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En 2024, la Asociación de Vecinos Guardamar Playa (playa Babilonia) requirieron por tercera vez a la Dirección General de Costas (Ministerio para la Transición Ecológica) informes técnicos sobre la construcción del espigón que ha terminado por acabar con el litoral en su zona y que como consecuencia va a terminar con el derribo, a partir del día 15, de los edificios históricos proyectados por el ingeniero Mira en los años 30 del pasado siglo para proteger el municipio de la desertización por dunas.

Eso, si no prospera la suspensión de derribos que han solicitado tanto los vecinos en sus recursos como la Generalitat. EL ESPAÑOL ha tenido acceso a esos documentos, de los años 80 y previos a la construcción del espigón, en los que se analizaban las corrientes marinas, el transporte de sedimentos fluviales y la futura dinámica de erosión del litoral.

Hasta 2 años y sucesivos requerimientos, con conocimiento del Defensor del Pueblo, se ha tardado en conocer esta información pública, cuando plazo legal es de un mes. Y además todavía está incompleto ya que nadie sabe dónde está el informe de impacto ambiental que debería haberse hecho antes de construir el espigón.

El espigón, construido entre 1990 y 1994, supuso una barrera de más de 500 metros construida con una orientación contraria a la del resto del Mediterráneo español, Este y Noreste (E-NE),con el objetivo de mejorar la desembocadura del río Segura y poder construir un puerto deportivo en su interior. Los vecinos responsabilizan de la regresión de su playa a esta infraestructura.

Y los informes a los que ha tenido acceso este diario apuntan a que el Estado tenía conocimiento de lo que podía suceder y erró en las previsiones y diagnóstico. Curiosamente, uno de estos informes, de 1987, deja caer que la decisión final sobre la construcción de la infraestructura puede no ser solo técnica.

Evolución en el tiempo del espigón de Guardamar. AAVV Playas Guardamar

Y afirma: "Existen otra serie de factores (políticos, económicos, urbanistas, sociales, operativos, etc.), junto con otros de carácter técnico (geotécnicos, hidráulicos, estéticos, y otros) que sobrepasan el ámbito de este estudio, que pueden intervenir en la elección final de la solución". Y los vecinos se preguntan, ¿cuáles fueron finalmente esos factores políticos o económicos que determinaron su construcción al revés?

En 1984, un análisis del "Centro de Estudios y Experimentación de Puertos y Costas 'Ramón Iribarren' de Madrid" incorporado al expediente ya expone que el movimiento de arenas "tiene su componente principal en sentido Sur", lo que debía hacer suponer que el nuevo espigón orientado al revés podría causar problemas ya que sería una barrera artificial.

Pero acto seguido el escrito asegura que "debido quizá a la presencia de la Isla de Tabarca, un poco al Sur de la desembocadura del río Segura y hasta las proximidades del Vinalopó, el transporte litoral de arenas tiene su resultante neta dirigida hacia el Norte". La isla de Tabarca está al Norte de Guardamar, y no al sur.

Ese informe aseguraba y preveía que "cabe esperar una erosión general en el tramo de playa al Norte de la desembocadura", que finalmente no ha llegado a producirse. Sin embargo, sí han retrocedido las playas de Viveros y Babilonia al Sur del espigón, como lo reflejan los mapas y las antiguas fotografías de la zona.

Evolución de la línea litoral al sur del espigón de Guardamar, en las playas Viveros y Babilonia. AAVV Playas Guardamar

Ese mismo informe añade ya "la disminución de los aportes del río por causa de la intensa regulación a la que ha sido sometido en las últimas décadas y la construcción de esta obra de estabilización, han provocado una sensible erosión en la playa".

Y alerta de las posibles consecuencias pidiendo que no se haga tan largo: "esta obra supone una interrupción casi total del transporte longitudinal de arenas, que independiza los tramos de costa a uno y otro lado de la desembocadura. Un espigón más corto retendría con gran efectividad las arenas". La decisión de hacer más pequeño el espigón no se tomó.

Dos años después, en 1986, se incorporó un nuevo estudio al expediente del CEDEX (Centro de Estudios y Experimentación de Obras Públicas dependiente del Ministerio). En él se sostiene que "a partir de la construcción del antiguo encauzamiento del río, se aprecia un retroceso de la línea de costa en las playas situadas en su margen izquierda", Viveros y Babilonia.

Y añade que "la disminución de los caudales desaguados por los ríos Segura y Vinalopó y la progresiva fijación del terreno como consecuencia de la actividad humana, ha reducido sustancialmente los aportes sólidos de material a la costa, lo que actualmente parece traducirse en un lento proceso regresivo de la misma en ciertas zonas".

Las obras no debían interferir en el aporte de arena a las playas, como se reconoce desde el primer momento por el Ministerio, pero sí lo hicieron. Y añadía: "las obras propuestas supondrán una disminución del ritmo de trasvase de arenas de una playa a otra, al añadir una barrera que dificulta el que los sedimentos sobrepasen el encauzamiento derecho".

Un año después, en 1987, CEDEX emitió otro informe en el que reiteraba que "los diques de encauzamiento de la actual desembocadura suponen ya una barrera notable al tránsito libre

de la corriente sólida longitudinal". Lo que debía hacer suponer que el nuevo espigón agravaría el problema. Y más, cuando se alargó hasta los 500 metros. Pero no se realizaron nuevos análisis en función de esa ampliación de metros.

Por último, ha salido a la luz otro informe de 1988, de CEDEX dirigido a la Dirección General de Costas. El denominado como "definitivo". Tampoco se han cumplido sus previsiones, que se centraron en que "la construcción del dique propuesto supone una importante reducción de la cantidad de sedimento que penetra desde la playa hacia la desembocadura, y que provoca actualmente el aterramiento y obstrucción de la misma". La desembocadura sigue colapsándose y debe ser dragada con regularidad.