Alicante

Las vacaciones de julio y agosto pueden ser una bendición para la pareja o un castigo. Ya sea porque "otro amor de repente fracasó", como canta Bad Bunny en Un verano sin ti, o porque "fue culpa de la monotonía", como lo hace Shakira, estos son meses con alta intensidad afectiva. Y los psicólogos de Alicante Iracy Llinares Alves y Jorge Pérez Ferrer recogen aquí las ideas de por qué sucede esto con más frecuencia y cómo afrontarlo. 

La primera razón por la que estos meses pueden tensionar las relaciones es el cambio de ritmo de actividades, como señala Llinares. "Y la cuestión es organizarse porque pueden surgir conflictos específicamente al organizar vacaciones y qué hacer con el tiempo vacacional que cuentas", explica.

El cómo gestionarlo, si se hace un viaje a un sitio u otro si la economía doméstica lo permite o si los hijos se envían de campamento o se va la familia junta son ejemplos que pone de asuntos que pueden generar discusiones. La solución para ello, como reitera, es sencilla, se trata de planificar.

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Más complicado se antoja si los problemas vienen de antes, como apunta Pérez. "Son conflictos trasladados y cuando aparece el verano con el calor surge esa irascibilidad al estar más tiempo juntos, con lo que al final es un caldo de cultivo" para que se pongan sobre la mesa cuestiones sin resolver.

Ahí Llinares alerta de que "llegado este tiempo si tú no estás bien en pareja y tienes la tentación puede ser que digas que tengo todo el verano por delante y decidas romper". En este caso, la psicóloga del grupo de trabajo en Alicante sobre sexología del Colegio Oficial de Psicología de la Comunidad Valenciana plantea que el riesgo está en el deseo de tener unos meses de desenfreno y de relacionarte con otras personas por lo que se fuerza la ruptura ya que "es mejor hacerla ahora que después del verano".

Este punto abre el debate entre ambos respecto de esta postura. Pérez señala el riesgo de crear "expectativas de las vacaciones en las que igual piensas que vas a tener algo muy grande y luego no lo es". Mientras que para ella, "si rompes ahora, ya tienes agosto por delante". A eso añade él que se suma el factor de que "ves otros cuerpos novedosos que no son los de la pareja. Ese buen tiempo y clima es proclive a la alegría veraniega". 

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Una de las claves que Llinares señala se dirige a la base de la idea de las dos personas en común. "El no recoger la diversidad de relaciones afectivo sexuales tiene que ver con la idea de pareja: si en ese abanico de relaciones contemplas que si quiero ser una pareja tradicional, si es abierto o si no quiero pareja y me relaciono con otras personas con ese vínculo", razona. Al plantear esto, "es que no haría ni falta la infidelidad porque ya recoges diversas formas de relacionarte".

La cuestión, apunta, radica en que "nuestra idea de pareja tradicionalmente es que la fidelidad sea sexual". Como prosigue, "la idea de pareja no contempla que puedas desear a otras personas, pero si lo recoges es que no hay posibilidad de cuernos". "No todos los miembros de la especie tienen que ser monógamos o polígamos, cada uno tiene que saber lo que busca", concluye al respecto. Y, como tercia Pérez, "tienes que ser coherente con tus valores".

Las fases

Eso se puede traducir también en comprender que "cuando hablamos de una ruptura es una pérdida que genera un duelo", indica el psicólogo. De ahí que pida que se asuma esto antes de lanzarse a soluciones que implican una sucesión de parejas sexuales. "Hay personas que prefieren evitar el duelo y eso es acostarse con todo lo que se mueve, pero igual necesitas centrarte en ti para superar esa ruptura". 

"Ir de picos pardos puede, o no, ser la solución", reitera Pérez Ferrer, y hay que ser coherente con las etapas de duelo: desorientación o negación, ira, negociación, depresión y aceptación. "Depende de la etapa en la que esté para asumir que se ha producido la ruptura. Si fue un choque es impactante, pero si se sospechaba que había una rotura, quizá es más fácil superarlo y conocer personas desde lo sano, que sería lo ideal a la hora de conocerlas.

"Y en caso de necesidad", concluye Pérez Ferrer, "hay que recurrir a psicólogos porque pueden ayudar a superar el proceso de ruptura de una forma más sana".

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