¿Qué queremos de nuestro sistema sanitario, que sea eficiente o que se ajuste a nuestro particular concepto de justicia social? Y digo particular porque es muy subjetivo, cada persona tiene el suyo. Y al final, lo único objetivo son los resultados, nos gusten o no.

En septiembre de 2019, antes de la pandemia que lo ha tergiversado todo, este diario informaba de que el hospital de Torrevieja registraba el mejor dato de lista de espera quirúrgica de todos la Comunidad Valenciana. Un departamento de salud gestionado por una empresa privada, Ribera Salud, pero bajo criterios públicos de la sanidad "universal, gratuita, justa, equitativa, solidaria, eficiente, eficaz y profesional", que son los que impone el Ministerio a todas las autonomías.

En Torrevieja nadie se queda fuera del sistema por no tener recursos económicos suficientes. A nadie se le discrimina por su procedencia o estatus social. Todos los ciudadanos adscritos a ese departamento tienen los mismos derechos que cualquier otro ciudadano de la Comunidad Valenciana.

¿Cuál es el problema entonces para que llevemos meses -los peores meses de la tercera ola de la pandemia-, a vueltas con la reversión del departamento a la "sanidad pública"? Pública no ha dejado de serlo para los pacientes en los últimos 15 años. Simplemente una cuestión ideológica.

El Gobierno Botánico (PSOE-Compromís-Podemos) considera que hay asuntos como la Sanidad -también la Educación, aunque no se atreven a abrir el melón todavía- en la que "una empresa privada no debería poder hacer negocio". Y es cierto que para Ribera Salud sus hospitales de Torrevieja, Elche o parte de Dénia es un negocio. Pero, ¿qué hay de malo en ello?

Yo entendería que se hablase de reversión si esa empresa o cualquier otra hubiese sacrificado la calidad asistencial, si hubiesen excluido a una parte de la población o si limitasen los recursos para obtener mayores beneficios económicos. Si hubiesen primado la eficacia y la eficiencia del sistema frente a la gratuidad, la justicia, la solidaridad o la profesionalidad. Pero los datos no reflejan eso.

Lo que aquí se dirime no tiene nada que ver con Sicko de Michael Moore. De lo que estamos hablando es de que una mejor gestión de los recursos por parte de la iniciativa privada puede, y de hecho lo hace, dar un margen de beneficios a quien lo gestiona. Simple y llanamente. 

La respuesta ideológica de la izquierda cuando planteas algo así es que "con asuntos tan sensibles como la sanidad nadie debería enriquecerse". El tabú. Y entonces llega el argumento de que si dejamos toda la gestión en manos privadas corremos el riesgo de terminar con una sanidad sólo privada y alejada de la gratuidad, justicia, equidad... Éste es el meollo de la cuestión, pero realmente de eso no es de lo que estamos hablando cuando tratamos la reversión del hospital de Torrevieja.   

Al final te queda la sensación de que el hecho de la iniciativa privada pueda demostrar que gestiona mejor que la pública atenta contra los cimientos del pensamiento único que la izquierda trata de imponer a toda la sociedad. Curiosamente muchos de los "ideólogos" que defienden estos argumentos no han trabajado en su vida en una empresa privada. Y si quieren, hablamos de eso.

Todos sabemos cómo funciona el sistema público de salud valenciano, de sus bondades y de alguno de los efectos perversos que provoca el simple hecho de ser "público". Hay que reconocer que gozamos de uno de los mejores sistemas sanitarios del mundo con magníficos profesionales. Pero también existe el absentismo continuado, privilegiados o malgasto de recursos

Quizás por eso me ha indignado las palabras de Manuel Mata acusando injustamente a los trabajadores de Torrevieja. No es un desliz. Lo llevan grabado a fuego en su imaginario colectivo. Es el problema de los dogmáticos que son incapaces de ver más allá de su ombligo ideologizado, que se dedican a generalizar sobre colectivos que ni siquiera conocen. Los menos inteligentes necesitan recurrir a tópicos y prejuicios falsos para defender su ignorante posicionamiento político.

¿Se podrían dar estos casos en la empresa privada? Seguramente se dan. Pero cuando alguien se juega su dinero, gestiona el suyo no el de todos, intenta poner mucho cuidado en las personas a las que contrata, a las que promociona, en cómo se usan los recursos. Es pura lógica: al final los resultados son los que son y nadie quiere perder "su" dinero. Y es en ese margen en el que las empresas privadas pueden obtener beneficios.

Así que si yo estuviese adscrito al departamento de Torrevieja estaría bastante enfadado. Si la lista de espera que tengo (datos prepandemia) es de 35 días, me cabrearía mucho que un cambio de gestión me llevase a una lista de espera de 156 días, que es la que tenemos los adscritos al Hospital de San Juan de Alicante. Ni más ni menos. Y a partir de ahí, hablemos de ideología.