Hace un par de días se hacían públicos los datos censales que atesora la Federación de Fogueres relativos al ejercicio 2022/23, certificando la estimulante perspectiva de un aumento de festeros en el conjunto de comisiones. Pasamos de los 8.119 del pasado junio a los 8.550 inscritos para 2023. Es decir, 470 asociados más, con un crecimiento de aproximadamente un 4%. 

El desglose es el siguiente. 4.397 foguerers sobre los 3.983 de 2022 (aumento de 414 festeros). 2.176 fogueres infantiles sobre los 2.164 del pasado año (un crecimiento de apenas 12 niños). Finalmente, 2.007 barraquers en contraposición a los 1963 de 2.022 (44 más).

De entrada, resulta positivo hacer públicas estas cifras, algo habitual en cualquier ámbito festivo, pero que por lo general en nuestras fiestas del fuego ha sido poco frecuentado. Felicitémonos por ello. Por otro lado, el crecimiento de la participación ha sido algo habitual -en algunos casos incluso un fenómeno explosivo- en las grandes celebraciones de la provincia de Alicante durante este retorno de 2022. Un fenómeno generalizado, basado en la necesidad de recuperar nuestras tradiciones, que esperemos tenga continuidad en años sucesivos.

Y hay que señalar dos puntualizaciones con respecto a estos datos concretos. La primera consignar el desliz que la presidenta de la Federación expresó en sucesivas entrevistas realizadas en junio, indicando que el censo era de unas diez mil personas, cuando algunos hablábamos de unas siete mil quinientas.



La segunda, señalar que esa suma resulta en cualquier año engañosa puesto que, de las cerca de cincuenta barracas inscritas, una quincena depende directamente de su foguera respectiva, por lo que su caudal humano se forma casi totalmente de las mismas. Es decir, que con facilidad hay unos trescientos festeros que computan como foguerers y barraquers al mismo tiempo.

En cualquier caso, lo cierto es que estas cifras se mantienen bastante estacionarias. Podemos señalar que en 1991 la suma de los tres vértices ya alcanzaba los 7.557 asociados. La cifra ascendía 7.618 en 1998, y llegaba hasta los 8.040 en 2011, descendiendo algo en ejercicios posteriores. Si contamos que los datos para 2023 se sobredimensionan ligeramente por dicha duplicidad parcial, admitamos que nos encontramos con una estabilización que corre pareja a la del censo de la ciudad.

El gran problema foguerer de Alicante reside en la existencia de una veintena larga de comisiones que sobrellevan con dificultades una cierta fragilidad en su engranaje y caudal humano. Algunas de ellas, por fortuna, han sabido revertir estas limitaciones en los últimos meses. Pero esto no ha sucedido por las propuestas emanadas por Federación.

Por el contrario, poco a poco más asociaciones están asumiendo que las estructuras habituales deben modificarse y homologarse con otras celebraciones que nos rodean y de las que tenemos que aprender, definidas en una participación mucho más económica y con una implicación menos intensa. Esa debería ser la directriz de un órgano rector encaminado a un necesario cambio de paradigma. No se trata de hacer más actividades. Algunas de ellas incluso quizá sobren.

Lo que se trataría sería de buscar el anhelo en pocos años, de sumar al menos un 5% del censo alicantino -unos 16.000 ciudadanos- en les Fogueres. Algo inalcanzable hoy día, máxime reiterando la imposibilidad de crecimiento del colectivo barraquer y, sobre todo, constatar ese censo infantil estacionario que en ocasiones conforma comisiones con niños de cifras casi testimoniales.