Alicante

Isabel Vázquez no se esperaba hace cuatro años que un espectáculo dedicado a hacer pensar sobre los patrones tóxicos de la masculinidad actual tuviera tanto impacto. Con La maldición de los hombres Malboro sus seis bailarines "no tenía conciencia de haber hecho algo social", explica antes de llegar al Teatre Arniches donde clausura el festival de temática LGTB Mova.

En estos años de gira, la coreógrafa cuenta que ha aprendido "que el público está muy hambriento de que se le invite a reflexionar sobre un tema que puede interesar a todo el mundo". Ella lo ha ido viviendo durante las diversas funciones que han ofrecido, cuando al terminar se le acercaban los espectadores.

Y una de las cosas que reconoce que le molestaba es que le repitieran que esto solo lo podía haber dirigido una mujer. "Porque lo que reivindico es que la responsabilidad de la educación de los hombres la tenemos toda la sociedad", explica.

Por eso se queda con los profesores que le decían que este era un montaje que debía girar por los institutos. O con la sensación de haber conseguido "que más allá de lo que te puede aportar como la belleza o la emoción te lleve a reflexionar".

Los prejuicios siguen

Esa voluntad didáctica sigue siendo muy necesaria, como señala. Isabel Vázquez sigue siendo profesora de danza y aún se encuentra con prejuicios asociados a los niños que deciden bailar. "La gente no se cree que sigue pasando", asegura.

Y para ejemplificarlo cuenta una anécdota personal. Cuando su hijo era pequeño e iba a clases de ballet se le acercó una madre en la puerta del colegio y le preguntó: "¿No te da miedo?". Vázquez aún recuerda la sorpresa que sintió al escuchar la pregunta. "¿De qué?", le respondió. "De que se vuelva maricón", le contestó la madre con naturalidad.

Frente a esas ideas, Vázquez recuerda que "la danza no afemina a nadie". "¿Es que piensas que la danza vuelva a tu hijo gay?", añade. "Me he encontrado a bailarines que no han hecho caso y ahora son grandes pero han tenido toda la oposición de la familia porque consideraban que era de maricas", lamenta.

Y eso se mantiene porque en España, como señala, la gran mayoría del alumnado es femenino. De ahí que considere que "son muy valientes los niños en los pueblos que deciden bailar aunque estén rodeados de niñas y tienen que sufrir que les vean como el bicho raro de la clase".

En el extranjero

Esa situación es una de las que trata en La maldición de los hombres Malboro. "Aquí se habla y uso mucha música del Este porque en esos países se baila mucho y son sociedades que pueden ser más machistas pero el tema de la danza no está relacionado con la masculinidad o femineidad", explica. Una situación que también ve en países del norte como Alemania o Suecia donde "las clases de danza están llenas de niños".

Gracias a este trabajo puede recorrer el extranjero y descubrir las diferentes formas de interpretarlo y el contexto en que se mostrara. Ya sea el próximo julio, cuando pase por el teatro de La Latina en Madrid durante las fiestas del Orgullo, o en marzo del 2022, cuando vaya a Dubái. "Me hace mucha ilusión", cuenta sobre esta última, "y me apetece porque que se atrevan a llevarlo es muy arriesgado".

Incluida en la Mostra Visible, puntualiza que este montaje "no se trabaja sobre la condición sexual, sino que cuando naces varón se te imponen una serie de normas de cómo deberías ser". Y estas, lamenta, son "un lastre que le ponemos a los niños y que les va a condicionar la forma de relacionarse con toda la vida y eso tiene que ver con ser varón en España".