Alicante

La cocinera de Castamar le dio a Fernando J. Múñez la suficiente popularidad para que Atresmedia y Netflix se fijaran en su novela y la convirtieran en una exitosa serie. Su siguiente trabajo, Los diez escalones, cabalga sobre ese recibimiento y lleva unas semanas con una intensa agenda. "¿Dónde estoy hoy?", bromea en un momento de la entrevista de promoción antes de que llegue a 80 Mundos en Alicante este sábado.

La intriga medieval de la que parte en su nuevo libro rinde homenaje al clásico de Umberto Eco tanto como a la adaptación que dirigiera Jean-Jacques Annaud. Y como en ambas esa es la estructura que le permite tratar los temas que le interesan, como el maltrato o la religión.

"En Los diez escalones me interesa los malos tratos porque siguen muriendo parejas", explica el autor madrileño. Y quería hacerlo sin edulcorarlo, subraya. Un objetivo que como le han dicho ya algunos lectores ha conseguido, que le han apuntado algunas "escenas muy violentas".

"No quería pasar de puntillas", señala sobre su protagonista. "Quería enmarcar muy claramente lo que significa para Isabel, como ser humano que es, estar sometida y que pese a las palizas y vejaciones que sufre, su coraje está destruido, no sepultado". De ahí la lleva "a que recuerde quién era y la fuerza de voluntad que tenía". Esos serán los factores "que le van a permitir salir de ese ciclo de violencia".

El precio de escribirlo

Al plantearlo de esa manera decidió que era necesario reflejar la otra parte. "No dejo a don Sancho fuera, me interesaba ver al maltratador, no quería justificar sus actos, en todo caso explicarlos para dar a entender que este tipo de personas, a día de hoy, siguen existiendo". Y con eso denunciar una "lacra social contra la que tenemos que luchar. En el caso de los hombres, por lo menos, hay que apoyar la lucha".

Escribir esas páginas no le ha sido fácil. "Para mí no fue agradable escribir este tipo de escenas", afirma, "ni estar en el pensamiento de don Sancho pensando que la paliza le iba a dar a su mujer". Cuando eso sucedía, "tenía que salir al jardín para airearme diciendo yo no soy ese tipo, me he metido en su piel para escribirlo".

La violencia a debate

Al abordar este tema con crudeza se enfrentaba también a otro dilema, el debate social sobre la utilización del sufrimiento de la mujer en la ficción. "Si alguien lo ve como un espectáculo se equivoca", afirma con rotundidad, "va en un sentido reivindicativo: poner sobre el tapete lo que pasa cuando un hombre ejerce malos tratos sobre una mujer".

De ahí que insista que "no pretendo convertirlo en espectáculo, pretendo decir lo que ocurre. No está planteado desde lo morboso. Las escenas que se dan en el libro se viven como si uno sufriera".

Construir toda esta parte le interesaba para "marcar esa diferencia". ¿Cuál? "Los malos tratos no surgen porque sí, surgen porque hay una idea detrás de un machismo que lo sustenta", argumenta. Y esta "es una educación determinada que ha pervivido durante mucho tiempo". Y se refiere a la que "ve a la mujer como un objeto, como una posesión de uno".

En esta línea denuncia que "hay un orgullo masculino malentendido que hace que entendamos que las personas son una posesión. Y no lo son". Por esa razon, apuesta por "coger a don Sancho y ponerle en ese triángulo entre Alvar, Isabel y él; porque quiero que la gente entienda de dónde viene un maltratador".

La crueldad

Y es aterrador cuando le presta su voz y recuerda las impactantes frases con que don Sancho amenaza a Isabel. "¿Quieres huir, Isabel? Huye, vete donde tú quieras. No te preocupes porque vas sin marido y eso llamará la atención. Vas a ir con tu hermano, que es un musulmán negro, y eso llamará más la atención. Vayas donde vayas, yo soy tu marido. Hagas lo que hagas, nadie va a estar a tu lado. Puedo matarte mañana y nadie va a levantar un dedo".

Cambia su voz y subraya el objetivo que se plantea con escenas como la descrita. "Venimos de este mundo. El profesor Emilio Lledó ha dicho que somos historia, y es verdad. Cuando miramos atrás, cargamos con las decisiones y consecuencias de las historias que tomaron otros. Y para solucionar problemas hay que comprender de dónde vienen".

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