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Lucas Escobedo era un adolescente que estudiaba ciencias puras y al que el circo se le cruzó por delante. Este domingo regresa a su Alicante natal para presentar Farra, el aclamado espectáculo con que ganó el Premio Max al mejor espectáculo musical.

La coproducción con la Compañía Nacional de Teatro Clásico promete ser una fiesta que une teatro y circo demostrando la pujanza del creador alicantino. Una trayectoria en la que empezó como adolescente con otros colegas.

Les unía la "pasión por el circo —que lo estábamos descubriendo— y le dedicábamos muchas horas", recuerda. "¿Qué pasa después de tanto entrenamiento? Que vemos que hay gente que hace eso en escena y entonces empezamos a preocuparnos por cómo se hace esto en escena, porque no puede ser lo mismo que entrenar, porque si no, sería deporte", razona.

Sentado en Casa Mediterráneo, antes de que empiece uno de los montajes de Fresca! que quiere ver, Lucas sitúa ese contexto en el que "cada cual buscaba sus herramientas en un sitio y las poníamos en común. Era un momento donde no estaba, por supuesto, el auge de internet y era mucho el compartir".

Cuando llegó el momento de elegir carrera, decidió ir a Madrid para estudiar teatro. "La primera dirección que hago a nivel profesional fue en el mundo universitario en colegios mayores dirigiendo obras para estudiantes".

Ese fue el momento en que su pasión por los malabares le empujaba a crecer "porque yo decía, para estar en escena necesito saber teatro". Y allí "descubrí mucho más que unas herramientas, se me abrió un mundo: el mundo teatral y el de la creatividad", que, en su caso, le llevó a la dirección.

Mientras se formaba en Madrid mantenía también el contacto con los compañeros alicantinos Andrea Pérez, Fede Menini, Guillem Fluixà y Jon Sábada que conformaban La Trócola. Les ofreció dirigirlos y así nació Potted en 2013, el mayor éxito del teatro alicantino, que les llevó por medio mundo.

"Una maravilla, fue un aprendizaje para todo el mundo y fue como la primera piedra en cada uno para ellos como artistas profesionales", valora de un proyecto del que se encerraban a ensayar y crear, impulsados por el deseo de hacer una obra, sin medir horas.

Aquella época coincidió también con una lesión de hombro que le impidió trabajar físicamente como malabarista durante ocho meses. Esto potenció su faceta como director, permitiéndole seguir trabajando desde un plano mental más activo, apunta.

En esos meses recordó cómo la formación en ciencias puras le influyó en su enfoque de la dirección. Para él, dirigir va muy ligado a hacerse preguntas, como en la investigación científica. "Al contrario que a veces pasa con algunas personas que les angustia tener preguntas y no respuestas, a mí me maravillan y en un proceso creativo me gusta", razona.

"Y en el circo, que es esto del más difícil todavía", prosigue, "qué maravilla es poder seguir poniéndonos más difíciles las cosas".