Alicante

La costa del Mediterráneo y territorios cercanos fueron gravemente castigados por ofensivas de piratas berberiscos y corsarios en busca de tesoros y riqueza desde finales del siglo XV. Los corsarios no solo arrasaban con todo lo que veían a su paso, sino que también secuestraban y torturaban a sus víctimas, generando el terror en las calles.

Para protegerse, las villas afectadas comenzaron a levantar torres de vigilancia como un sistema de seguridad que alertara de la presencia de enemigos en la zona. En Alicante todavía quedan multitud de estas edificaciones, entre ellas las Torres de la Huerta de Alicante, las del Bajo Vinalopó en Elche y la Torre del Port del Cap de L'Aljub en Santa Pola. 

Uno de los ataques más crueles protagonizado por piratas berberiscos se produjo en 1552, cuando una embarcación llegó a la costa ilicitana, que casi no contaba con vigilancia. Tras llegar la noche, aprovechando la poca presencia de guardias, los piratas pisaron tierra y se desplazaron hasta la villa ilicitana, donde "después de intentar su asalto, capturaron un importante botín en enseres y personas", tal y como describe el Centre d'Estudis Locals del Vinalopó en la publicación 'Castillos y torres en el Vinalopó'. 

Aunque después de este, no se produjeron graves ofensivas, el terror se había instalado en las villas cercanas. Por aquel entonces se creó una institución destinada a la protección y alerta de ataques piratas, también conocida como el 'Resguardo de la Costa', que promovió la creación de una red de alerta a través de las Torres de la Huerta.

Torre del Tamarit, Santa Pola.

Según cuentan desde el Ayuntamiento de Elche, fue en 1449 cuando, por orden del rey, y debido a la presencia de asaltadores de caminos, se habló por primera vez de una "línea de vigilancia que debía salvaguardar las poblaciones de Elche, Alicante, Aspe, Novelda, Elda y Jijona". En cuanto a las torres ubicadas en el interior, debían estar vigiladas las 24 horas del días y, en caso de peligro, los primeros en enterarse serían los empleados de los campos. 

Así, la villa ilicitana comenzaría con la construcción de la torre de Escaletes, en lo alto del cabo de Santa Pola, a la que más tarde acompañarían las torres del Pinet, Tamarit, Cap de l’Aljub y Atalaiola. En 1557, por orden del marqués de Elche y virrey de Valencia, se manda construir el castillo de Santa Pola

Vigilancia y poder

VisitElche describe que los primeros nombres de las torres estaban asociados con apellidos de la nobleza local, pero que más tarde se convirtieron en un símbolo de poder. "A la de Ressemblanc, Asprella, Estanya o Gaitan, se unirían con el tiempo otras, como la torre de la Cañada, detentada en el siglo XVIII por los condes de Torrellano, o la de Carrús, propiedad de los Miralles de Imperial, marqueses de la Torre de Carrús", explican. 

En la actualidad, Elche cuenta con cinco de estas edificaciones, siendo una de las más importantes la Torre de los Vaillo, situada muy cerca del conocido Huerto del Cura. Esta torre, de propiedad municipal, ha estado siempre muy vinculada con el Conservatorio Municipal de Música de la localidad. El nombre le viene por los 'Vaillo', una antigua familia de Elche que pertenecía a la nobleza, y que recibió el título de condes de Torrellano

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