Cuando se cumplen tres años de la invasión rusa, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha anunciado la creación de una Casa de Ucrania en Torrevieja para ayudar a los refugiados en España, una noticia celebrada por la comunidad ucraniana en la provincia, la favorita de esta nacionalidad.
"Es una guerra que físicamente está en Ucrania, pero no sabemos qué va a pasar mañana, por lo que hay que estar todos unidos", señala Anna Shkalenko, presidenta de la asociación Amigos de Ucrania, que ya cuenta con una Casa de Ucrania en Alicante.
Shkalenko explica que, aunque ambas entidades compartan nombre, la iniciativa anunciada en la cumbre internacional de apoyo a Ucrania tendrá como función principal asistir y asesorar a los refugiados que se encuentren desorientados o en situación de necesidad en todo el país.
La nueva Casa de Ucrania ofrecerá información, plaza de acogida para quienes lo necesiten, tramitación del número de la Seguridad Social, tarjeta sanitaria, orientación laboral y asesoramiento jurídico.
"Han pasado tres años desde la invasión, pero los ucranianos no dejan de llegar porque sienten un efecto llamada por parte de los primeros refugiados que vinieron", apunta.
"Nosotros somos una asociación y no podemos ofrecer ayudas o alojamiento. Recogemos la comida que podemos y organizamos eventos, clases y talleres, pero se necesita un apoyo estatal", resalta Shkalenko.
Ayuda a refugiados
Amigos de Ucrania nació hace seis años, pero "desde la invasión rusa se han multiplicado los asociados, antes nos reuníamos en una sala que nos dejaba el Ayuntamiento o en los parques, pero con el conflicto abrimos la Casa Ucraniana para que pudieran tener un lugar donde hablar, escuchar música y relacionarse con otra gente ucraniana".
Como presidenta, se encarga de asesorar a los ucranianos que llegan a Alicante sin conocer los pasos necesarios para regularizar su situación y obtener los permisos correspondientes.
Anna Shkalenko en la Casa de Ucrania de la asociación Amigos de Ucrania.
"Hay ucranianos que me llaman desde el mismo aeropuerto y los dirigimos al Centro de Recepción de Emergencia para la Atención y Derivación (CREADE) de Torrevieja", añade.
La ciudad ha sido elegida por el Gobierno por contar con una colonia de casi 10.000 ucranianos y con uno de los cuatro CREADE de España, junto a los de Madrid, Barcelona y Málaga.
El área geográfica que comprende la Comunitat Valenciana y la Región de Murcia, especialmente la provincia de Alicante, alberga la mayor presencia ucraniana en España, con más de 88.000 autorizaciones de residencia expedidas. Le siguen Cataluña, con casi 49.000 (principalmente en Barcelona y Girona), Madrid, con algo más de 42.000, y Málaga, con cerca de 30.000.
Preocupación y solidaridad
Aunque aún no conocen los detalles sobre el inicio del proyecto, la comunidad ucraniana está agradecida por "sentir la solidaridad española y los países de Europa".
Sin embargo, también reconocen su preocupación ante el impacto que pueda tener la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca. "Nos levantamos cada día con tres noticias nuevas y ni siquiera cuentan con nosotros para negociar. Quieren terminar rápido con el conflicto sin tener en cuenta la historia y los 11 años de guerra", lamenta Shkalenko.
Recuerda, además, que "Trump estará cuatro años y quizá detenga la guerra, pero bien sabemos que en cinco años puede surgir otra generación que quiera continuar el conflicto, así que no podemos estar seguros de que vaya a terminar".
Ella misma lleva en Alicante desde 2014 y ha visto crecer a niños que solo han conocido la guerra. "La gente está desmotivada, en cada acto que organizamos por el aniversario acude menos gente. Pero hay que seguir unidos para que escuchen nuestra voz, aunque creamos que no lo hacen".
Mientras tanto, la Casa de Ucrania sigue funcionando como el primer día. Las voces de niños y niñas ucranianos practicando cantos en coro durante la entrevista son prueba de que la asociación mantiene intactas sus actividades, sin dejarse afectar por los cambios geopolíticos.
"Mientras tanto, seguimos con nuestra vida. Aquí la gente está feliz aprendiendo castellano, haciendo talleres y actividades, y ayudando a los más vulnerables, porque no hay otra", concluye Shkalenko.