Manuel Ríos San Martín quería hacer una película de suspense diferente con La huella del mal. Blanca Suárez la protagoniza en un trabajo en el que demuestra que la "química increíble" con Daniel Grao. De esto y más habla el director en su presentación en la ciudad de Alicante.
"En España se nos dan muy bien los thrillers, pero la mayoría son protagonistas masculinos, un poco de testosterona alta, violentos, un poco sucios, como de corrupción, de drogas, y están muy bien, pero este es totalmente distinto", razona.
La película, ya en cines, "es un thriller mucho más emocional". Y el centro de todo ello es el personaje de Blanca: "Es muy empática, no grita, no chilla, no es agresiva". A eso añade otro de los logros, ser el primero en rodar en el yacimiento de Atapuerca.
Eso le permite ofrecer un paisaje tanto en lo exterior como en el interior "que no es el típico de un político un poco gris, es humano" y promete "cosas increíbles, juegos maravillosos y búsquedas sorprendentes".
Todo eso representa el haber conseguido como una carta de los Reyes Magos con la adaptación de su segunda novela. "Cuando escribes una novela, no sabes qué va a pasar: no sabes si te la van a publicar o no, luego que te vaya muy, muy bien de ventas, que una productora se interese por los derechos…", recuerda sobre lo vivido.
Y aunque celebra que "todo ha salido bien", concede que se siente afortunado porque "eso no suele pasar en el mundo audiovisual y de la literatura todavía menos". En esa lista incluye el haber convencido a Blanca Suárez para ser su protagonista.
"Queríamos buscar una actriz de primera línea", explica sobre las intenciones que cuajaron cuando enviaron el guion "y a los tres días nos llamaron". Y como director lo celebra porque se sumaba a Grao, el actor con quien había trabajado en Sin identidad y para el que pensó inmediatamente en esta adaptación.