Alicante

"Durante años viajé por España siguiendo un rastro de sangre. Era mi trabajo". Con una frase así de contundente arranca Mariano Sánchez Soler la promoción de Una hojarasca de cadáveres (Alrevés). Su nuevo libro recoge una docena de casos que ha investigado a lo largo de su carrera como periodista y que constituyen una historia de la España negra. "Si no resuelves el pasado, siempre volverá", sentencia.

Una fría tarde de enero, Sánchez Soler repasa lo que han significado estos casos en su vida personal. Son las historias que le persiguen, dice mientras se toma una cerveza fría. Y con eso quiere decir tanto en lo personal como en lo profesional. Con una extensa carrera, recupera en el auge del formato true crime los trabajos sobre los que escribió y por los que aún le siguen llamando en las televisiones, como el asesinato de los marqueses de Urquijo.

"He escogido doce casos que he investigado, no los más grandes, sino los que he hecho", puntualiza. Entre ellos la desaparición del Nani, el parricidio de la conocida como Dulce Neus o el asesinato de Lucrecia Pérez, el que fuera considerado el primer crimen racista de España. "Si hubiera escogido más, se habría desvirtuado", asegura con el orgullo de quien tendría hasta medio centenar de casos que recuperar.

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Al recopilarlos en Una hojarasca de cadáveres decide afrontarlos "desde la perspectiva actual, cuando ya no tienes la presión del tiempo". Así valora que ha podido analizarlos mejor y presentar el trasfondo de los casos. "Cuento las cosas haciendo literatura, poniendo las cosas en su sitio, tratando de reflexionar sobre las cosas porque no es una retahíla, es un balance del caso, ver que treinta o cuarenta años qué ha pasado: ¿dónde están los asesinos ahora? Y todo desde la experiencia directa", resume.

Devolver estos casos a la actualidad consigue otro fin. "El libro, de alguna manera, es una crónica de la España de esa época", razona. "Cuento casos, pero van creando un mural. Y las piezas se van encajando y ves un país y cómo estábamos y por qué estamos ahora donde estamos". Por eso reitera que estos "no son casos aislados en el pleistoceno, se han seguido manteniendo en la memoria de la gente".

Más ahora que con las televisiones se analizan todos ellos. Cuando se ponen sobre la mesa trabajos audiovisuales como Dolores: La Verdad Sobre El Caso WanninkhofArny. Historia de una infamia, o El caso Alcàsser cuenta que le interesan mientras "hagan bien el trabajo". Y ahí vuelve a los que él ha tratado como el Nani o los Urquijo.

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El interés que siempre despierta la crónica negra suma otro factor más en los que presenta ahora. "Son años importantes porque eran muy duros, de mucha violencia. Se ha hecho una pantomima de la transición ejemplar, de que no pasó nada. Y no se contaban todas las partes de la historia. El pasado si no lo resuelves, siempre volverá. Es una ley general. Y aquí se ha tapado mucho", razona al recordar casos como el asesinato de Yolanda González y el proceso judicial en el que considera que se perdió "la posibilidad de investigar las relaciones de Fuerza Nueva con bandas armadas y miembros de los cuerpos de seguridad del Estado". 

Por eso recalca que este, el que considera "un libro muy personal" es el lugar en el que a través de sus páginas hace "una reivindicación del periodismo". Con ella lo que se recuerda a sí mismo "es que quería ser periodista con 14 años y que tengo la satisfacción de que me he dedicado a lo que quería desde la adolescencia y he tenido una carrera apasionante". De ahí que, a pesar de toda la sangre que corre por las páginas de Una hojarasca de cadáveres, destaque que "aunque hablo de la muerte son cosas vivas". 

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