Pablo Verdú
Alicante
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Luto en el Hércules por la muerte de Peter Rufai. El portero nigeriano, fallecido este jueves tras un paro cardíaco a los 61 años de edad, sólo estuvo en el equipo alicantino en el segundo semestre de 1997, pero dejó una enorme huella y su recuerdo perdura en la memoria colectiva del herculanismo gracias a su extravagante personalidad.

Fue el primer portero africano del Hércules, al que llegó procedente de Portugal y tras asombrar al mundo con la selección de Nigeria un año antes en los Juegos de Atlanta, donde las ‘súper águilas’ ganaron el oro tras tumbar a selecciones como Brasil y Argentina. Su linaje ayudó a aumentar la leyenda. Rufai era príncipe de una tribu de Idimu, una región de Lagos, aunque priorizó el fútbol por encima del trono.

Rufai aterrizó en Alicante en el mercado de invierno de la temporada 1996-97, la penúltima de la historia del Hércules en Primera. En pleno frenesí de la Ley Bosman, el club optó por sustituir al francés Gaetan Huard por el nigeriano, cuyo debut se produjo en Lleida en un partido de Copa (1-0) apenas unos días después del bombazo en el Camp Nou (2-3).

“Recuerdo que fui a Madrid a por él para llevarlo a Lleida. Era una persona muy simpática, extrovertida, graciosa… Era un trozo de pan. Intentó adaptarse a Alicante y al club lo antes posible”, recuerda el periodista Alejandro Parodi, jefe de prensa del Hércules en aquella etapa en la máxima categoría.

Rufai, al que le encantaba escuchar música de Camarón, no tuvo el mejor debut posible. “Le cedieron un balón a los pocos minutos y lo entregó con el pie a un delantero para que marcara a placer”, rememora su entrenador, Quique Hernández. “Era un buen chico y un portero que, posiblemente, no estuvo a la altura a nivel deportivo durante esa temporada, pero como ninguno de los que formamos parte de la plantilla, entrenador incluido”, reflexiona.

El nigeriano, que jugó dos mundiales con su país. No dejó un gran legado bajo palos en el Rico Pérez, pero sí en el vestuario. Su amor por las gambas, la ropa estrafalaria y las bromas con Rodríguez y Jankovic aún se recuerdan entre los que fueron sus compañeros.

“Era un tipo entrañable y gracioso. Nunca le dio importancia a lo de ser príncipe de una tribu”, señala José Antonio Palomino, que recuerda con especial cariño una anécdota del africano en el vestuario. “Un día se puso a bailar, solo con la toalla puesta, la danza que hacen en su tierra cuando van a cazar a un gran felino en la selva”, detalla el alicantino.

“A veces nos quedamos con lo estrafalario que era, pero la verdad es que era el portero de Nigeria y que tenía cualidades. Era súper ágil y cubría mucha portería gracias a su altura”, apostilla Palomino.

Uno de los jugadores que más interactuó con Rufai fue José Vicente Lledó, actual secretario técnico del Intercity. “Era muy agradable, siempre con la sonrisa en la boca”, apunta el alicantino, que aún recuerda su “extravagante forma de vestir”. “Combinaba colores, venía con traje, sombrero, los zapatos…”, indica el ex central, que admite que el fuerte del portero no era precisamente “el juego con los pies”.

“No fue responsable del descenso, pero la realidad es que, por lo que sea, no vino a un buen nivel”, añade el alicantino.

Uno de los capitanes del equipo y leyenda viviente del Hércules, Francisco Escudero ‘Paquito’, recuerda con mucho afecto a Rufai. “En un año jodido él puso alegría en el vestuario. La verdad es que era una persona espectacular”, señala el ex centrocampista, que también pone el foco en la peculiar forma de vestir del africano.

“Se vestía como en las películas. Le encantaba la Playa de San Juan y sabía cinco o seis idiomas. Era un personaje total”, apostilla.

Nadie conoció mejor a Rufai en Alicante que Miguel Marí, su compañero de habitación en los viajes y rival en la pelea por la portería. “Tenía una cara que daba miedo –endurecida por las marcas de la viruela-, pero era un muy buen tipo”, asegura el ex portero herculano.

Marí destaca su “compañerismo” al desvelar una anécdota que confirma cómo era Rufai. “Yo tenía un premio especial por llegar a los 25 partidos de Liga. Estaba en los 23 y quedaban tres jornadas. Peter lo sabía. Él había sido titular cuando ganamos al Barça en Alicante (2-1), y casualmente se lesionó tras ese partido y no pudo jugar las dos últimas jornadas, que los jugué yo”, rememora con cariño Marí.

Era un cachondo, había bromas con el rollo del príncipe, pero él lo aguantaba todo. Tuve contacto varios años después en un campus de porteros en Torrellano. Era un excelente compañero, peculiar, pero muy buen tío".

Casi tres décadas después de su paso por el Hércules, la breve pero intensa huella de Peter Rufai sigue intacta en el Rico Pérez. “Al final, la gente no se queda con los goles que marcas en una temporada o los goles que salvas, sino que te valora por cómo eres y por cómo has sido con los demás”, resume a modo de epitafio Alejandro Parodi.