Alicante

El Instituto de Estudios Económicos de Alicante (Ineca) nació en 2007 con el objetivo de monitorizar la evolución de la economía de la provincia en un momento clave para el desarrollo empresarial: la crisis de 2008, con el estallido de la burbuja inmobiliaria, tuvo una repercusión cuyos ecos siguen resonando hoy en día, y que se ha solapado con el parón provocado por la pandemia mundial del coronavirus. En todo este tiempo Ineca ha ejercido como lobby para los intereses empresariales de la provincia, aunque siempre desde un discurso moderado y respaldado por los datos. 

El abogado Rafael Ballester lleva desde febrero de 2018 al frente del instituto, y concede esta entrevista a El Español para hablar de los Presupuestos Generales del Estado, la "infrafinanciación crónica" de la provincia, el momento de crisis actual y las posibles soluciones a algunos de los problemas estructurales que arrastra Alicante. Para empezar advierte: "Tenemos que influir en quien toma decisiones".

El proyecto de Presupuestos Generales del Estado para Alicante en 2022 contempla la menor inversión por habitante de España, inferior a los 98 euros. ¿Qué valoración hace Ineca al respecto?

La valoración es que son decepcionantes. Volvemos a comprobar que estamos metidos en un déjà vu perpetuo en el tema de los presupuestos, es como el Día de la Marmota. Una vez más se confirma esa infrafinanciación crónica, un término que acuñó el anterior presidente de Ineca [Perfecto Palacio, ahora presidente de CEV Alicante], y encima comprobamos que incluso este año aparentemente la cosa se agrava. Estamos incluso en una previsión presupuestaria inferior a la de otros ejercicios en cuanto a inversiones. Y eso sin contar otros parámetros que lo empeoraba aún más.

¿Como cuáles?

Nosotros siempre miramos el capítulo de inversiones porque es lo que está territorializado y es lo que permite, con cierta transparencia, evaluar el impacto de los presupuestos en la provincia de Alicante. Pero hay que hacer una observación en ese sentido: estas reflexiones se hacen sobre los presupuestos proyectados, pero cuando vemos el grado de ejecución en los informes de Intervención te das cuenta de que es notablemente bajo. Es decir, no solo hay que hacer los números prometidos, que ya nos sitúan a la cola de España, sino con los ejecutados, que es peor aún. Y ahí está el problema real.

¿Por qué cree que el grado de ejecución es tan bajo?

Pues por problemas de muchos tipos. Pueden ser simplemente administrativos o también de planificación presupuestaria: se prometen inversiones que técnicamente no se pueden ejecutar en ese año, pero hay que rellenar el hueco. Se dice que los presupuestos sirven para generar ilusión, pero muchas veces pasamos de la ilusión al ilusionismo.

¿A qué se puede achacar esa infrafinanciación crónica en Alicante? ¿A la falta de voces autorizadas, falta de peso en los órganos de decisión, falta de iniciativa políticas, de lobbies...?

Seguramente es una mezcla de todo. De tener una capacidad tractora dentro y fuera de Alicante para generar una mayor visibilidad de las necesidades que tenemos. Porque las necesidades las tenemos, y hay un consenso muy amplio sobre cuáles son. De hecho, hay también un ejercicio de déjà vu perpetuo sobre lo que nos hace falta: el tema de la conexión con el aeropuerto, Cercanías... nos lo sabemos todo de memoria. Y son necesidades que nadie te dice que no hacen falta: sabemos que son necesarias y que si se ejecutan van a mejorar notablemente el presente y futuro de la provincia. Pero una vez que se producen esos consensos, lo que no somos capaces es de generar esa sensibilidad en quien tiene que tomar decisiones para poder mover esos hilos.¿Qué cree que hace falta para que se muevan?

Aparte de los lobbies y del liderazgo que pueda haber desde fuera, lo que se necesita también moverse en los despachos. Dentro del sistema. El sistema es donde se toman las decisiones, que suele ser en los despachos de los altos funcionarios de los ministerios. Allí es donde se establecen las estrategias y la planificación de ejecución de inversiones. Hablo de carreteras, costas, agua... Seguramente no nos movemos lo bien que hace falta o no despertamos el interés de esas personas.

¿Y eso hace que la provincia siempre llegue tarde?

