Estoy seguro de que si pregunto a algún foguerer que hecho de importancia para nuestra Fiesta sucedió la noche del 10 de diciembre de 1988, nadie o casi nadie me podría responder. En esa jornada nocturna y dentro de la desaparecida discoteca ‘Don de Noche’ se celebraba la primera de las tres sesiones de que constó el I Concurso de Play-Back ‘Fogueres de Sant Joan’.



Recuerdo como el desaparecido Conrado Albaladejo Tello tuvo la intuición -al contemplar la primera edición de este mismo certamen realizado las Fallas de Valencia- de adaptarlo al mundo foguerer, que en aquellos años empezaba a consolidar comisiones caracterizadas por su juventud. En la Comissió Gestora se empezó casi a empujar a las hogueras definidas en esta línea… Carolinas Altas. Calderón, La Goteta, Polígono de Babel…



La experiencia fue un éxito, contando aquella edición inicial con las modalidades de individual y grupo. Al año siguiente se creó la modalidad infantil, en unas actuaciones sin decorados, en donde se valoraba la capacidad de imitación, y la verdad es que el colectivo foguerer se lo pasaba en grande.



A lo largo de los años, los marcos elegidos variaron muchísimo. plaza de Navarro Rodrigo, mesón ‘El Palamó’, paraninfo de la Universidad, Teatro Principal, estadio Florida-Babel, Colegio Maristas, Centro de Tecnificación, Hogar Provincial, Colegio, Pitiu Rochel… Todo ello, hasta llegar a esta XXXIII edición, cuyas primeras eliminatorias se han desarrollado el pasado fin de semana, en otra señal de retorno de la dinámica de las comisiones.



Cuando un tercio de la historia de les Fogueres ha estado y sigue estando acompañada del denominado -desde 1996- Concurso Artístico, bueno sería, aunque a uno le pueda gustar más o menos, valorar la importancia que ha ido generando desde su creación, para dinamizar y de alguna manera servir hasta ahora como el ámbito que iniciaba cada ejercicio.



Algo que no sabemos como quedará, después de la desafortunada modificación de estructuras de ejercicio aprobada recientemente. En cualquier caso, uno se plantearía la posibilidad de que se realizara un estudio en torno a la historia y evolución de este certamen, que tantas pasiones ha ido provocando con el paso de los años, en el que no pocas comisiones fueron dejando su impronta, y que incluso aportó a nuestras hogueras una constante cantera de jóvenes valores artísticos.



Una larga historia en la que cada uno retendrá actuaciones inolvidables. En mi caso, nunca olvidaré el impacto que me provocó en el otoño de 1991, cuando en el Hogar Provincial contemplé aquella inolvidable actuación de la comisión de Plaza de Santa maría, recreando el musical ‘El fantasma de la Ópera’.



De entrada, la reactivación del certamen, aunque ha propiciado que numerosas comisiones hayan decidido no participar, ha permitido aún a la fuerza, descubrir un nuevo marco de celebración, la Ciudad de la Luz, que quizá haya permitido mayor desahogo en las actuaciones.



En cualquier caso, en tiempo de cambios, además de alegrarme ver que poco a poco la Fiesta va reanudando su actividad, uno se atrevería a plantear -lo he comentado en muchas ocasiones- la posibilidad de implantar en las actuaciones, y a modo de decorados móviles a criterio de cada comisión, la sustitución de estos por el uso de pantallas de retroproyección que, además de otorgar otra estética a los números, permitiría que esas interminables esperas entre participantes desaparecieran. Hora es de intentarlo…