Alicante

La revolución del cine sonoro llevó a muchos actores en Hollywood al paro. Ese fue el punto de partida del musical Cantando bajo la lluvia, que está cerrando su gira nacional en Alicante y Valencia. Y en ella brilla Mireia Portas quien da vida a Lina Lamont, el personaje que se queda fuera de lugar porque su voz no gusta.

El premio Talía que ha recibido Portas en esta versión que dirige Àngel Llàcer reconoce su labor en una comedia que ve a Lamont con más cariño. Y con este galardón, como cuenta por teléfono antes de llegar al Teatro Principal del 25 al 28 de mayo, siente que ha conseguido "la guinda que corona el pastel".

Después de quince años encarnando a todo tipo de políticos en el programa de humor Polònia de TV3, la premiada vuelta a los escenarios la ha ilusionado. Aunque "el premio al final es el trabajo porque no es nada regular ni seguro. Y estar trabajando a mi edad en un musical y con Àngel Llàcer para mí ya ha sido un regalo".

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Además, lo hacía con un personaje que considera "una perla" y "haciendo comedia que me gusta mucho". Y es que Portas se define como "una payasa desde que nací, el humor es una forma de vivir". Eso le ha permitido sacar más jugo aún a un personaje que en la película de Stanley Donen era una ridícula malvada. 

"La recordamos como la malvada entre comillas porque no se adapta e intenta que los protagonistas no estén juntos", explica Portas. Pero reflexionando sobre ello aporta la mirada del impacto que tienen las revoluciones tecnológicas en la profesión. "Ella es una estrella del cine mudo y su voz no es normativa cuando el cine pasa a ser sonoro, así que tiene un problema porque no cuadraba con los cánones que pedía el cine de Hollywood".

Eso obliga a Portas a actuar fingiendo una voz que no es la suya para hacer reír más a los espectadores con ella. "Y me preguntan mucho si me cuesta mucho cuando es al contrario, a veces la voz normal es más complicada porque la de Lina me sale natural", cuenta risueña.

Evitar al antipático

La premiada Lamont que encarna Portas se gana al público también porque "a Àngel no le gusta hacer personajes antipáticos, y creo que es un acierto". El enfoque que le dieron a Lina, más amable, la destaca como víctima de esta inesperada coyuntura ante la que no podía hacer nada. "Ella es más naíf que otra cosa", razona la actriz.

El estudio, en cambio, no es tan inocente en esta ficción. Y juega con el personaje vendiendo la fantasía de que los actores viven en la realidad la misma historia de amor que suelen llevar a las pantallas. Este argumento de comedia, recuerda Portas, no está tan alejado de la actualidad "con muchas parejas que se venden y que no sabemos si son un producto o que se aprovecha el idilio para la promoción y si han roto, al menos no lo digáis por las redes".

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Una estrategia de publicidad que se aplica también en otros casos, apunta. "Como en la tendencia sexual: no tengo por qué explicar nada, pero al menos no lo expliques y no lo hagas ver porque nos interesa que seas homosexual o heterosexual", pone como otro ejemplo de la actualidad.

Y lo que le sucede a Lamont en la ficción la lleva a una última reflexión sobre el cambio que le toca vivir en el paso del cine mudo al sonoro. "Ella es una víctima de las tecnologías y eso hoy día también pasa. A ella no le compran la voz porque consideran que no es útil y ella dice que por qué. Son los demás quienes opinan que no vale". Y eso lo compara con "actrices que no tienen tantos seguidores versus las que tienen muchos. Son nuevas formas de venderte. Si yo soy actriz y no te gusta vender tu vida o te pones al día o...".

Dicho eso, Portas recalca que Cantando bajo la lluvia "es un musical familiar en el que hemos conseguido vender mucho el glamur de los años veinte en Hollywood, con escenografía, vestuario... Tiene comedia, una historia de amor y números brutales. Por eso es un clásico".