El Hércules no responde a los estímulos y, pese a arrancar el curso con la vitola de candidato al ascenso, sigue firmando uno de los peores inicios del presente siglo. El conjunto blanquiazul sólo ha sido capaz de sumar cuatro puntos de 15 posibles, lo que le ha llevado a instalarse en la zona de descenso.
Además, el equipo alicantino arrastra una deriva negativa desde el pasado curso, ya que solo ha sido capaz de ganar un partido de los últimos nueve oficiales que ha disputado. El último empate ante el Alcorcón (0-0) no hizo más que confirmar la realidad de un proyecto atenazado que corre peligro de descomposición.
Con estos números, cualquier otro entrenador, en cualquier otra etapa, estaría fuera del Hércules, pero Rubén Torrecilla resiste, aunque cada vez con menos apoyos internos.
El técnico extremeño contaba con un enorme crédito tras lograr el ascenso que ya está prácticamente agotado.
Salvo calentón en las próximas horas del máximo accionista, Enrique Ortiz, Torrecilla se sentará en el banquillo en el partido ante el Teruel del próximo domingo (16:00 horas). Aunque salvo reacción milagrosa del equipo su destino está escrito, sobre todo porque la grada, de forma mayoritaria, ya avala un relevo.
A día de hoy, la continuidad del entrenador depende más de encontrar un sustituto de garantías que de cualquier otra cosa.
La dirección deportiva lleva tiempo trabajando y ya hay un nombre que pesa más que cualquier otro en la interminable lista de ofrecimientos y candidatos. El elegido es Jon Pérez Bolo, padre de Adrián Bolo, central del equipo, y ex entrenador del Arenas de Getxo, Ponferradina, Oviedo y Burgos.
El vizcaíno lleva tiempo siguiendo de cerca al conjunto alicantino. Primero por sus simpatías por el Hércules, del que fue jugador a finales de los 90, pero sobre todo por la presencia de su hijo en la plantilla.
El problema para el Hércules es que Bolo, de momento, no parece dispuesto a escuchar ofertas de Primera RFEF. El técnico, cuyo gran éxito en el banquillo fue el ascenso con la Ponferradina ante el Hércules, espera ofertas de grandes clubes de Segunda que ahora mismo se encuentran en problemas clasificatorios.
Bolo no entrena desde hace justo un año. Fue destituido en octubre tras una derrota del Burgos en el Martínez Valero ante el Elche. Además, su caché económico se aleja mucho de lo que el Hércules parece dispuesto a pagar inicialmente por un nuevo entrenador.
El resto de opciones para el banquillo, subrayadas desde el pasado mes de mayo cuando el club se planteó la destitución de Torrecilla por el mal final de campeonato, ya no están en el mercado. Y otras, simplemente, no terminan de encajar en el modelo que se pretende implantar.
El proyecto de la presente temporada, tras cinco jornadas disputadas, depende de una resurrección del equipo de la mano de Torrecilla, algo que ya sucedió en el tramo final de la temporada del ascenso, o de que Bolo, cada vez más presionado por el entorno blanquiazul, acabe claudicando y acepte el reto.
