Alicante

Las vacaciones como paraíso infantil tienen poco que ver con la realidad en España. Un experto de la Universitat de València propone repensar el calendario escolar para acercarlo a la tendencia europea. Así, razona, se conseguiría evitar el que llama efecto olvido que sufren los niños de rentas más bajas que no pueden permitirse actividades de ocio y que se apoyan más en la televisión como alternativa.

El profesor Daniel Gabaldón señala estas tendencias dentro de sus propuestas para racionalizar los horarios de la enseñanza en España. Y lo hace precisamente muy alejado físicamente del país. En la Universidad de Tallin, Estonia, este profesor del Departamento de Sociología y Antropología Social de la UV está analizando estos horarios sobre el uso del tiempo en la edad escolar.

En una entrevista telefónica que recoge Efe, Gabaldón señala que las jornadas lectivas son más intensas en España. Y la causa, apunta, está en que la carga lectiva es superior y el número de días lectivos inferior a la media de la OCDE. Según el investigador, esta mayor carga lectiva y, sobre todo concentrada, no garantiza mejores resultados académicos. Así lo ha estudiado en Guía sobre tiempos escolares, un estudio comparativo de 32 países europeos.

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Gabaldón recuerda que numerosos estudios de la OCDE reflejan que "el parón del verano afecta mucho más a los niños de rentas bajas, con un planteamiento de mucha más televisión y estar encerrados en pisos, y en los que el efecto olvido es más dramático. La clase media y alta se organiza de otro modo y sus hijos hacen cosas más estimulantes".

Y esto se tiene que hacer en consonancia con la edad. "No es lo mismo un niño de primero que de quinto de Primaria. Damos por hecho que todos los niños de esa etapa tengan las mismas horas de clase ¿Eso por qué? En Estonia o Finlandia tienen más horas de clase conforme van creciendo".

"Lo que hemos aprendido de nuestros estudios es que los modelos que mejor van no son los más intensivos en horas, sino aquellos que adaptan el aprendizaje a la idiosincrasia del alumnado", razona. Y así lo investiga durante su estancia de un año en el país báltico.

En su opinión, el colegio tiene que ser "algo interesante en el que niñas y niños tienen que disfrutar, donde se dinamice el aprendizaje y los alumnos se enganchen al conocimiento. Lo que no puede ser es que vivamos el entorno escolar como algo pesado y poco motivador".

Vacaciones cada dos meses

En línea con Europa, el profesor aboga por una mayor flexibilidad para impartir los contenidos, de modo que "permita romper la rutina de cada 50 minutos una clase distinta; no tiene sentido pedagógico, pero es lo imperante hoy: la fragmentación".

Daniel Gabaldón detalla ese reparto de los periodos no lectivos que se ha impuesto como tendencia internacional. Un planteamiento alejado del que se aplica en España, con vacaciones estivales más largas. De hecho, pone el ejemplo de Cantabria como la única comunidad autónoma que sigue la pauta europea.

El modelo cántabro se empezó a aplicar hace seis años cuando decidieron que sus alumnos tengan una semana de vacaciones cada dos meses. La medida ha generado críticas entre las organizaciones de padres y apoyo de los profesores desde su puesta en marcha.

Acabar a finales de junio

"Hay que romper la idea de asimilar las vacaciones escolares con las vacaciones laborales", subraya Gabaldón, quien aboga por acabar el curso a finales de junio y retomar las clases a primeros de septiembre. "Esto nos daría más juego para repartir la jornada, es decir, para tener unas vacaciones estivales más razonables; ocho o nueve semanas ya es bastante tiempo".

Parar la actividad en la escuela cada siete semanas está funcionando "muy bien" en Europa. Según indica el profesor de Sociología, en el continente la mayoría de países hay una semana sin clase a finales de octubre, a continuación las dos semanas de Navidad y una semana en febrero (equivalente a nuestra Semana Blanca), añade.

Más días lectivos

"Se trata de acercarnos a la media europea de días lectivos e incrementarlos algo", explica. De esta forma, se beneficia a los alumnos "porque tienen días menos intensos y más tiempo para dar la materia y también es positivo para los profesores, que tienen más días en los que poder desarrollar las tareas con los estudiantes".

A las familias este ajuste "les va a dar un poco igual porque al final van a tener que tirar de las AMPAS, de actividades, etc.". "Su interés principal tiene que ser los hijos y la conciliación no debería verse perjudicada. E incluso elevar los días lectivos les va a facilitar la conciliación, porque habrá menos días en los que tengan que buscarse un arreglo", concluye.