Alicante

María Zaragoza gana el premio Azorín con una novela que trata sobre la salvación de libros prohibidos durante la guerra civil, La biblioteca de fuego. Lo hace en una gala en el ADDA de Alicante en la que se destacaba el afán por una vuelta a la normalidad con menores restricciones que en 2021. La autora toma el relevo de Nativel Preciado, la ganadora en 2020.

"Es una obra en la que he puesto la cabeza y el corazón los últimos años", cuenta una muy emocionada Zaragoza. Esta destaca que "mi novela es un canto de amor a la gente que en tiempos muy complicados y difíciles cree que la cultura es lo primero y decide protegerla". Por eso la plantea como un homenaje a las bibliotecarias que salvaron el patrimonio artístico durante la guerra civil y que quedaron olvidadas.

La orquesta del ADDA Simfònica, bajo la dirección de Josep Vicent, se encargó de la primera parte de esta ceremonia. La formación al completo se encargó de la sinfonía número 1 del compositor nacido en Ucrania Serguéi Prokófiev en una gala bajo el lema Donde la curiosidad te lleve. La curiosidad como lema protagonizó la segunda parte de la gala en la que la actuación de un mimo acompañaba las palabras de Azorín.

"La palabra más hermosa no se gesta en el insomnio, se presenta de una manera diáfana. Y empieza y acaba donde estés tú, en la curiosidad por las ganas de saber, aprender y seguir vivo. Esa es la palabra de José Martínez Ruiz porque la suya siempre fue la precisa, la perfecta". Con estas reflexiones Carlos Mazón, presidente de la Diputación de Alicante, destaca la importancia del autor de Monóvar, "lleno de una curiosidad inagotable". "El premio nos ha permitido perpetuar el nombre de uno de nuestros escritores más ilustres", valora.

El jurado

La novela presentada bajo el título de Castigo de fuego, y con el seudónimo de Genoveva Villar, trata de una joven funcionaria de la Biblioteca Nacional que asume el encargo de salvar de la quema los libros condenados por el bando ganador de la guerra civil. Debe crear la Biblioteca Invisible y, para ello, entrará en contacto con una red de misteriosos personajes, llegando a jugarse la vida por las convulsas calles de Madrid.

Nacida en la capital y criada, como ha destacado ella, en Campo de Criptana. Zaragona tiene en su haber el Premio Ateneo Ciudad de Valladolid por su novela Los alemanes se vuelan la cabeza por amor (2011) y el Premio de Novela Ateneo Joven de Sevilla, por su novela Dicen que estás muerta (2010).

Carlos Mazón destaca que "la Diputación seguirá trabajando con la literatura y potenciando la escritura y la lectura. Ese es el verdadero objetivo del premio Azorín, que nos ayuda a la gran excusa de promocionar la lectura desde Alicante". La vicepresidenta y diputada de Cultura, Julia Parra, comparte esa satisfacción por el éxito de la gala literaria que ha contado con la asistencia de una amplia representación institucional y de la sociedad y la cultura alicantina.

"Este es uno de acontecimientos culturales más importantes y emocionantes del año en el que tanto el Grupo Planeta como la Diputación de Alicante llevamos 29 años compartiendo la misma ilusión por un premio que supone, ante todo, un reconocimiento sincero y merecido a autores y libros maravillosos", sostiene. En su enhorabuena a la premiada ha agradecido también su trabajo y el de todos los participantes por su contribución a crear "una literatura de calidad, un regalo que no tiene precio".

Juan Eslava Galán, como veterano miembro del jurado, se dirige a María Zaragoza porque "ha hecho algo maravilloso porque cuenta cosas que son verdad y ficción". Ligando a los autores de la generación de plata de la literatura española. "Una novela es como un cóctel y hay que saber mezclar los ingredientes", explica, "y en una histórica como esta el autor tiene que procurar que el pedestal de la estatua esté acompasado con el volumen de la estatua. Es una novela perfecta. Una de las mejores que han pasado por el Azorín".

El origen

A sus palabras Zaragoza responde con la alegría al ver que ha pasado el examen de un autor que aprecia. "Es una historia de amor por la gente que pone por delante la cultura ante las situaciones del mundo. Y hace unos días leía un reportaje de un señor que se preocupaba por un cuadro de Velázquez en Kiev. Y a veces da la sensación de que preocuparse por la cultura es un signo de frivolidad cuando todo el mundo se pelea. Y siempre he pensado que es una forma de preocuparse por el futuro porque lo que nos cura el alma es la literatura, la música, la pintura".

Esta novela empezó como una aventura, la que abre la joven Tina, que descubre un Madrid fascinante con grupos feministas, de politiqueo y cabarés. Allí conoce a Veva, con la que comparte todo esto y a las que lleva a relacionar con un grupo secreto que, a lo largo de la historia, se ha dedicado a salvar libros. Ya sean porque son considerados pornográficos o porque su visión política no correspondía. "Ningún escritor puede escapar a lo que es. Y yo soy feminista así que eso se traslada".

Y documentándose, Zaragoza, que ya conocía el salvamento artístico del Prado, descubrió el bibliográfico "porque tenemos un patrimonio muy importante". Ahí empezó a investigar más sobre la Biblioteca Nacional y como quería que Tina fuera bibliotecaria allí llevó a su protagonista. "Y descubrí cosas alucinantes, de personas que ponían por delante la cultura sobre lo que pasara con sus vidas", subraya.

Una de las cosas que descubrió es a Blanca, la hermana de la escritora Rosa Chacel que se dedicaba al archivo de obras. "Me interesa mucho, aparte de la gente que pone por delante la cultura, es que somos locos porque hay cosas que son importantes, pero no urgentes. Y la gente que se mantiene humana en ambientes inhumanos", cuenta, "y eso es necesario".

El proceso

Esta novela se encadena con otras "porque hay documentación que tenía y no había utilizado antes. Y para redactarla y hasta sentirme feliz tardé unos cuatro años porque he conocido gente maravillosa que me ha ofrecido su ayuda, como bibliotecarios o la hija de blanca Chacel que me mandó información sobre su madre. Y cuando por fin la cerré es lo que se me quedaba más clavado. El proceso precioso de gente tan vinculada con la historia que quería contar".

"Me gustaría poder decir que no es una novela sobre la guerra civil sino del amor al arte y a la literatura. Está ambientada entre 1930 y 1939, con lo que el conflicto es importante en ella porque el salvamento es una parte importante". Y con ella quiere reinvindicar a la gente que se borró posteriormente y que salvó ese patrimonio.

E igualmente importante para Zaragoza es Antonio Gala para el que trabajó en su fundación de Córdoba. "Hizo una fundación para salvar a los artistas del futuro, donde los artistas se alimentan unos de otros y eso me abrió los ojos absolutamente. Siempre he querido estar muy vinculada a la fundación y desde hace seis años ayudo en ella a los chavales de narrativa en sus proyectos".

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