"La gravedad y extensión de la desertificación no dejan de aumentar", alertan los científicos. Lo hacen desde la Universidad de Alicante donde presentan el Atlas de la desertificación de España. En él ponen números a un problema que afecta a gran parte de España y que se está acelerando.
El objetivo es que sea muy claro para denunciar la gravedad del problema, destaca Jorge Olcina. El coordinador y catedrático de Análisis Geográfico resalta que este trabajo cerró a principios de verano toda la investigación y que se presenta desde este jueves en un documento con mucha ilustración para que se vea hasta dónde llega la desertificación.
Jaime Martínez Valderrama, el otro coordinador, resalta que este es el fruto de la coordinación de muchos investigadores. Y lo primero que hace es puntualizar qué es la desertificación porque se suele confundir el desierto con la última fase de la desertificación.
Un desierto no tiene por qué estar degradado, detalla Martínez Valderrama. Y el problema es que hay muchas definiciones, por lo que ellos se aferran a la convención de Naciones Unidas en 1994 en la que se considera así si hay una actividad humana, por lo que no hay que confundirlo con formaciones geológicas producto de millones de años.
En cambio, en terrenos donde sí se ha hecho una degradación por la pérdida de recursos naturales a consecuencia de la actividad humana es la desertificación. Y ahí detalla también que hay que tener en cuenta la aridez, que delimitan en un índice de 0,6 hasta 0,005, que esta última sería la hiperárida.
El proyecto nació en 2018 con un atlas de la desertificación mundial en el que les llamó la atención que no se hablaba de la desertificación porque todos los mapas hechos hasta el momento tenían fallos en la consideración de la degradación muy subjetiva.
Y los mapas hechos en los 70 por expertos en desertificación que no vivían en zonas áridas tenían un sesgo del colonialismo porque esperaban que fuera como los verdes paisajes de sus países, critica este coordinador. Por eso destaca que muchos mapas se han hecho simplificando procesos complejos.
Este nuevo atlas viene a romper con ello y de ahí que recalca que este mapa de la desertificación es el primero y que esta necesidad científica viene a satisfacer una necesidad política por saber el estado en que se encuentra el país.
Este proyecto tiene en cuenta el contexto de la zona porque no es lo mismo la aridez en Mongolia que en España, resaltan. Así lo han hecho a partir del mapa de la condición de las aguas subterráneas, el de condición de la tierra que mide la productividad de la tierra y que alertaba que España tenía una desertificación del 20 %, el del estado de los humedales y el de los indicadores que incluye el de pérdida del carbono orgánico.
En ese mapa conseguido ahora se alerta de que la degradación del suelo afecta al 43 % del terreno en España. Una cifra que duplica lo calculado hasta ahora. Y el aumento se debe a que se ha incorporado el deterioro del agua.
En este trabajo se incluyen las zonas hiperáridas que hace 20 años no existían en España, lo que prueba para Martínez Valderrama el incremento de la aridez en el país. Y la degradación en las zonas áridas es del 60 %, recalca. Eso significa que el 94 % de la degradación está concentrada en esos terrenos.
¿Por qué pasa eso? "La naturaleza trabaja a cámara lenta porque tarda siglos en recuperar suelos fértiles", responde Martínez Valderrama.
