Emprender no es fácil, pero cada vez son más los jóvenes que se atreven a hacerlo, sobre todo en sectores tan dinámicos como la gastronomía.
Los restaurantes ya no son solo lugares donde comer, sino espacios que ofrecen experiencias completas, combinando buena comida con una identidad propia, comunidad y, en algunos casos, hasta deporte.
Un claro ejemplo de esto es Samana, el restaurante de cocina fusión mediterránea y asiática fundado por Carla Peris y Manolo Rubio, que no solo ha conquistado paladares, sino también ha creado una comunidad deportiva a su alrededor.
Un sueño que comienza en la universidad
La historia de Samana comienza en Valencia, donde Carla y Manolo se conocieron mientras estudiaban el grado en Liderazgo, Emprendimiento e Innovación.
Como parte de su formación, debían desarrollar proyectos empresariales. Gracias a la experiencia de Carla en la hostelería, pudieron poner en marcha un pequeño concepto gastronómico dentro del restaurante de su madre.
Pero el camino no fue fácil. La pandemia del coronavirus los obligó a cerrar en Valencia, y en ese paréntesis decidieron buscar un local propio. Lo encontraron en Alicante, donde dieron el salto sin apenas recursos.
"No teníamos un duro cuando abrimos. La cocina era un caos", confiesa Manolo. Al principio, Samana se enfocaba en hamburguesas con un toque especial, pero con el tiempo evolucionaron hacia la cocina fusión que hoy los define.
Una transformación paso a paso
El restaurante no siempre tuvo la imagen actual. Cada cambio fue un esfuerzo basado en la reinversión: "Fuimos haciendo pequeñas inversiones con lo que íbamos ganando. Primero cambiamos el suelo, luego contratamos a un carpintero para las paredes, después añadimos los carteles luminosos y el techo de espejo", explica Manolo.
Los primeros años han sido de trabajo sin descanso y pocos ingresos. "Nos pasábamos el día aquí. Veníamos a las ocho de la mañana y nos íbamos a la una de la madrugada", recuerda Peris. "Yo pensaba que si en dos años no salíamos adelante, lo dejaría", confiesa. Pero Rubio nunca dudó: "Yo siempre tuve claro que lo íbamos a conseguir".
Algunos de los platos de Samana
El cambio definitivo llegó en 2022, cuando renovaron por completo el local y definieron su identidad: cocina mediterráneo-japonesa accesible y diferente. "Queríamos que fuera un sitio donde pudieras picar algo y tomar algo sin necesidad de gastar mucho dinero", explican los fundadores.
Además, decidieron apostar por platos que combinan lo mejor de la gastronomía asiática con toques de la gastronomía española. "Si un abuelo de 60 años prueba nuestra croqueta de queso de oveja con kimchi, le va a encantar", asegura Rubio.
La clave del éxito
Uno de los momentos que impulsó la popularidad de Samana fue un sorteo que arrasó en las redes. En lugar de regalar cenas o descuentos, sortearon 2.500 euros para viajar a Japón, tal y como ellos ya habían hecho.
Durante el viaje, grabaron vídeos y compartieron su experiencia gastronómica con su comunidad en Instagram. "Todas las noches, antes de dormir, hacía un resumen del día y contaba especialmente lo que habíamos comido", cuenta Carla. El resultado fue explosivo: millones de visualizaciones y 139.000 comentarios.
Desde hace unos meses a Manolo y Carla, les acompaña también Claudia López, la encargada de crear contenido para que sus redes sociales sigan creciendo. La experta en redes los acompaña todo el tiempo, y explica todo el trabajo que hay detrás. En Instagram, Samana acumula 33,7 mil seguidores. "Nos ha costado encontrar a gente que hiciera lo que nosotros estábamos haciendo bien", explican.