Alicante

Después de 11 años en San Sebastián, el polémico obispo José Ignacio Munilla pasará a ser, el próximo 12 de febrero, el nuevo obispo de la diócesis de Orihuela - Alicante en sustitución del actual obispo valenciano Jesús Murgui Soriano, de 75 años, quien ha renunciado por edad al cargo.

Murgui fue noticia al principio del proceso de vacunación contra la Covid-19 cuando reconoció que él, así como su hermana y cuñado, se había vacunado antes de tiempo en la Casa Sacerdotal. Si bien en su momento explicó que había aceptado la primera dosis por habérsela ofrecio el servicio médico del obispado "que es común a todos los sacerdotes", después renunció a la segunda dosis como acto de buena fe y la Fiscalía de Alicante acabó archivando su caso de la terna de políticos que estaba investigando por saltarse el protocolo de Sanidad. 

Pero el perfil de Murgui no es el de alguien que esté cómodo en el foco mediático. Sus más de 9 años al frente de la diócesis de Orihuela han estado marcados por la discreción de este valenciano que ha sido anteriormente obispo de Mallorca. Su salida, a petición propia ante el papa Francisco, ha abierto la puerta al teólogo vasco, conocido incluso antes de ser obispo por sus artículos en la prensa, normalmente polémicos, al estar cargados de tintes machistas y homófobos.

Nombramiento con rechazo

En el obispado donostiarra, cargo al que accedió por designación del papa Benedicto XVI ante el rechazo del 77% de los curas de Gipuzkoa y 11 de sus 15 arciprestes, que no lo consideraban "el idóneo" precisamente por sus comentarios, ha venido acentuando su perfil de comunicador hasta el punto de convertirse en altavoz de los prelados ultraconservadores, según sus críticos.

Munilla, fiel a su estilo, se ha autodefinido en alguna publicación como políticamente incorrecto, posicionamiento que no parece incomodar a la Conferencia Episcopal Española, que en marzo de 2020 lo incluyó en la Comisión para las Comunicaciones Sociales; todo lo contrario ha pasado con políticos y representantes institucionales vascos, contrarios a su "integrismo religioso" constante.

Con su propia página web, nueve libros publicados, redes sociales (104.000 seguidores en Facebook, 70.000 en Twitter y 40.000 en Instagram), colaboraciones en y apariciones constantes en los medios de comunicación, el prelado ha venido acaparando titulares de prensa no por su defensa de la doctrina católica, sino por su corte ideológico ultra. "Si fuera mi obligación quedar bien con la gente, coincidir con sus opiniones o darles la razón, me quitaría esto (el alzacuellos) y me iría. Yo no quiero los aplausos de nadie", avanzaba en 2010 en un programa de la ETB1 vasca. 

Curar a gais

A continuación, aseguraba que estaba "ayudando a tres personas que son homosexuales y que han venido a pedirme ayuda a mi para curar las heridas que han tenido a lo largo de sus vidas porque han visto de forma muy clara que su homosexualidad es consecuencia de las heridas sufridas en su infancia dentro de la familia", dijo ante la incredulidad en indinación de los tertulianos presentes. 

Su libro publicado en 2015.

En esa línea se ha venido expresando en su libro 'Sexo con alma y cuerpo' (2015) donde justificaba las prácticas homosexuales, que reprobaba en todo momento, como de "desviación neurótica" por la que, insiste, deben "sanarse" de las heridas que "provienen de la infancia y la adolescencia". En dicho libro también se refiere a la masturbación como "una especie de violencia que pretender arrancarle el placer". Por supuesto, se muestra contrario a los anticonceptivos -muestra oposición frontal al aborto- y al sexo antes del matrimonio, incluso se refiere a las reaccionas "desproporcionadas" que puede haber, como "una eyaculación que ni esperaba ni quería", algo que no califica de pecado, pero sí de "inquietud moral". 

No al feminismo

Asimismo, sobre el feminismo, Munilla se ha mostrado en todo momento contrario a esta postura. En su programa de Radio María se posicionó en contra del "femismo radical" y abogó por acabar con el machismo "con el cristianismo". "El cristianismo ha hecho un gran servicio a la dignidad de la mujer, por su vocación de la fidelidad en el amor y de la monogamia". A su juicio, "lo que más dignifica a la mujer es el don de la maternidad".

A este respecto, en su libro sobre el sexo, escribió: "Una persona, por el hecho de ser mujer, va a ser cíclica, y tendrá unos procesos hormonales concretos en relación a su fertilidad. Pueden estar más sensibles o susceptibles, a algunas les da por la actividad o por la limpieza, se sienten más o menos vitales".

Por último, sus declaraciones no han escapado del racismo al apoyar en 2015 al arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, en 2015, cuando alertó "de una invasión de refugiados" que fue equiparado con el terrorismo. El nuevo obispo de Orihuela aseguraba en Twitter que Cañizares llevaba razón. Ahora llega a Alicante, donde el Secretariado de Migración -órgano pastoral de la Diócesis de Orihuela-Alicante- lleva tiempo posicionándose a favor de humanizar a las personas migrantes y refugiadas, todo lo contrario que estas afirmaciones. 

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