Alicante
Publicada
Actualizada

En pleno corazón del Parque Natural del Montgó en Jávea, Eduardo Fernández defiende con firmeza lo que pocos imaginan: esta montaña alicantina alberga una biodiversidad vegetal superior a la del Reino Unido. 

Su afirmación no es gratuita: el Montgó acoge más de 640 especies vegetales diferentes, diez de ellas endémicas de la Comunitat Valenciana. Un entorno privilegiado que da sentido a su proyecto de apicultura consciente

Miel Montgó es un proyecto de apicultura sostenible que nació en 2020 con el objetivo de cuidar las abejas y el entorno. Produce miel ecológica, artesana y de temporada, sin químicos ni tratamientos agresivos. Más que un producto, promueve la educación ambiental y la recuperación de la biodiversidad. Su filosofía une tradición, naturaleza y compromiso.

Del arte a las colmenas

El confinamiento marcó un giro inesperado en su vida. En 2020, Eduardo dejó atrás su faceta artística y se instaló en la Marina Alta junto a su pareja, que está detrás del proyecto 'Jardín Sostenible'.

Allí, en un terreno familiar enclavado en el parque natural, nació la semilla de Miel Montgó. "Durante aquellos meses locos, con el mundo patas arriba, decidimos dar un paso adelante", recuerda.

Lo que empezó como una idea para cuidar la tierra terminó convirtiéndose en una vocación. "Pensamos que poner colmenas era una forma muy directa de ayudar a la naturaleza", explica.

Las abejas, como bien señala, son esenciales: "Según la ONU, son el ser vivo más importante del mundo. Tres cuartas partes de lo que comemos depende de su polinización".

Apicultura con impacto positivo

Con solo cuatro colmenas y una visión clara, Eduardo se propuso alejarse del modelo tradicional. Tras formarse en Córdoba, apostó por un enfoque holístico que hoy se traduce en prácticas sostenibles, sin pesticidas ni químicos, y en colaboración con otros actores del territorio.

"Queríamos fomentar la biodiversidad, no solo producir miel", resume.

Ese compromiso se ha materializado en reconocimientos: la suya es la primera miel con el distintivo del Parque Natural del Montgó, además del sello ecológico del CAECV y el certificado de producto artesano.

"Apostamos por una apicultura consciente, centrada en el cuidado del ecosistema. Plantamos flora autóctona y recuperamos especies endémicas de la zona", señala.

"Es la montaña con más biodiversidad de Europa, más que todo el Reino Unido junto", subraya con orgullo.

Eduardo Fernández en su finca de El Montgó

Apiturismo, arte y divulgación

Miel Montgó también se ha convertido en una plataforma educativa. "Lo que más me gusta es la parte educativa. Hacemos catas de miel y explicamos botánica, historia, arte y cultura del paisaje. La gente se queda alucinada”, cuenta.

Las experiencias de apiturismo se combinan con talleres artísticos, colaboraciones con escuelas y proyectos públicos, y hasta sesiones que mezclan apicultura y astrología.

Además, el sistema de apadrinamiento de colmenas ha captado el interés de empresas que buscan experiencias sostenibles. "Ya colaboran con nosotros catorce empresas, y pronto se sumarán dos más", afirma.

¿Miel o jarabe industrial?

En un mercado donde la miel es uno de los productos más adulterados del mundo, Eduardo levanta la voz. "Lo que se vende en muchos supermercados no es miel, es ‘mielda’, como decimos los apicultores", bromea.

Para combatir esta desinformación, apuesta por la transparencia: comercializa dos cosechas anuales de miel multifloral, con identidad botánica definida, y celebra que Europa empiece a exigir claridad en el etiquetado.

Reconocer la miel auténtica se ha vuelto complicado debido a la proliferación de productos adulterados con jarabes industriales.

Miel Montgó

Eduardo Fernández denuncia que "muchas de las mieles que se venden en supermercados no son miel". La forma más fiable de verificar su autenticidad es a través de análisis de laboratorio que certifican su composición y calidad.

Aunque tradicionalmente la cristalización indicaba naturalidad, hoy en día ya no es garantía, ya que "han conseguido que también lo hagan en laboratorio".

Los sellos y certificaciones, como el certificado ecológico o los distintivos de calidad, son buenos indicadores para el consumidor.

Fernández destaca que la miel auténtica no solo tiene sabor y aroma, sino que "conserva propiedades antimicrobianas y antioxidantes", mientras que las mieles adulteradas carecen de beneficios reales.

Su consejo final es contundente: "Si quieres miel de verdad, busca productores cercanos, fíjate en los sellos y exige transparencia".

Reivindicar el valor del producto

También reclama un precio justo para la miel auténtica. "Durante años, mientras subían el aceite o los huevos, la miel seguía igual. Y ahora que empieza a valorarse, hay quien se echa las manos a la cabeza".

Miel Montgó también ofrece actividades relacionadas con el apiturismo.

Según explica, el cliente extranjero tiene más interiorizado ese valor: "Aquí en Jávea, muchos turistas no dudan en pagar 10 euros por un bote porque saben lo que hay detrás".

Pero la batalla es también interna. "Muchos apicultores tiran su trabajo a la basura por no valorarlo. Venden a precios bajísimos porque nunca han aprendido a defender lo que hacen".

Una lucha ecológica

Otro frente abierto es el combate contra la varroa, el ácaro que diezma las colmenas a nivel mundial. Frente a los tratamientos químicos habituales, Eduardo opta por métodos ecológicos.

"Son más caros, pero no dejan residuos", explica, manteniéndose fiel a su filosofía de respeto al medio ambiente.

Lo que comenzó como una respuesta a una crisis global es hoy una forma de estar en el mundo. "Este proyecto me ha cambiado la vida", reconoce. "Nunca imaginé que las abejas serían mi pasión", concluye.