María tiene 72 años y pide dinero en el Mercado Central de Alicante. Lo hace en silencio, con una mirada que lo dice todo. Asegura que la gente es buena y la ayuda, pero la realidad es que necesita esas monedas para poder comer. "Cuando salgo a la calle, nadie me ve", dice con resignación.
La subida de precios en productos básicos como la alimentación está afectando a toda la población, pero no de forma equitativa.
Los colectivos más vulnerables, como las personas mayores, sufren con especial crudeza los efectos de la inflación. Muchos se ven obligados a ajustar sus presupuestos, reducir su dieta o, como en el caso de María, pedir ayuda en la calle.
Un caso de vulnerabilidad
El caso de María es un testimonio conmovedor de la pobreza invisible. La encontramos sentada en el interior del mercado, cerca de las escaleras mecánicas. Lleva un carrito de la compra que no contiene víveres, sino botellas de plástico vacías. En sus manos, un plato con unas pocas monedas.
María no ha querido darnos más información personal sobre ella ni su apellido. Tampoco ha querido que le hagamos una fotografía.
"Estoy pidiendo dinero aquí", nos confirma. No alza la voz, pero tampoco baja la mirada. A pesar de su situación, mantiene intacta su dignidad y gratitud: "La gente es buena y me ayuda mucho".
Su historia representa un caso extremo, pero la pobreza es un tema que afecta cada vez a más mayores.
Más mayores pobres
Aunque el riesgo de pobreza ha bajado en el conjunto de la población, en el caso de los mayores de 65 años la tendencia es la contraria.
En 2022, el 21,3 % de ellos estaba en riesgo de pobreza o exclusión social, según el indicador AROPE. Eso supone un aumento de 0,8 puntos porcentuales respecto al año anterior.
Además, la tasa de pobreza específica en este grupo subió hasta el 18,7 %, rompiendo con la mejora sostenida de la última década.
Detrás de este repunte hay causas estructurales: mientras que el umbral de pobreza se eleva por el aumento de la renta media, las pensiones, principal fuente de ingresos de los mayores, apenas suben.
Carencias severas
El empobrecimiento de los mayores se hace más evidente si se analizan los indicadores de carencia material y social severa. Según el informe El Estado de la Pobreza (EAPN-ES), un 10,3 % no puede permitirse cubrir siete de los trece ítems básicos que se utilizan para medir el bienestar mínimo.
Las cifras son contundentes: un 17,1 % no puede mantener su casa a una temperatura adecuada, un 35,5 % no puede afrontar gastos imprevistos, y un 5,4 % no tiene acceso a una comida de carne, pollo o pescado al menos cada dos días.
Detrás de cada porcentaje hay historias como la de María, que con 72 años se ve obligada a pedir ayuda en la calle para poder comer.