Alicante
Publicada
Actualizada

Subir el sueldo a un trabajador puede parecer, desde fuera, una decisión sencilla. Pero detrás de cada mejora salarial hay una factura que, para muchas pymes, se convierte en una carga difícil de asumir.

El empresario David Ariza lo expone sin rodeos: aumentar 100 euros el salario de un empleado supone para él un coste real de 250 euros. Una diferencia que no se refleja en el bolsillo del trabajador, pero sí en la cuenta de resultados de la empresa.

Este restaurador alicantino, propietario del céntrico negocio 'Rice & Bones', ha participado recientemente en un debate sobre salarios organizado por laSextaXplica.

Allí dejó clara su postura sobre el impacto que las subidas salariales tienen en los negocios pequeños, que, como el suyo, tratan de sobrevivir manteniendo la calidad del empleo n un contexto de costes al alza.

Ariza conoce bien los números. Desde que abrió su restaurante, el coste salarial por empleado ha pasado de 1.780 a 2.160 euros.

Sin embargo, sus empleados apenas han visto un aumento de 100 euros netos en ese tiempo. La diferencia, de más de 400 euros por cabeza, se va en cotizaciones y cargas sociales.

"Para subir 100 € el salario tengo que asumir un coste de 250 €. Y eso solo tiene una salida: subir los precios del restaurante", lamenta el empresario. Pero esa subida, en cadena, termina afectando también al cliente.

"Hace que sea más caro venir a comer y eso, al final, perjudica la productividad", señala.

Ariza sostiene que la situación es "insostenible" para muchos pequeños empresarios, que deben elegir entre recortar plantilla o trasladar los costes al consumidor.

En su caso, ha optado por mantener el equipo sin despidos, pero a costa de encarecer la carta.

"No repercute al empleado"

Una de las cuestiones que más le preocupa es la poca eficacia que, en su opinión, tienen estas subidas salariales. "Aunque pague 400 € más por trabajador, el empleado solo nota 100 €", recalca. El resto se va en cotizaciones destinadas a pagar pensiones actuales, no a la jubilación futura del propio trabajador.

Una crítica sindical

Las palabras del restaurador no pasaron desapercibidas. En el programa la Sexta Xplica, la sindicalista Afra Blanco le replicó con dureza: "El coste salarial del empleado sale de su propio trabajo y de la plusvalía".

Blanco también le preguntó directamente: "¿A cuántos trabajadores has despedido?", en un intento de evidenciar la contradicción entre el discurso de sacrificio y las decisiones empresariales.

La colaboradora puso sobre la mesa la precariedad de muchos trabajadores que, pese a cumplir con su jornada laboral, no consiguen alcanzar una calidad de vida digna.

"Los trabajadores van a su puesto de trabajo para obtener un salario y vivir. Pero muchos no pueden permitírselo con lo que cobran", denunció.

El caso de David Ariza ejemplifica las tensiones que atraviesan hoy el mercado laboral: la necesidad de mejorar los sueldos frente a la presión que ejercen los costes sobre los pequeños negocios.

En el fondo, la pregunta no es solo cuánto cuesta pagar más, sino quién debe asumir esa diferencia. ¿La empresa, el cliente o el Estado?

Mientras tanto, el empresario alicantino lo tiene claro: si no se revisa la estructura de cotizaciones, "subir los sueldos no es viable sin subir también los precios".

Una reflexión que, guste más o menos, pone sobre la mesa un dilema que no solo afecta a la hostelería, sino al conjunto de la economía española