentado la competencia dentro de la literatura juvenil?

Yo no lo llamaría competencia, la verdad. Más bien compañeras, porque la mayoría son chicas jóvenes y me alegra mucho que estén logrando que otros jóvenes lean. Es admirable. Ahora ves a chavales con canales de BookTube o TikTok literario, da igual si tienen 30 seguidores o un millón, están hablando de libros.

Mira las ferias: en Zaragoza, las firmas más largas son las de escritoras jóvenes; en Madrid ves a Tamara Molina, Johanna Marcus, Irina Zuzkova… O incluso cuando vino la autora extranjera Lauren Robert. Y eso es bonito, es comunidad. Ellos están creando un hábito de lectura que a veces no llega ni desde los institutos ni desde las familias. Las redes y estos autores jóvenes están teniendo ese impacto.

En esta novela haces algunos guiños a esas escritoras jóvenes.

Sí, aparecen porque las admiro. En mis libros me permito hacer esos pequeños homenajes a gente que me cae bien. Alice, Isma, Johanna, Tamara... A Inma, por ejemplo, la conozco desde que tenía 18 años y vivió su primer Sant Jordi con muchísima ilusión. Me alegra mucho todo lo que está consiguiendo. Son personas muy valiosas.

Blue Jeans con su última novela: La última vez que pienso en ti. Javier Ocaña

¿Qué vamos a encontrar en La última vez que pienso en ti?

Es una novela en la que he hecho lo que me ha dado la gana. Empieza con una desaparición, tiene una portada romántica, pero lo que cuenta es algo más profundo. Hay una muerte, ocurre en Barcelona, y por primera vez abordo el mundo editorial desde dentro, mostrando que no todo es tan idílico como parece. Hay contratos, presión, letra pequeña, influencers… Todo eso aparece.

Y no es para desanimar a nadie, al contrario. Es el mundo más bonito en el que se puede estar, pero tiene su cara B. También hay una historia de amor, un instalove, como se dice ahora, y muchas emociones con las que los jóvenes pueden sentirse identificados.

Tus novelas destacan también por el retrato emocional de los personajes. ¿Por qué crees que los jóvenes consiguen indentificarse con ellos?

Porque son reales. Prefiero centrarme en cómo sienten y piensan los personajes que en largas descripciones o tramas rebuscadas, así consigo o por lo menos lo intento, dar vida a los diferentes protagonistas. Aunque escriba en tercera persona, el lector siempre sabe qué pasa por la cabeza del personaje y por su corazón. Además, uso un lenguaje actual. Ellos dicen “funar”, “lache”, “cringe”. No es mi forma de hablar, pero quiero que sean personajes auténticos, que hablen y se comporten como los jóvenes de verdad.

"Ese mismo día, mientras comía, se me ocurrió otro final. Llamé a mi editora y reescribí los tres últimos capítulos en dos horas. Creo que hay que dejar que la historia respire y evolucione contigo."

¿Cómo es tu proceso creativo? ¿Eres más brújula o más mapa?

Nunca me aclaro con esos términos, la verdad (risas). Creo que soy una mezcla. Tengo una pizarra donde apunto cosas al principio, sobre todo de los personajes. Pero me dejo llevar mucho. Este libro, por ejemplo, lo entregué el 1 de diciembre… y ese mismo día, mientras comía, se me ocurrió otro final. Llamé a mi editora y reescribí los tres últimos capítulos en dos horas. Creo que hay que dejar que la historia respire y evolucione contigo.

Por eso lo de la brújula y el mapa es muy relativo, porque al final sí, tienes que planear cosas, porque si has matado a alguien, tienes que saber más o menos quién lo ha matado, tienes que saber dónde está cada personaje, pero luego te tienes que ir dejando llevar con la evolución del personaje dentro de la historia. Tú no sabes exactamente qué va a sentir ese personaje en el capítulo 40, después de todas las cosas que han ido pasando.

¿Cuánto tiempo le dedicaste a esta novela?

Desde julio hasta diciembre, más o menos. Agosto fue el principio el arranque, y luego septiembre, octubre y noviembre trabajé unas ocho horas al día. Después vienen dos meses de correcciones. Desde que abres el Word hasta que corriges las galeradas, pueden ser unos seis meses. Yo intento escribir 10.000 palabras semanales. No me encierro como hacen otros autores, salgo y escribo en cafeterías por ejemplo, aunque realmente es un trabajo muy disciplinado, con exigencia y presión.

Y una vez publicado el libro, ¿cómo vives toda la gira de promoción?

Todos los años son muy intensos. Y este en concreto una locura. El libro salió el 2 de abril y hasta el 21 de julio no duermo ningún fin de semana en casa. Además el mes que viene voy a Colombia y Perú también. Es intenso, pero me encanta. Lo disfruto. Además antes de empezar todo en enero, febrero propongo cosas a la editorial, trabajamos en redes, y después ya es todo muy seguido con entrevistas, presentaciones, firmas... Un no parar.

¡Uf! Qué angustia, ¿no acabas agotado con ese ritmo?

Bueno, no lo llamaría angustia, más bien....felicidad. Terminas cansado, sí, pero estoy haciendo lo que me gusta. Después de 18 libros, Planeta sigue confiando en mí. Me siguen llamando de ferias, me entrevistas tú para El Español… Soy un privilegiado. Claro que hay que cuidarse, los años pesan. Pero agradezco mucho poder seguir aquí.

¿Y las firmas de libros? ¿Cómo las vives?

Intento estar al 100% con cada persona que viene, ya sean 20 o 500, quiero que desde el primero hasta el último se lleve una sonrisa. Se han gastado su dinero, han venido con sus familias. Les debo todo. Hay personas que me siguen desde Canciones para Paula, me han invitado a bodas, y hasta alguna lectora me ha contado que ha llamado a su hija Azul… Es muy fuerte. Esas firmas de 9 o 13 horas son duras, pero lo doy todo porque sin ellos no estaría aquí.

¿Cómo desconectas en medio de todo esto?

Duermo poco, la verdad, cinco o seis horas como mucho. Me gusta ver deporte: fútbol, NBA, ciclismo, Fórmula 1… ¡Yo iba para periodista deportivo! Y viajo mucho con mi mujer. Es lo mejor que tengo. También estoy escuchando audiolibros porque he tenido un problema de visión estos meses. Pero ya ves, no hago nada estrafalario. Me gusta estar con mi gente, ir a Sevilla a ver a la familia, estar con mi mujer... Soy sencillo.