Tras el éxito de la Cuarta Sinfonía de Shostakóvich, obtenido en maravillosa sinergia y concomitancia junto a la Orquesta del Teatro Mariinsky de San Petersburgo, el público alicantino asistía expectante, llenando el aforo del auditorio, ante la siguiente y majestuosa obra sinfónica del magnífico compositor ruso.

Ficha.

Sinfonía Española de Edouard Lalo y Quinta sinfonía de Dmitri Shostakóvich. Viernes, 18/2/2022. Dirección musical: Josep Vicent. Violinista: Leticia Moreno. ADDA Simfònica. Auditorio de la Diputación de Alicante.

El programa de la noche atrajo a una ingente asistencia de público joven. En su mayoría eran estudiantes de la especialidad de violín, deseosos de empaparse y admirar la extraordinaria versatilidad técnica y personal virtuosismo de la violinista Leticia Moreno. La concertista que en los últimos tiempos, con paso y brazo firmes, se ha ido afianzando indiscutiblemente en su posición en la estela musical internacional interpretaría una de las más afamadas obras del compositor francés Edouard Lalo.

Dio comienzo la velada con la Sinfonía Española del citado Lalo, obra estrenada por el gran violinista español Pablo Sarasate, que significó uno de los mayores éxitos de su compositor. Esta referencia, que podría suponer un tremendo hándicap para cualquier solista, no fue así para Leticia Moreno.

Impactó su imponente salida a escena, con decisión, con el carácter y la fuerza de quien se sabe y se siente en plena seguridad y convencimiento de su poderío, dispuesta a atacar esa pieza singular, mezcolanza de sinfonía, suite y concierto, con absoluto dominio y tranquila comodidad. Y con ello hizo gala de una depuradísima técnica para las delicias del respetable que valoró la exquisita brillantez en el registro agudo y susurrantes graves, quizás algo exigua en el vibrato.

Una hermosa técnica puesta al servicio de un elegante fraseo melódico profundamente interiorizado de gran expresividad. Magistralmente reforzada y ensalzada por una orquesta de compacta sonoridad plenamente entregada a sustentar tan magnífico discurso. Una vez más, el maestro Josep Vicent evidencia y pone en valor esa caballerosa generosidad con la que siempre cuida y mima a los solistas, guiando con la delicadeza requerida, pero, con gesto preciso, a su cohorte al servicio, defensa y cuidado de su adalid.

Se abordó la segunda parte del concierto con un público ya entregado, respetuosamente concentrado en la profundidad y el drama que estaba por llegar. La Quinta Sinfonía de Shostakovich es, en palabras del propio compositor, "una experiencia emocional, donde quería mostrar cómo, venciendo una serie de conflictos trágicos, debidos a una lucha interna que agita violentamente el alma humana, nace el optimismo como concepción del mundo".

Para Josep Vicent la obra es esencialmente una "Apología del Miedo". Y desde esta alucinatoria visión planteó su concepto y conducción. La pieza está plagada de células rítmicas obsesivas que parecen representar el "callejón sin salida" en el que se encuentra el pueblo ruso: ritmos de marcha militar que hacen referencia a la cotidianeidad de sus vidas y un movimiento, el Largo, que el director describe "como un auténtico Réquiem, no por los muertos, sino por los que viven muriendo".

Y se percibió en el auditorio cómo la totalidad de los músicos de ADDA Simfònica se implicó hasta la última nota de su particella en este mensaje. Destacó la titánica labor de las cuerdas que alcanzaron una potencia de grandiosa uniformidad. Destacaron unas maderas de una calidad y melodismo expresivo inconmensurables y arrastrados por la tensión paroxismal, atronaron los metales en lucha sonora con la brutal y potente percusión.

Tal despliegue de medios sonoros y emocionales levantó a un público enfervorizado en "bravos" y aplausos, sabedor de la calidad musical alcanzada por la orquesta en esa noche mágica.