Es que muchas veces es que ni siquiera hay estudios que puedan servir de base para los proyectos que necesitamos. Porque la Administración puede decidir impulsar el tren de la costa, por ejemplo, o la conexión con el aeropuerto, pero si alguien tomase la decisión política de llevarlo adelante aún tardaríamos cinco o seis años. No hay un preestudio, un avance o un proyecto. Luego hay que tramitarlo, pasar los estudios ambientales y evaluaciones técnicas...

¿Hay algo que se pueda hacer desde Alicante?

Una de las cosas que hemos planteado en Ineca, y en la que está de acuerdo CEV Alicante, es que hay necesidades claras; esas necesidades tenemos que convertirlas en proyectos y tener ahí ese stock, para que sean licitables y ejecutables cuando llegue el momento. Eso es lo que hacen otras administraciones: tienen necesidades y proyectos aprobados, y están a la espera de que llegue el dinero.

¿Qué proyecto considera Ineca absolutamente prioritarios?

En el estudio que hicimos con la CEV y con la Cámara de Comercio, en el top estaría la conexión ferroviaria con el aeropuerto Alicante-Elche; la mejora del sistema de Cercanías, que es tercermundista, y su conexión con Murcia; mejora de la conexión ferroviaria con Valencia a través de la Alta Velocidad, porque estamos peor ahora que hace 15 años; y el tema de carreteras, donde entraría la ampliación de la A7, la mejora de la A7 entre Alicante y Crevillente para hacer la conexión con Murcia, y la mejora de Alicante a Villena. Pero sobre todo me centraría en el tema de Cercanías, de movilidad sostenible, que aquí tenemos unas condiciones fantásticas para conectar ciudades pero la conexión ferroviaria es muy deficiente.

Resulta llamativo que todas las infraestructuras prioritarias aún por hacerse sean de conexión en una provincia tan turística como Alicante. ¿Le ha perjudicado ese déficit de inversiones en la competitividad de la provincia en esta industria?

Seguramente sí, sobre todo en cuanto a experiencia de cliente. Yo creo que tenemos una marca tan potente a nivel turístico que hace que muchísima gente, a pesar de este déficit de infraestructuras, siga insistiendo en pasar sus vacaciones aquí o sus largas estancias. Pero sí que es verdad que tienen una facilidad tremenda para llegar a Alicante, a través de un aeropuerto excepcional, seguramente mucho mejor que el aeropuerto de origen, y luego salen y empieza su periplo para ver cómo llegan a su destino final, tal como sucede en la mayor parte de los países europeos.

Una de las cosas en las que se ha centrado también Ineca es en la doble infrafinanciación, tanto del Gobierno central como de la Generalitat valenciana. Esta legislatura, por ejemplo, el Ejecutivo autonómico ha destinado el 28% del presupuesto en obras públicas cuando Alicante concentra más del 35% del PIB y de la población. Es decir, que quien tiene que defender la infrafinanciación en Madrid está infrafinanciando a su vez a la provincia. ¿Cómo se puede atajar este agravio, mucho más cercano?

Es complicado. Nosotros siempre hemos defendido que existe esa doble infrafinanciación, y sí que es verdad que los últimos años se ha producido un giro en la política de planificación presupuestaria a nivel autonómico. Ahora se intenta que la planificación responda al peso poblacional. Hace tres o cuatro años, se negaban, decían que no era necesario. Eso parece que lo tienen ya asumido, pero el problema que tenemos es de ejecución. Los números los tenemos que hacer con lo que realmente nos llega, y vemos que existe un problema muy serio, tanto en el ámbito nacional como en el autonómico.

¿Por qué cree que se presupuestan inversiones que no pueden ser ejecutadas?

Hay dos posibilidades. O bien para satisfacer ese criterio poblacional se rellenan partidas presupuestarias simplemente con el objetivo aritmético de sumar, o tenemos un problema de gestión. Es decir, que se incluyen partidas que no están lo suficientemente maduras para ejecutarse. Un ejemplo: en los PGE de 2022 una de las inversiones más grandes es en el parador de Xàbia. Son 10 millones de euros que se supone que se van a gastar en un único año. Bueno, pues hay que ver si está en licitación en ese proyecto, porque ejecutar ese dinero en un único ejercicio no es nada fácil. No sabemos si el proyecto está aprobado, quién se va a encargar...

Parece un proyecto de relleno, entonces.

