Elche

Este medio ha ido contando cómo la provincia de Alicante, como todo el país, está volcándose con las víctimas de la guerra en Ucrania. Desde particulares a asociaciones, pasando por empresas y administraciones públicas. Un tsunami solidario que ha sorprendido a los colectivos que llevan, en algunos casos casi medio siglo, defendiendo a la ayuda a personas refugiadas de otros guerras que están teniendo lugar en Oriente Medio y en África. 

Es un fenómeno que Joaquina Agulló, de la plataforma de Ayuda a Personas Refugiadas Sirias de Elche, califica de "racismo solidario" por el "doble rasero"; que Amer Hijazi, presidente de la Asociación de Apoyo al Pueblo Sirio de "doloroso" al ver que "se le está dando más valor a unas personas que a otras"; y que Ángela Carrillo, coordinadora de las Asociaciones Solidarias con el Pueblo Saharaui de la Provincia de Alicante, tacha de "decepcionante" y "vergonzoso" porque "se nos ha visto el plumero". 

Hablan claro y sin rodeos porque están "hartas" de "la doble moral" a la que estamos asistiendo. Y partiendo de la base de que a todas las fuentes consultadas les parece "loable y justo" que se le esté prestando toda la ayuda a Ucrania, solo "echamos en falta" la misma predisposición para apoyar otras causas. 

Carrillo cree que uno de los motivos que explica este boom solidario es el factor "afinidad", es decir, "los sentimos más afines a nosotros que a otros", sumado al factor novedad. De ello ya advirtió en la reunión hace unas semanas del Consejo de Cooperación que tuvo lugar en el Ayuntamiento de Elche para coordinar la ayuda a Ucrania. "Recordé que había muchos conflictos, y no solo ese, y que corríamos el riesgo de convertir esta solidaridad en una moda, en lugar de afrontar todos los conflictos que existen de manera equitativa", rememora. 

En su caso, confiesa que ha perdido amistades en las redes sociales por este "doble rasero". "No entiendo que llevamos tiempo mostrando la cara gris del Sáhara y la gente no se conmueve", se lamenta. Por si fuera poco, tras la conversación con Ángela Carrillo salta la noticia de que el gobierno de Pedro Sánchez cede ante Marruecos y reconoce su "plan de autonomía para el Sáhara" como pretendía Rabat y se negaba el Polisario, condenando "más en el olvido" a la antigua colonia española. 

"Es evidente el racismo"

"Es evidente que tenemos una conciencia racista, creemos que no lo somos y defenderemos a muerte que no lo somos", avanza Agulló, representante de una de las asociaciones más activas de la Comunidad Valenciana desde que se creó en 2015. "Pero, en mi opinión, si seguimos permitiendo y normalizando que se permitan los campos de refugiados en Grecia y las devoluciones en caliente en Melilla sin pedir cuentas a nuestro Gobierno, al mismo tiempo que por el otro lado estemos recibiendo con alfombra roja a todas estas personas de Ucrania que por supuesto se merecen este refugio, es porque somos racistas", añade. 

"Es racismo que se nota hasta en la forma de expresarse", sostiene Ángela Carrillo, defensora en las últimas décadas de la causa saharaui, actualmente en guerra con Marruecos. "Leía el otro día la noticia de que un niño ucraniano había llegado a Europa andando y caí en la cuenta de para España es un niño, mientras que si viniera de África sería un mena". Un apelativo que se ha encargado de difundir en los últimos años Vox, formación que, para sorpresa de esta activista, acudió "por primera vez" al Consejo de Cooperación Local del otro día. "Nunca se había interesado por la ayuda a otros pueblos pero si es Ucrania sí", revela Carrillo. 

"¿Los ucranianos no vienen a quitarnos el trabajo?"

"Ahora estos refugiados no parecen que vengan a quitarnos trabajo o comida como siempre han dicho de otros", dice con cierta sorna Amer Hajazi por teléfono desde Madrid. "Dada la situación, en Siria ha llegado a haber una campaña en la que se ven niños sirios a los que han pintado los ojos azules y el pelo de rubio y se puede leer el lema 'soy ucraniano, ayúdame', señala por su parte.  

La guerra en Siria acaba de cumplir 11 años desde su estallido y en todo este tiempo, "la ayuda humanitaria no se ha organizado tan rápido como la de Ucrania", prosigue este sirio que señala que "parece que haya dos niveles de humanos, de primera y de tercera, de segunda no creo que existan". Se refiere a la negativa de España a acoger a refugiados sirios con las crisis migratoria de 2015, que contrasta con "la agilidad" con la que el país está tramitando los permisos de acogida en la actualidad "para los ucranianos solo". 

En una intervención en la que sí que diferencia al "pueblo español, que sí se ha volcado con nosotros", frente a la administración pública y las grandes ONG, "que no han querido ayudarnos". "Bueno, lo único que han hecho bien es en la educación primaria, acogiendo rápidamente a los menores sirios en los colegios, aunque más complicado ha sido en la universidad, conociendo casos de médicos que les faltaba una asignatura para convalidarles el título y no les han dejado", denuncia. 

¿Hay esperanza?

La plataforma siria de Elche anda estas semanas, como tantas asociaciones, ayudando en lo posible al pueblo ucraniano, desde asentando a familias ucranianas que ya están en Elche, colaborando con colegios de la ciudad que están recogiendo material humanitario o buscando casas para otras familias "ya sean ucranianas, sirias, iraquíes o de Marruecos, no hacemos distinciones por la nacionalidad".   

Frente a esta labor puntual, sus voluntarias llevan años dando charlas de concienciación en colegios e institutos. Hace unos días estuvieron en el IES Severo Ochoa donde el alumnado "insistió en la necesidad de acoger niños de Ucrania y les dijimos que eso estaba muy bien pero que debían de ayudar independientemente de su color de piel o país", comenta Joaquina Agulló. 

"Queremos creer que la ayuda a Ucrania va a servir de precedente para que se articule una política migratoria más inclusiva e integradora", sostiene Paloma Jiménez, de la ONG Solidaridad Internacional en Alicante. "Queremos llevar a la reflexión a las instituciones y cargos políticos para que sirva de punto de inflexión esto que ha pasado", defiende. 

"No creo que sirve de punto de inflexión, la gente no se va a volver más solidaria después de Ucrania", expresa Ángela Carrillo. En cambio, Joaquina Agulló es más optimista tras la última charla en un instituto. "Sí que es verdad que vi que los niños tienen un poder de racionamiento que no tienen los mayores; y estoy convencida de que la sociedad joven tiene el impulso de salvar el mundo". 

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