Alicante
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Criar a un hijo nunca es sencillo, pero cuando se trata de un niño de alta demanda, el reto se multiplica. Estos pequeños requieren una atención constante, suelen tener problemas de sueño, temperamento fuerte y una sensibilidad especial que pone a prueba la paciencia y la energía de sus padres.

La psicóloga infantil Úrsula Perona Mira, que pasa consulta en Alicante y es autora del libro 'Hijos de alta demanda' (Editorial Almuzara 2020), lo explica con claridad: "Niños que no tienen ninguna patología ni trastorno, pero con estas características de la personalidad".

Desde EL ESPAÑOL de Alicante hemos hablado con la especialista, madre de tres hijos, quien habla del agotamiento extremo que suelen sentir los padres con hijos de alta demanda, y les manda un mensaje: "deben aprender a cuidarse".

Hijos de alta demanda

Perona aclara que la alta demanda no es una enfermedad ni un capricho, sino un temperamento. "Hace referencia, por decirlo de alguna manera, a un estilo de personalidad. Son rasgos innatos, determinados genéticamente, que forman parte de la personalidad biológica de un individuo".

Desde los primeros meses de vida, algunos niños dejan entrever un carácter intenso que marca el día a día de sus familias y complica la crianza.

"Son niños muy movidos, muy nerviosos, muy reactivos a los estímulos. Presentan problemas de sueño, son muy difíciles de consolar y necesitan contacto físico constante", explica.

Muchos bebés de alta demanda "no han tocado la cuna", necesitando dormir con los padres para poder autorregularse.

Su temperamento fuerte se traduce en rabietas intensas, insistencia por conseguir lo que desean e imprevisibilidad, ya que lo que funciona un día puede no servir al siguiente.

Son hipersensibles, viven las emociones con intensidad y les cuesta calmarse solos. Durante la lactancia reclaman pecho con frecuencia, no siempre por hambre, sino como forma de sentirse seguros.

Su curiosidad y energía inagotable los hacen explorar y aprender constantemente, aunque también pueden ser propensos a la ansiedad y preocupación excesiva. La obstinación y perseverancia completan su perfil, desafiando a los adultos a encontrar maneras de acompañarlos y comprenderlos

El gran reto

La psicóloga reconoce que la etapa inicial es la más dura. "Uno de los primeros consejos que doy a los padres es sobrevivir a los primeros años. Es un periodo de agotamiento extremo", asegura.

Con frecuencia, la sociedad responsabiliza a los progenitores del comportamiento del niño, cuestionando su capacidad para poner límites.

Perona desmonta este prejuicio: "Cuando tienes un niño de temperamento difícil es muy complicado todo, por mucho que lo quieras hacer muy bien y poner límites, porque hay mucha resistencia y dificultad".

Por eso, insiste en que los padres deben aprender a cuidarse y a no sentirse culpables. "Es importante formarse, entender el carácter de su hijo y saber qué va a necesitar", apunta. El reto pasa por identificar qué hay detrás de una conducta y no confundirla con un simple capricho.

El papel del acompañamiento

Aunque estos rasgos son innatos, no permanecen intactos. Con el desarrollo cerebral, -que se completa en torno a los 21 o 25 años-, muchos de ellos se atenúan. Pero Perona subraya que la clave está en el acompañamiento.

"El estilo educativo y la educación que reciben moldean mucho esos rasgos", explica. Por eso anima a los padres a conocer a fondo a sus hijos, comprender su temperamento y acompañarlos de la forma más adecuada.

Las fortalezas ocultas

Más allá de las dificultades, la psicóloga resalta el lado positivo. "Son niños maravillosos. Su personalidad arrolladora complica la crianza, pero también es una fuente de grandes cualidades en la edad adulta", asegura.

Estos niños suelen convertirse en adultos decididos, apasionados, creativos, divertidos y afectuosos. "Son personas que luchan por lo que quieren, con las ideas claras, perseverantes y muy cariñosas", añade Perona.

Úrsula Perona recuerda que no se trata de una patología, sino de un temperamento. Y aunque el camino es exigente, insiste en que la crianza de un hijo de alta demanda puede transformarse en un regalo.

"Detrás del desafío hay un maravilloso regalo, que solo se descubre con comprensión y amor", concluye