Alicante

"Este es el libro último y final". Así se arranca Fernando González Delgado sobre su novela Todos al infierno, una sátira política con la que repasa acontecimientos muy similares a los vividos en el panorama de este siglo en Valencia. Con trazo grueso, inspirado por la que también fue despedida de Luis García Berlanga, en sus páginas muestra un descarnado humor con sus personajes.

Su despedida de la narrativa está meditada. "Como voy teniendo ya muchos años, quizás acabe despojándome con la poesía, con la canción, pero no con la novela". Y lo dice de forma risueña a sus 75 años, una cifra que le hace sonreír. "Puedo quedar alegre y divertido en el tiempo que me queda de la noche al día ¿o del día a la noche? No sé que te diría".

Esa libertad de dejar un libro que cierre su legado es la que le ha transportado a Vallina, la ciudad de ficción con la que recrea Valencia. Y ahí despliega la ironía para admitir que "Vallina es Vallina, una región ¿identificada fácilmente con Valencia? Es un reino, se queman muñecos en las hogueras y la naranja es un fruto simbólico...". No hay más preguntas, su señoría.

Los nombres de los personajes que elige para poblar este esperpento no dejan mucho espacio para la fantasía. Patricia Corona es la directora del diario La Región, Marino Bayón es el "amanerado" presidente del Partido Blanco, Eduardo Zamorano es alcalde de Belinda por esa misma formación, como lo es también Bárbara Ratú. Y todo lo cuenta en estas memorias un cura, Serafín, con una amante.

Los personajes

Delgado ríe recordando las descripciones que aporta para crear a cada uno de sus protagonistas. Ya sea con "Zamorano que tiene un moreno playero y estaba donde estaba para hacerse rico y tenía problemas de desfachatez aunque contaba con el apoyo de Marino Bayón que le dice que estará 'siempre por delante y por detrás de ti'" o con "la exalcaldesa que es tan oronda como los muñecos de hogueras indultados y tiene una voz ronca y varonil".

Estos y muchos otros perfiles que van apareciendo en sus páginas, ¿a quién llegan? En el libro se muestra lúcidamente pesimista porque "allí, en Vallina, donde casi nadie lee" no es fácil que lleguen estas críticas. Esa visión le empareja con el Berlanga de Todos a la cárcel y París Tombuctú, lo que le lleva a recordar cuando fue director de Radio Nacional de España en los años 80 y lo invitaba a sus programas o cuando le visitaba en su casa en la playa.

Volviendo al libro, González Delgado reparte también sus críticas entre los que pueden identificarse con el que partido por el que fue diputado en Les Corts, el PSPV. "Demostraba lo poco que le costaba sentirse socialista a cualquier sinvergüenza", escribe de uno de sus personajes mientras que de otro critica que quiera fundar un partido llamado "Nuevo Socialismo, nombre muy arriesgado para socialdemócratas traidores". Aunque a él le gusta definirse como "un cristiano sin Iglesia y un socialista compartido".

La actualidad

Lo que sí ha sido González Delgado a lo largo de su carrera como periodista es responsable de programas estandarte, como lo fue en los años 90 con el Telediario. Y sobre este formato, en general, también es pesimista. "Los telediarios eran diversos, distintos, fluidos… No esta crónica de sucesos. Ahora todo es eso. Ves un telediario de una hora", y remarca esa duración, "en situaciones incendiarias".

Por ellos pasan también líderes como Donald Trump, Boris Johnson y Vladímir Putin. En una "Europa que tenemos —no te diré que es putrefacta, pero sí dislocada—", ¿es posible crear una sátira que no exagere lo que hacen estos políticos? Y ahí es breve en su conclusión: "Estamos en un tiempo temblón".

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