En 2018 ya había una partida de seis millones para este parador, que se iba a ejecutar entre ese año y 2019. Ni en 2019 se gastó nada ni en 2019 tampoco. Ahora vuelve a aparecer la previsión, pero con 10 millones. Y si esta vez sale adelante y se retrasa, la partida se va a 2023. Al final hay proyectos que se van incluyendo en todos los presupuestos pero no se ejecutan. Como he dicho, es la diferencia entre ilusión e ilusionismo.

Entre los proyectos que acumulan retrasos, una de las más esperadas es el Corredor Mediterráneo. ¿Qué se juega Alicante con esta infraestructura?

La patronal ya ha dicho que el Corredor Mediterráneo es esencial para la provincia. Hay que tener en cuenta que es un proyecto de una complejidad extraordinaria, y quizá se han lanzado las campanas al vuelo muy rápido, entre otras cuestiones porque tiene financiación europea y hay que sacarlo adelante en un periodo de tiempo muy concreto. Pero esa complejidad se hace notar en todos los pasos. La percepción que tenemos es que los hitos se van cumpliendo, pero no en los plazos prometidos y eso genera frustración. Ahora se dice que se está ejecutando en Valencia y no en Alicante, pero que se ejecute en Valencia es bueno porque es una pieza del puzle fundamental para el sur.

Rafael Ballester, en un acto de Ineca.

Las familias y empresas alicantinas han demostrado ser más vulnerables a la crisis derivada de la pandemia que otras en España. Uno de los datos más llamativos es que el sector privado de Alicante lidera la caída de depósitos durante la emergencia sanitaria, con casi 2.000 millones menos (-3,5%) cuando en el conjunto de España ha subido cinco puntos. ¿A qué cree que se debe?

A nosotros nos sorprendió también mucho ese dato y por eso lo destacamos en nuestro último informe de coyuntura. Aquí hay dos cosas. La primera que el hecho de que hubiese un incremento de ahorro importante en los últimos años demuestra un ejercicio de previsión importante desde familias y empresas, cosa que siempre hemos criticado que no hizo la Administración. La Administración ha vivido una espiral de deuda y ciudadanos y empresas han vivido una espiral de ahorro, precisamente porque lo pasamos muy mal durante la crisis anterior. En el caso de la reducción de Alicante, la explicación que le damos desde Ineca es que muchas empresas que estaban saneadas, con un nivel de endeudamiento y de ahorro razonable, han tenido que gastar mucho en mantenimiento y en conceptos como la Seguridad Social, a pesar de tener a su personal en ERTE. Han tenido que asumir un gasto sin tener ingresos, y lo han cubierto con sus recursos.

Pero eso ha pasado en toda España, y sin embargo en Alicante los depósitos han caído mucho más.

Sí, lo que pasa es que seguramente el número de familias y empresas afectadas en un sector como en el turismo o los servicios es mayor en la provincia de Alicante. Muchas empresas nos dicen que han gastado de sus propios recursos, sin tener necesidad de acudir a los ICO, y gracias a que tenían esa cultura de ahorro, conservadora en la gestión de sus recursos, han podido sobrellevar mejor estas circunstancias. También es verdad que eso les condiciona mucho el futuro: nosotros ahora lo que no tenemos es caja para hacer inversiones, así que lo que vamos a hacer en los próximos años es tratar de recuperar nuestros recursos.

¿Consideráis que la respuesta de las administraciones ante la crisis ha sido la adecuada?

Durante la pandemia hicimos una evaluación de la situación, reconociendo que el problema que hemos tenido ha sido complejísimo y muy difícil de prever. Y yo creo que puso en evidencia la capacidad de respuesta de la Administración respecto a este tipo de eventos, sobre todo a nivel de organización. Sí que es verdad que afectó sobre todo a los primeros meses, en los que se puso a examen la coordinación entre el Estado, las autonomías y los ayuntamientos. Y es verdad que la nota no fue buena en un principio.

¿Y luego?

A la hora de ejecutar el proceso de vacunación sí que se ha invertido la situación y ha sido un éxito. Sí que es verdad que hubo muchísima percepción de falta de organización, transparencia y coordinación, pero insisto en que fue ante un problema que seguramente ha sido el mayor reto que haya tenido un gestor público en la historia reciente.

¿Qué espera la provincia de los fondos europeos?

