Elche

“Siempre digo que es porque el gato está en la ventana”. Esa es la explicación que da Natalia Sancha (Huelva, 1979) cuando le preguntamos cómo acabó convirtiéndose en lo que es ahora, una periodista de referencia en Oriente Próximo, donde ha cubierto numerosos conflictos.

[La libertad de prensa a través del objetivo de Natalia Sancha]

Su pasión por estas tierras se explica por su paso por Argelia, donde vivió de pequeña con su familia. Allí aprendió algo de árabe bien pronto, pero lo olvidó y, con 19 años, descubrió un cuaderno de caligrafía en árabe. "Mi madre me dijo que era mío y desde entonces quise estudiar esta lengua", asegura. Así supo lo que decía la frase que ella misma, cuando era pequeña, había escrito entre sus hojas. Ponía ‘el gato está en la ventana’. Veinte años después, "sigo aprendiendo árabe, el idioma más rico que existe". 

Desayunamos con Sancha en el centro de Elche antes de presentar en la Universidad Miguel Hernández 'Balas para todas' este pasado viernes, el libro que ha coordinado con otras cinco periodistas de Oriente Próximo. Para empezar, nos aclara que actualmente ha cambiado de aires, y de residencia, pasando del Líbano a Bruselas, donde trabaja a las órdenes de Josep Borrell en Asuntos Exteriores y Política de Seguridad de la Unión Europea

Pregunta. ¿Cómo ha sido coordinar el libro? 

Respuesta. Ha sido complejísimo. Es un proyecto que tenía en mente desde hace años, pero sabía que tenía que ser coral, que si lo contaba yo sola no daba ni los matices ni la diversidad necesaria para contar la narrativa femenina. Fue complejo porque una de las compañeras que iba a escribir fue encarcelada y otra entró en un estrés postraumático por la muerte por la muerte de un compañero. Y también porque fue durante la pandemia, había que coordinar horarios muy diferentes para las viodeconferencias pero al final fue muy enriquecedor. Al final nos ha servido un poco de terapia colectiva y poder poner en común, sobre todo el capítulo del estrés postraumático, ha sido muy necesario porque se dieron cuenta, y sin conocerse previamente, que dos de ellas habían perdido la menstruación debido a ese shock.

P. ¿Tú qué has pagado o sigues pagando por ir a la guerra?

R. En mi caso, y lo cuento en el libro, hubo un amigo muy cercano que fue atacado por el Estado Islámico en Líbano y desafortunadamente hay un vídeo de momento en el que aparece con una pierna amputada, desangrándose, pidiendo morfina y falleció al poco. Y yo poco a poco fui mostrando síntomas como mucha agresividad, violencia, juntarme con la tribu para beber… hasta que un compañero en un bar [el fotoperiodista asturiano premio Pulitzer Manu Brabo] me dijo que lo tenía y que me lo tenían que ver ya. 

P. El libro sirve para desmitificar el glamur que envuelve al periodista de guerra que han creado muchos hombres. 

R. El libro sirve para contar la perspectiva femenina en el mundo árabe, que es mucho más inclusiva, y con lo cual. si yo soy lector, prefiere una corresponsal que hable con el 100% de la población a un corresponsal que me cuente la mitad de la película. Por otro lado, nos hemos juntado más de 200 especialistas en comunicación y hemos creado la Asociación Contamos el Mundo (ACM) y hemos llegado a la misma conclusión: no estamos en los puestos de decisión. no estamos en los jurados, no vamos a las competiciones de fotografía o de periodismo… O sea, al final los jurados son en una gran mayoría hombres y los premiados, una mayoría hombres. Este libro pretende dar visibilidad a lo que es la figura de mujer de corresponsal de guerra, que está bastante a la sombra del hombre, porque históricamente pues ha habido más hombres que mujeres de corresponsalías, por muchas razones, entre ellas porque los jefes de redacción no querían enviar a mujeres por si morían en la guerra. Hemingway, junto con Kapuscinski, es el gran corresponsal de guerra y nos lo han vendido con glamur. Pero nadie te cuenta la segunda parte de su vida, que fue un alcohólico y se pegó un tiro. Ya me dirás tú qué glamur tiene acabar así. 

P. ¿Es compatible la vida de la periodista de guerra con tener familia?

R. Los compañeros varones pueden permitirse tener hijos y una santa mujer que se queda a cargo y nosotros tenemos dos gatos un cactus, porque eso es lo que podemos tener. 

P. Como residente muchos años en el Líbano, ¿qué salida le queda a un país que parece que va en picado?

R. No tiene ninguna salida ahora mismo, lo que le queda es tocar fondo y con un poco de suerte no entrar en guerra. Fíjate que es un país con dos fronteras, una a Siria y otra a Israel, con el que está en guerra. El 22 de septiembre murieron 102 personas, entre ellos un montón de niños, en un barco hundido y su situación es catastrófica. Casi el 60% de la población está bajo el umbral de la pobreza; hay dos horas de electricidad diarias; el sistema médico es en un 85% privado y la gente se está muriendo entre otros factores a causa del corralito que han hecho los bancos, que se ha ido deteriorando con la crisis con la mala gestión y con la corrupción. Y a esto hay que sumar que Líbano tiene un sistema poli teocrático, con seis confesiones diferentes que se están repartiendo el poder y que han acabado con todos los recursos de las arcas estatales. Es tal la situación que ahora tienes gente que se está inspirando en la serie española La casa de papel, la más popular, para atracar bancos; el último, el de una mujer muy conocida de 28 años que ha cogido una pistola de juguete de sus sobrinos, se ha metido en un banco y ha robado sus 13.000 euros para pagar el tratamiento de cáncer de su hermana. Ante un control de capital informal e ilegal, se ha creado una ola de atracos en cadena de gente que está yendo a los bancos con bidones de gasolina y pistolas de juguete para sacar su dinero y pagar el tratamiento de cáncer de sus familiares. 

P. Israel en otro extremo donde ya no se ocultan a la hora de matar a periodistas palestinos. 

R. Es una vergüenza total y lo que pone a manifiesto es que su ejército puede hacer eso porque se sabe impune por parte de la comunidad internacional, que solo muestra preocupación o condenas. De hecho, hay un problema a nivel internacional porque no se puede tener un doble rasero a la hora de juzgar a Israel y juzgar al resto de países de la región.

P. El libro que coordinas va de periodistas valientes y ahora en Irán hay otras mujeres valientes contra el uso del velo. 

R. Cuando he estado en Irán me he tenido que cubrir cuando he hecho entrevistas a milicianos mercenarios terroristas islamistas, porque no te queda otra. El velo es muy conflictivo y en el Islam hay muchas marcas exteriores para exteriorizar tu pertenencia al mundo musulmán. Para los hombres es la barba pero yo no he visto a nadie que imponga ir en Francia con una cuchilla de afeitar y decir si quieres trabajar en la Administración Pública te afeitas esa barba porque denota a qué confesión perteneces. Y las mujeres en Irán como en París en su día están protestando por esa imposición del velo. Hay quienes lo quieren llevar, hay quien no los quieren llevar y entre las que se manifiestan están las que quieren llevar el velo, pero quieren que sea su decisión propia no que tengas una policía religiosa que vaya por la calle con un bastoncito dándote toques si no lo llevas puesto. Yo creo que esto es síntoma del hartazgo. El problema que hay es que lo primero que ha hecho Irán es tirar abajo el internet, por lo que no sabemos cuánta gente en realidad se está sumando si son solo las élites las que están saliendo a la calle.