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En el nuevo eje cultural de la ciudad de Alicante la presión inmobiliaria está expulsando a los artistas. En el fin de semana que abren sus estudios para que el público les conozca, uno de ellos está ya fuera y otro pendiente de cerrar en enero.

José Such, ilustrador y artista de 46 años, ha sido el primero de estos afectados. Su estudio en la calle San Carlos número 45, frente a Las Cigarreras, participó en la segunda edición de Alacant Open Studios. Aquel "lugar perfecto para crear" tenía 90 metros cuadrados, techos altos e incluso naya.

Esas instalaciones le han permitido trabajar durante tres años y tener un amplio espacio para presentar su trabajo. Por él pagaba 450 euros. En la última renovación de contrato le redujeron la extensión de la duración a seis meses. Ahí, sin confirmación aún, supo que peligraba su puesto.

A principios de julio la expulsión de la librería en activo más veterana de la ciudad se convirtió en tema de apertura en los medios de toda España. "Si se cargan 80 mundos, ya se pueden cargar a cualquiera de nosotros", pensó. Efectivamente, a la semana, le comunicaron que tenía "tres meses para abandonar el estudio".

Su caso pasó desapercibido, como uno más de los contratos de alquiler que finalizan en Alicante. Una ciudad que se sitúa entre las que más deprisa está subiendo el precio de los arrendamientos en España. A José no le dijeron qué es lo que se va a hacer en el edificio.

Y lamenta por ello lo que define como "grave" de una situación que no se limitaba a su local, un bajo: "Arriba, en el primero y en el segundo, dos señoras mayores, sobre todo una de ellas con 80 años y cierta invalidez, que tenían unos alquileres, digamos, simbólicos de hace 40 años, también las tiraron".

Tras buscar sin éxito un local en la ciudad, Such ha tenido que desplazarse. "Ahora me he ido a la periferia, que es a donde nos echan a todos los alicantinos". Actualmente se encuentra en una caseta de campo en Sant Vicent, pero aclara: "No puedo hacer lo que hacía allí".

Aviso de salida en enero

Loli Moloni, el nombre artístico de Dolores Pérez, y Andrea Moreno, comparten el estudio contiguo al de Such en el mismo edificio. Ahora son ellas las que acogen su obra, junto a artistas como Pablo Bellot o Hunter, en el Alacant Open Studios de este año. Y ya saben que no podrán hacerlo el año que viene.

La incertidumbre comenzó en febrero de este año, cuando el casero les informó también que el contrato se renovaría de forma semestral, en lugar de anualmente. Llevan cuatro años en el local y sabían desde el inicio que el edificio estaba en venta.

Su alquiler actual es de aproximadamente 550 euros. Encontrar algo así en el eje cultural no es posible, aseguran mientras se preparan para recibir a los primeros visitantes en estas jornadas de apertura de sus centros de trabajo. Recientemente se les ha comunicado que el contrato "se acaba" y el 31 de enero lo tienen que dejar libre.

Falta de opciones

Andrea Moreno, de 30 años, reconoce que, aunque el proceso no es "un desahucio violento", sí se siente como tal: "Hemos accedido de alguna manera u otra, pero al fin y al cabo sí nos desplazan de alguna manera".

Andrea subraya que la dificultad principal reside en que, a día de hoy, "la gente no invierte realmente en generar locales con otros usos comerciales como pueden ser estudios de artistas".

Para la gente joven que construye su vida laboral, el acceso a locales es casi nulo: "Lo que hay o están en muy malas condiciones o son muy caros. Entonces, ahí es cuando se vuelve como un poco peliagudo el asunto, que es que no hay apenas oferta para gente joven".

Ante esta realidad, las artistas han tomado caminos diferentes. Loli Moloni, quien también es profesora de cerámica en la Escuela de Arte y Diseño, espera que fructifique la posibilidad de trasladarse a un local familiar en Benalúa. La opción de compartir ya no la ve viable con costes de alquiler más altos y menos tiempo para aprovechar el espacio.

Andrea se siente privilegiada por poder comprar un local con su pareja. Se mantendrá en el barrio de Carolinas ya que estará cerca del Marq y lo transformará en una vivienda taller, la que considera única opción para acceder a una vivienda, dado que "un piso es imposible de encontrar".