Rubén Torrecilla es indestructible. El técnico extremeño ha vuelto a levantar en el banquillo del Hércules una situación crítica que amenazaba con poner fin de forma prematura a su etapa en el club.
La victoria ante el Atlético de Madrid B (3-0) de ayer miércoles, tanto en la forma como en el fondo, aleja por un tiempo los nubarrones del Rico Pérez y recarga el crédito del técnico, que se ha convertido en un experto piloto de tormentas.
El extremeño, que cumple su tercera temporada en el banquillo del Hércules, ya estuvo contra las cuerdas el año del ascenso tras una nefasta racha invernal de seis jornadas consecutivas sin ganar.
La credibilidad del técnico tocó fondo tras un empate ante un desahuciado La Nucía (0-0) ante cientos de seguidores en las gradas del Camilo Cano.
Con el liderato a una distancia sideral, la afición explotó y cargó contra los jugadores y el entrenador, al que pidieron su dimisión.
La cúpula herculana tuvo dudas por el ambiente irrespirable que se estaba generando alrededor del equipo, pero aguantó a Torrecilla y el equipo resurgió tras una agónica victoria en Alzira que encendió la mecha del ascenso.
Tras el salto de categoría, Torrecilla salió fortalecido, aunque el desplome del equipo en el tramo final de la competición le dejó herido.
El Hércules se planteó seriamente la posibilidad de un relevo en el banquillo en busca de algo diferente y llegó a manejar una lista de posibles candidatos.
El número de derrotas en la Liga y la pose del equipo como visitante eran datos inaceptables, aunque finalmente Enrique Ortiz, propietario de la entidad, cambió la hoja de ruta tras realizar una ronda de consultas internas y externas.
La coartada de una plantilla corta y formada por jugadores de Segunda RFEF acabó por convencer al empresario, que renovó sus votos con el entrenador a pesar de las dudas de su entorno.
Torrecilla siguió en el banquillo, aunque ya sin coartada y con una plantilla mucho más potente, en teoría, para pelear por el ascenso. El entrenador, además, fue el primero en admitir al inicio de la pretemporada que no había otro objetivo que pelear por el campeonato del grupo.
Muy tocado
El pésimo arranque de competición no hizo más que multiplicar las dudas del club, disparadas tras la derrota en Cartagena (2-1). El empate ante el Alcorcón dejó al entrenador al borde de un precipicio al que estuvo a punto de caer tras perder en Teruel (2-1).
Ese mismo domingo, el Hércules, colista por primera vez en una década, aceleró los contactos para buscar un recambio de entre el aluvión de ofrecimientos que le llegaron.
Bolo, la primera opción, rechazó todo lo que le ofreció un Ortiz desesperado, mientras Paco Peña sondeaba diferentes perfiles. También hubo contactos con Juan Ignacio Martínez, con Miguel Álvarez, Romo…
"Nunca he sentido que había un ultimátum, eso es algo más de vosotros", comentó el entrenador a los medios, pero la realidad es que estuvo con pie y medio fuera la pasada semana, en la que se llegó a cuestionar incluso que llegara a sentarse en el banco ante el Villarreal B.
"De momento el titular soy yo, los demás que esperen", llegó a señalar, consciente de su situación.
Torrecilla se salvó por su capacidad de trabajo y compromiso, valores que nunca se pusieron en duda por parte del club, y porque ganó, pero sobre todo porque ninguna de las primeras opciones aceptó firmar por el Hércules. Nada de lo ofrecía el mercado convenció a Ortiz más de lo que ya tenía.
Ahora, tras dos victorias y con el equipo fuera del descenso, el cacereño vuelve a demostrar que tiene vidas infinitas y que su historia en el Hércules aún no ha acabado.
En una situación así era muy fácil dejar caer al entrenador desde el vestuario, pero la forma en la que ha reaccionado el equipo habla bien de la gestión del grupo y del compromiso de los jugadores con Torrecilla.
Octubre de resurrección
El Hércules no lograba dos victorias consecutivas en un campeonato de Liga desde octubre del pasado año. El equipo alicantino, que suma el triunfo ante el conjunto madrileño al logrado el pasado sábado ante el filial del Villarreal (2-1), no conseguía ganar dos partidos seguidos desde las jornadas siete y ocho del pasado curso, cuando superó al Antequera (1-0) y al Algeciras (2-3).
Desde entonces, el Hércules disputó 38 partidos, una competición entera, sin volver a sumar dos partidos ganados de forma consecutiva.
Curiosamente, el Hércules ha logrado ganar dos partidos de nuevo en mismas jornadas, si bien en esta ocasión con el orden alterado como consecuencia de la suspensión del encuentro ante el filial del Atlético por la alerta climatológica.
