Alicante

Nancy Vicente Alcaide accedió hace dos años al puesto de supervisora de Enfermería del Centro Penitenciario Alicante II donde ejerce desde 2007, por lo que le tocó gestionar la pandemia para una población reclusa de más de mil presos. Ahora, el Ministerio del Interior le acaba de conceder a la también profesora de la Universidad CEU Cardenal Herrera en Elche la Medalla de plata al mérito penitenciario por su labor durante la Covid y por su trayectoria profesional para una cárcel que ha recibido una buena noticia con esta distinción tras las últimas polémicas.

[La cárcel de Villena tiene nueva directora, María Belén López Martínez]

Pregunta. ¿Por qué trabajar en una cárcel?

Respuesta. A mí, como enfermera, la rama que me gusta es la de Atención Primaria y sobre todo la parte centrada en la Atención Comunitaria. Las personas privativas de libertad son una comunidad que precisa -y es irónico- de esa atención y apoyo del personal de Enfermería con mayor incidencia que la población general al tener unas características específicas que hace que el papel de la Enfermería sea vital en su día a día. 

Ten en cuenta que, como buscamos la prevención de la enfermedad y la promoción de la salud, ellos están en un medio que no han elegido; están ahí por un condicionante social. 

Las instituciones penitenciarias son un campo muy desconocido, pero cuando el personal laboral lo conoce, suele gustarle mucho. De hecho, yo empecé a dar clase el año pasado en el CEU de Enfermería Comunitaria y Salud Pública y empezamos a traer alumnos a hacer prácticas por primavera vez en el centro penitenciario Alicante II. 

Y descubrieron que era otra forma de hacer Enfermería, rodeado de un equipo de grandes profesionales de TCAES, de enfermeros, de médicos, psicólogos, terapeutas….

P. ¿Cuál es la población que atienden?

R. En mi servicio, a día de hoy, somos 9 enfermeros, 8 auxiliares de enfermería y un médico para 1.026 reclusos. Nuestra población es muy dispar, tenemos mujeres y hombres y entre los hombres tenemos a población muy joven (de 18 a 23 años) y población muy longeva con internos de hasta 82 años. Esto hace que el campo de actuación sea inmenso…

P. Sin olvidar a los reclusos con enfermedades mentales.

R. Nosotros tenemos pacientes con enfermedades psiquiátricas y tenemos un programa de atención a estos enfermos. Con ellos, se intenta sacar ese estigma de enfermo mental. De hecho, en nuestro centro no están en un módulo aparte, sino que están relacionados con otro tipo de recursos para normalizar esa situación y no estigmatizar la enfermedad mental. 

P. También habrá reclusos con ansiedad y depresión, trastornos cada vez más frecuentes fuera de la cárcel. 

R. Claro, es cierto que las personas, cuando estaban privadas de libertad y al estar apartados de la familia y del entorno, les genera mucho estrés y ansiedad. Y en el caso de la pandemia, los reclusos se portaron súper bien porque se les aisló totalmente del exterior y ellos entendieron que era para defenderlos y protegerlos de todo lo que estaba pasando el exterior y evitar que pudiese entrar el covid en prisiones. 

P. ¿Se llega a empatizar con estos pacientes?

R. Para nosotros es un paciente más. No diferenciamos que sea población penitenciaria. Para mí es una persona que tiene unas necesidades tanto físicas como mentales concretas y yo verdaderamente no me llega a plantear qué ha hecho y qué no ha hecho.

No podemos anteponer el delito que ellos hayan podido cometer en una determinada situación a la prestación de cuidados que nosotros le podamos a dar como sanitario. Es igual que en una puerta de urgencias de un hospital donde tampoco se le pregunta al paciente. Como profesionales tenemos que guardar esa línea que existe entre lo profesional y lo personal porque ellos nos ven como un punto de apoyo muy importante. Incluso llegamos a ser referentes para otro tipo de situaciones que no tienen nada que ver con el personal de enfermería. 

P. ¿Cómo se gestiona la drogadicción entre rejas?

R. Es cierto que hay un alto porcentaje de la población que accede al centro y tienen problemas con las drogas. Desde drogas duras a otro tipo de consumo como el de los psicofármacos. Nosotros abordamos todo ese tipo de situaciones. ¿Es difícil? Sí. ¿Muchas veces el entorno no es el más propicio? También. Pero se consigue llevar a cabo esa deshabituación con programas de tratamiento con metadona y otros. Aquí tenemos un módulo, el denominado terapéutico, que está totalmente libre de toda sustancia.

Así, ha habido pacientes que entraron con una conducta adictiva y luego gracias al tratamiento que han recibido tanto sanitario como terapéutico, han conseguido esa deshabituación y ha accedido a un módulo libre de drogas para seguir trabajando en esa parte de preparación para la puesta en libertad. Esto se da en un alto porcentaje, también hay un porcentaje que no lo consigue. 

P. ¿Cuáles son las dolencias o enfermedades más recurrentes que tratáis? 

R. Las patologías más prevalentes son las enfermedades crónicas: VIH, hepatitis, enfermedades coronarias, diabetes…. en general.

P. Covid y cárceles. Menudo desafío. ¿En Villena cuánta gente se llegó a infectar? 

R. Tuvimos un brote, pero ya en la segunda ola del Covid. Fue un contagio de tipo externo, un paciente que sale de permiso con su familia y cuando regresa, pues se ha contagiado y surge el brote. Con las medidas que nosotros adoptamos, un trabajo conjunto tanto con Salud Pública de Elda como con la Secretaría General, se establecieron medidas y protocolos en el centro que conseguimos controlar ese brote en un corto plazo de tiempo. 

Nancy Vicente recibe el galardón de manos de la directora del Centro Penitenciario Alicante II María Belén López hace dos viernes.

P. ¿Y la gestión de la vacuna?

Conseguimos una cobertura vacunal del 94%. Somos un centro por el que pasan muchos reclusos de otros centros penitenciarios, y siempre hemos conseguido mantener ese porcentaje en esas cifras. En el momento en el que llegaban al centro se hacía un papel muy importante de información, de beneficios de la vacunación, explicándoles que para que la familia pudiese venir o ellos salir a los permisos era importante estar vacunado.

P. ¿Qué dijo tu familia cuando supieron que acabarías trabajando en la cárcel?

R. El desconocimiento de este mundo hace que se oigan ciertos comentarios, pero cuando dije que me iba a presentar a oposiciones para trabajar en este medio concreto, mi madre me dijo, ‘esto es muy propio de ti’.

Quien me conoce sabe que me gusta mi profesión, es muy vocacional. Y entonces, la verdad es que no me dicen ‘ten cuidado’ ni mucho menos, a lo mejor porque yo transmito esa tranquilidad y saben que me gusta mi trabajo, que hay compañerismo… Y aunque no todo es de color de rosa, hay situaciones muy difíciles, es como cualquier enfermero de cualquier sitio. 

P. ¿Qué piensas cuando se promueven leyes como la prisión permanente revisable o desde los medios se escuchan a víctimas o incluso partidos abogar por un recrudecimiento de las penas? 

R. Personalmente, no todo es blanco o negro, hay un gris. ¿Tienen que existir esas pautas judiciales? Yo no soy la más indicada para responder. Como enfermera, cuando llegan a mí, todos son personas privadas de libertad y a mí no me influye el delito que hayan cometido. Mi función es promover la salud en ellos, prevenir la enfermedad, adoptar todas y cada una de las características que puedo adoptar siendo enfermera y no hacer valores de juicio con respecto a temas legales.