Alicante

Educandos de Benejúzar, la exposición que presenta Carlos Aguilera dentro de Photo Alicante, es un viaje por un verano antes de la pandemia. El fotógrafo alicantino recorrió las fiestas de los pueblos de la comarca de la Vega Baja para retratar "las noches entre colegas, los disfraces hechos con cartón, toda esa creatividad barata basada en el papel albal y el espray".

Y por ese mundo desfilan una reina de la fiesta pilotando una Suzuki, un coche de Fórmula 1 hecho de botes de Coca Cola, un disfraz a partir de tiras de papel o una tiara de bisutería en un mapa de relieve del Segura. Son los ejemplos de la belleza real que ha buscado Aguilera y que recopila en esta exposición a ritmo, literal, del pasodoble que todo músico de banda se sabe.

La música inspiró el viaje por las fiestas locales de la Vega Baja de este proyecto.

El lema con que agrupaba este proyecto lo recupera el joven fotógrafo mientras toma un refresco en una terraza de Alicante: un ensayo fotográfico sobre las fiestas del pueblo, la cochera para el espacio de la creatividad y lo bonito y lo barato. A unos metros tiene su exposición en la Fnac para la que ganó la vigésima edición de su premio Nuevo Talento. Esta es la primera parada de una muestra que girará por España para presentar el brillo en el realismo sucio.

La dura belleza

La mirada con que presenta a vecinos, amistades o desconocidos dará ahora el salto a Valencia o Madrid, entre otras ciudades que descubrirán "las cosas que hacemos las personas en los pueblos". Así le definió el año pasado una alumna este proyecto también editado como especial libro de partituras a través de la beca Fragments de la Unió de Periodistes.

El proyecto 'Educandos de Benejúzar' aborda la creatividad para lo festivo. Carlos Aguilera

El contexto "muy familiar" en que tomó esas imágenes espera encontrar una nueva interpretación conforme más se va alejando de su origen. "Cuando vaya a Madrid o Barcelona no sé cómo será", cuenta sobre su trabajo construido a partir de "diferentes capas, con una perspectiva muy local con referencias que entenderá la gente que venga de mi pueblo y la voluntad de crear belleza de lo que tienes más a mano". 

Ese concepto es sobre el que gira la obra de este artista que ya pasó por las residencias de Cigarreras con su trabajo El turista un millón. "La belleza se asocia a cosas que en un pueblo pequeño te quedan lejanas", afirma. La idea de lo que es bello o no se construye a través de esas demostraciones de ingenio y con economía de medios que para él son la auténtica belleza. 

El salir de Los Montesinos es lo que le ha ayudado "a verlo con ojos diferentes". Esa visión que podría compartir con un fotógrafo como Ricardo Cases, de la vecina Orihuela, es la que presenta la realidad a través de los mecanismos que retan las convenciones de cómo presentarlo.

Y el ejemplo que cree más claro es el de las fotos de boda. "Las fotos de una boda no son la realidad de esa boda, crean otra realidad", razona sobre esos tópicos de parejas a contraluz, o iluminados en un atardecer que se considera mágico. "Lo que me sorprende", prosigue, "es que cuando la gente se ve en esas fotos dicen son magníficas y cuando ven otros códigos, como con un flash muy duro, lo reconoce como que hay una voluntad de modificación de la realidad".

Carlos Aguilera es premio Nuevo Talento de la Fnac, donde expone dentro de PhotoAlicante.

La suya, por supuesto, no fue así. "Me encanta el flashazo en la cara", asegura, "no quiero una foto de pose". Y por eso en ellas aparece con el brillo del sudor en la frente o con manchas en la camisa "porque así fue y me gusta abrazar esa realidad, que también es muy exagerada".

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