Alicante

Alicante se cuela en el fenómeno mundial que es La Casa de Papel. El puerto de la ciudad es uno de los escenarios en la temporada final de esta serie. Como ha presumido este verano Netflix, esta es su serie no inglesa más vista. Y las cifras son impresionantes: 180 millones de hogares han visto la primera parte de esta última temporada sobre los atracadores con caretas dalinianas.

Y eso es una de las cosas que valoran mucho en los patronatos de turismo de Alicante y de la Costa Blanca. Formar parte de un espectáculo audiovisual así supone un alcance prácticamente imposible de asumir si se planteara publicitariamente. Y con este impulso quieren ir el próximo enero a la feria de turismo desde el ente municipal para vender que "Alicante es una ciudad de rodajes".

Dos factores han ayudado a esta nueva situación, inédita desde que la Unión Europea obligara a cerrar los estudios de Ciudad de la Luz. Por un lado, el brutal auge de las plataformas de televisión de pago. Estas necesitan ofrecer mucho contenido para satisfacer al espectador que encadena episodios sin parar.

La otra razón está en la saturación de determinados espacios. En Alicante se ha cuadruplicado la demanda de información para rodar series y películas. "Madrid está saturada porque es casi imposible rodar", explican desde el patronato local. Una anécdota que les contó uno de los directores que ha pasado recientemente por la provincia lo ejemplificaba. En una de las calles más deseadas de la capital han puesto un tope de veinte series al año. E incluso así, se encontraron dos equipos rodando el mismo día.

En el puerto

Sin destripar el argumento de La Casa de Papel, el rodaje en Alicante es el ejemplo de la ciudad que ofrece las facilidades para que se pueda trabajar ágilmente. "Sin los permisos de Autoridad Portuaria, Aduanas, Guardia Civil y la empresa de contenedores no habría sido posible", explican desde la oficina de rodajes de la ciudad. "Y Alicante se va a vender porque es facilidad", rematan desde el patronato.

Esa voluntad no quiere decir que todo sea rodado, reconocen. "A veces es complicado pedir trámites que son más difíciles o que te pillan a contrapié", apuntan. Por eso en este caso fueron necesarias unas veinticinco personas, lo que incluye desde vigilantes y trabajadores portuarios a administrativos que formalizan permisos y estancias.

La pandemia también se coló en esta preparación. El pasado marzo cuando se trabajaba en la comprobación del puerto las medidas de seguridad sanitaria eran muy altas. "Las fotos se hicieron sin bajar del coche para no ponernos toda la equipación del EPI", cuentan. Por suerte, la situación mejoró mucho en mayo lo que relajó la organización del trabajo. 

Así le fue más sencillo a los sesenta técnicos e intérpretes que llegaron de la productora Vancouver Media para la semana que tenían prevista de rodaje. Y esta vez, el sol alicantino no tenía importancia porque "casi todo el rodaje fue de noche y madrugada". Así se puede ver ya en las escenas de este esperado final. "Que aparezca Alicante en este despliegue mediático es para ponerse una medalla", cuentan orgullosos desde la oficina.

Grandes producciones como esta buscan en los exteriores aspectos muy concretos, explican desde la oficina de rodajes. Una gestión en la que ha contado mucho la labor de trabajo con los localizadores. En este se le conocía porque venía de la localización por otro rodaje, el de Alba. "Eso hizo que fuera bastante rodado", admiten risueños. Y ahí valoran que al ser un sector pequeño, ya que "puedes tener la mayor de las productoras, pero los localizadores que se envían son los especializados en la zona".

"El cine es un producto desestacionalizador fundamental para el patronato", concluyen. Por eso aseguran que su pretensión es que "Alicante sea un centro neurálgico por el clima y facilidades. Se quiere que se vengan, porque eso es inversión para la ciudad".

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