Nulla aesthetica sine ethica, esa es la frase que el profesor José María Valverde escribió en la pizarra antes de empezar su lección en la Universitat de Barcelona como respuesta a la expulsión de la Universidad de Madrid de tres de sus pares -José Luis López Araguren, Agustín García Calvo y Tierno Galván- por sumarse ellos a una protesta de estudiantes contra el franquismo.

El profesor Valverde decidió abandonar también su puesto en la Universidad. Pero no olvidemos que abandonaron con su cargo también el sueldo con que alimentaba a sus familias y hasta su propio país. Aunque de fondo todos supieran que detrás de la expulsión estaba el intento de Movimiento de Reforma de la Universidad de 1962 que, entre otros, ellos lideraban.

El pasado martes, el portavoz municipal y concejal de Cultura Antonio Manresa, aseguraba que la extirpación de melias de la avenida de la Constitución “se debe a razones estéticas”. Habríamos de preguntarle por qué piensa Manresa que un arbolado de melias no es estético, o ya no lo es; quiénes han considerado y cuándo se ha considerado tal cosa, en qué ámbitos del municipalismo o en qué entornos por él frecuentados con el alcalde.

Me cuesta creer que alguien pueda considerar un arbolado carente de estética. “Ética” etimológicamente significa “costumbre”, pero como término filosófico estudia lo que es correcto e incorrecto, lo bueno o lo malo, la virtud y el deber.

Pero Manresa solo es el portavoz de un Gobierno, no es el hacha ejecutora, y desde luego no es la mente pensante. A Ciudadanos siempre supo Barcala tirarle de la cuerda de la espalda para que dijera la frase grabada. Barcala ha sido siempre Wagner mientras que Ciudadanos intentaba ser Satie. Barcala ha sido el fauno, mientras que Ciudadanos era la oveja Dolly. Recordemos que ésta murió al poco tiempo no por un fracaso de la clonación, sino porque habían clonado a una oveja vieja.

Ambos ediles presentaron también esta semana una nueva imagen gráfica de la Concejalía de Cultura que no tiene desperdicio. Digo esto sin segundas porque el logotipo, en un sentido tipográfico, por no tener, no tiene serifa, es decir, no tiene gracia, es paloseco. No será por estética por lo que se han extirpado las melias ni sustituido la imagen gráfica, será por otra causa. Y sobre gustos no se discute, no hay opinión que valga más que otra: hablar de estética es como no decir nada si no hay ética detrás.

Aseguró Manresa que esto de una nueva imagen es algo que llevaba pensado desde inicio de mandato. Está claro que no ha hecho honor al dicho alicantino de pensat i fet: presenta la imagen a cuatro meses de acabarlo. Con ello demuestra el edil que con mucho fuste (palabra que proviene de lo arbóreo), pues no cuenta.

Puede que algunos de los que lleguen a estas líneas consideren que la melias no son para tanto. Pero esos mismos convendrán seguramente en que el asunto de las melias se enraiza en un sustrato mucho más importante, que es la brecha abierta en ocasiones entre las decisiones de los elegidos para administrarnos y la opinión de los administrados.

Las melias quizá sean un síntoma de la verdadera enfermedad de fondo: las cláusulas del contrato social. La brecha peligrosa entre el consejo, la asamblea y la polis. Las elecciones municipales de 2019 bajaron en participación seis puntos con respecto a 2015, tres puntos por debajo de la participación media española.

En números, casi siete mil personas, es decir, lo que cuesta conseguir un concejal. Lo importante es que los firmantes contra la extirpación de las melias son ya 8.000, más del doble de los que firmaron online para salvar el Ideal: 3680. Otro dato: los firmantes para que el Benacantil no albergara el palacio de congresos fueron 15.000, pero tuvieron años para poder estampar su firma.

Dijo Aranguren que “Como engagement de convivencia, fundado en una moral social, ninguna otra cosa de tejas abajo me importa más que la política, porque ninguna cosa me importa más que España: España en el mundo, claro está, no en el «estado de excepción» que la saca de él”. Barcala quiere que asumamos que su estado de excepción y de tutela permanente es lo mejor que nos puede pasar.