Pues estamos en la dinámica de generar ilusión, pero hay que recordar que el año pasado ya se dijo que se iban a gastar parte de los fondos Next Generation y que en 2021 iba a haber un montón de dinero. Bueno, pues 2021 se va a terminar sin los fondos Next Generation. Y lo que parece que se va a hacer es inyectar vía presupuestos, y que parte de ellos cubrirán las inversiones.

¿Opina que habrá problemas con su ejecución?

Nosotros tenemos muchas dudas sobre si somos capaces de gestionar y ejecutar inteligentemente ese dinero en el periodo de tiempo tan corto que vamos a tener y con el nivel de exigencia de la UE. Si estamos viendo que el nivel de ejecución convencional de los PGE es bajo, cuando estamos hablando de proyectos que no son convencionales, relacionados con innovación e infraestructuras sostenibles, pues vamos a ver qué pasa. Es cierto que la Administración nos dice que se está armando con medios técnicos para mejorar su respuesta, pero todos tenemos una mezcla de ilusión y de incertidumbre. Porque es necesario que se ejecuten tanto cuantitativamente como cualitativamente, es decir, que realmente sirvan para resolver los problemas estructurales de la economía y de la sociedad alicantina.

¿Cuáles son los principales problema estructurales de Alicante con su modelo actual?

El primero es el más evidente: el paro crónico. Tenemos un desempleo que siempre está ahí y nos va a costar Dios y ayuda bajar de las dos cifras. El último dato está en 172.000 desempleados, pero llegamos a estar en 189.000 cuando estábamos saliendo una década después saliendo de la crisis de 2008. Una parte del dinero que se va a destinar tiene que servir para reducir esas cifras de forma sostenible, es decir, no coyuntural. El otro de nuestros grandes problemas es el tamaño de las empresas, que son micro. Deberíamos aprovechar estos procesos de inversión para generar empresas más grandes y que tengan más capacidad de reacción ante los retos internacionales.

Empresas como la hostelería y el turismo aseguran que no encuentran personal ahora que las restricciones han decaído. ¿A qué se debe?

Tengo a muchos conocidos en el sector de la hostelería que tienen ese problema, pero también sucede en el sector de la construcción. Quizás habría que darle una vuelta al papel que hace la Administración para gestionar esa bolsa de demandantes de empleo.

¿Que cree que influye más en esta situación: la precariedad, la falta de formación o la mala imagen que se traslada desde diversos ámbitos, como desde algunos partidos políticos en la Administración?

Yo trabajé muchos años en hostelería y hay que decir que lo que hay ahora no tiene nada que ver con lo que había antes. Que es verdad que siempre se puede uno encontrar conductas reprochables, pero creo que es necesario esforzarse en mostrar que el sector ha cambiado mucho. Respecto a la Administración, me gustaría recordar que es uno de los grandes empleadores de este país y también podría hacer un análisis autocrítico de la precariedad.

Muchos sectores alicantinos como el juguete y el calzado alertan de una crisis de materia prima bastante importante. El turismo también ha advertido que el coste de suministros como la luz se ha disparado así como del resto de productos, con una variación del IPC del 4,3% en Alicante. ¿Cómo pueden las empresas hacer frente a este panorama?

Pues echando mano de su principal materia prima, que es su capacidad de sortear todo tipo de problemas. Si alguien se ha especializado en eso es la empresa alicantina, que lleva muchísimos años haciendo piruetas para conseguir retos increíbles en un contexto muy complicado. El calzado, el textil, el agroalimentario, el mueble... en una provincia que todo el mundo conoce por el turismo hemos sido capaces de generar una marca industrial reconocida en todo el mundo, y no en las mejores condiciones. Lo que pasa es que el nuevo escenario supone un problema muy importante, sobre todo en aquella parte del sector industrial que trabaja con márgenes muy reducidos.

¿Se prevé que afecte a la provincia?

La cuestión es ver si esto es coyuntural o no. Si dura un tiempo y podemos aguantar no pasará nada, pero como sea estructural va a ser la señal que evidencie lo que ya algunas empresas estaban intuyendo hace unos años sobre los problemas que la globalización plantea para sus procesos productivos. De hecho, algunas ya han deslocalizado sus procesos industriales precisamente para reducirse esos riesgos. Y se ha demostrado que tenían razón, porque para muchas compañías uno de sus principales problemas hoy por hoy es el pago del transporte y del contenedor, porque tienen su proveedor a 12.000 kilómetros y el precio se ha disparado por cuatro y por cinco.

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