La incertidumbre se apoderó ayer de millones de hogares en España y en varios países europeos tras un apagón masivo que paralizó la electricidad durante más de diez horas. La oscuridad no solo fue literal: con la falta de información oficial sobre las causas del corte, muchos ciudadanos se enfrentaron a un escenario inquietante donde la imaginación llenó el vacío.
¿Un fallo técnico? ¿Un ciberataque? ¿El inicio de algo peor? Algunos incluso recordaron el famoso 'kit de emergencia' que recomendó la Unión Europea para sobrevivir durante 72 horas sin suministro. El miedo, en estos contextos, no necesita mucho para desatarse.
David López, psicólogo con consulta en Alicante, lo confirma en una entrevista para EL ESPAÑOL de Alicante. "Hay perfiles que no saben bailar con la duda", afirma. Desde su experiencia clínica, explica cómo sucesos como el vivido ayer pueden activar reacciones intensas, especialmente en personas con una necesidad constante de control.
Ansiedad, angustia o pánico
Para muchas personas, el apagón fue un contratiempo. Para otras, un auténtico detonante emocional. "Ayer no pudimos trabajar. Hoy hemos retomado con algunos pacientes, pero no ha habido consultas directamente relacionadas con el apagón. Eso sí, es posible que en los próximos días aparezcan algunas derivadas del suceso", apunta López.
Según el psicólogo, hay quienes viven cómodamente en la incertidumbre, mientras otros necesitan certezas para funcionar.
"Hay quienes pueden caminar tranquilos en un campo abierto, sin saber qué se van a encontrar. Pero hay otros que necesitan estacas, un camino delimitado, saber qué va a pasar en cada momento", explica. Estos últimos, dice, son especialmente vulnerables ante situaciones como la de ayer.
El efecto dominó
Durante el apagón, el pensamiento catastrofista se disparó en muchas cabezas. "¿Y si ha sido un ataque? ¿Y si no vuelve la luz? ¿Y si mañana no puedo sacar el coche del garaje?". Para López, estas preguntas son frecuentes en personas con ansiedad, con rasgos obsesivos o incluso con creencias muy arraigadas sobre el peligro. "Les basta una señal para pensar que lo siguiente será aún peor", afirma.
La exposición constante a noticias, redes sociales y teorías conspirativas no ayuda. "En momentos así, hay quien se engancha a cualquier explicación catastrófica: que si ha sido Israel, que si los rusos, que si Marruecos. El pensamiento se vuelve hipervigilante", advierte el especialista.
La paradoja del apagón
No todo fue negativo. Algunas personas vivieron el apagón como una desconexión forzosa, incluso reparadora. Hay quienes pasaron del miedo a la incertidumbre por no saber qué estaba pasando a incluso sentir calma al asumir que no había nada que hacer ni la obligación de revisar el WhatsApp o contestar una llamada.
López no se sorprende. "Eso ocurre. Tras el shock inicial, aparece cierta distancia cognitiva. La mente se relaja, bajan las alertas y afloran ventajas inesperadas: conectar más con la familia, leer, descansar", señala.
La gestión de la incertidumbre
Entonces, ¿cómo se gestiona la incertidumbre? Para David López, la clave no está en eliminar los pensamientos negativos, sino en dejar de luchar contra ellos. "No podemos cambiar lo que pensamos. El sufrimiento llega cuando intentamos pelearnos con la mente", asegura. "Tratar de luchar contra nuestra ansiedad, solo aumentará el problema", afirma también.
Para ilustrarlo, propone una metáfora: "Llevas un sombrero que te molesta. Intentas recolocarlo para aliviarte. Y funciona, pero solo un rato. Luego vuelves a sentir la molestia, y otra vez lo recolocas. Sin darte cuenta, estás todo el día tocándote el sombrero. Así funciona la mente cuando buscamos alivio inmediato. Nos convertimos en esclavos de ese gesto".
Su consejo es claro: "Hay que aprender a estar con el pensamiento sin intentar cambiarlo, a seguir caminando a pesar del malestar. Eso es mantener la calma", concluye.