Pierre Nora, historiador francés, es reconocido como 'el padre' del concepto de memoria histórica. Una teoría que se basa en la memoria, que nada tiene que ver con los hechos científicamente probados. Es afectiva, psicológica, emotiva y, en un principio, es individual. Eso la diferencia de la historia, que se apoya en documentos recopilados que permiten reconstruir un hecho, pero que aun siendo a posteriori, nadie puede negar que no ocurrió. Y es en este punto donde algunos nos preguntamos, ¿se debe convertir la historia en Memoria Histórica? Desde mi punto de vista ahí está el debate, por qué le dan una vuelta de tuerca más con el nuevo proyecto de Ley de Memoria Democrática.



Este debate se debe a que nuestra Ley de Memoria Histórica mezcla ambos conceptos, historia y sentimiento, en el propio preámbulo de dicha norma. Pongamos ejemplos que nos harán tener una visión más clara de aquello que intento explicar. El propio ministro Bolaños, a una pregunta relativa a este tema de un grupo político de la oposición, respondía en el Congreso con parte del preámbulo de la Ley 52/2007 de 26 de diciembre. Y se preguntaba de manera retórica quién no iba a estar de acuerdo con dar descanso a los fallecidos de nuestra Guerra Civil que están en las cunetas.



Nadie está en contra de esta acción. Nadie en estos momentos está en contra de encontrarlos para que sus familias les den sepultura y estos tengan un sitio donde visitarlos, porque no somos nórdicos ni protestantes. Los llevamos en nuestro corazón, en nuestra cabeza, pero también queremos verlos.

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Quien les escribe como Concejal de Cultura y teniendo las competencias de Memoria Histórica hemos llevado a cabo actuaciones en este sentido, como es, la recuperación de los refugios antiaéreos, la consolidación de monumentos relativos a nuestra memoria y acuerdos plenarios. También hemos puesto los medios para que se busquen y exhumen, si lo hay, los restos sin identificar de esas víctimas de la guerra, y se ha hecho con la discreción que merecen las víctimas y sus familiares porque entendemos que quieren tenerlos con ellos, no hacer un mitin político. Cada uno es libre de hacer aquello que desee, pero como institución pública de todos, debemos mantenernos neutrales.



Este hecho de buscar los fallecidos, es una forma de reconciliación. Pero esta reconciliación debe ser de uno y otro bando de los que participaron en esa Guerra Civil de la que todavía vemos que todavía hay quien se pasa la vida intentando revivir aquel momento porque, permítanme, Chaves Nogales así nos lo describió con toda su crudeza, en su libro A Sangre y Fuego. Héroes, bestias y mártires de España.



Los ideales se convirtieron en venganzas de unos contra otros, porque la guerra siempre saca lo peor del ser humano. Por muy noble que sea la causa, los estragos están ahí. Lo vemos en cada veterano de estos hechos así como en la población afectada. Esto también es Memoria Histórica. La memoria afectiva de uno mismo es tan válida como la de cualquier otro ciudadano, esa memoria tan personal no puede, ni debe cegarnos en nuestra tarea: recuerdo y reconciliación.



Si atomizamos la memoria, como nos dice Pierre Nora, de forma que cada individuo, cada grupo social o etnia tenga su propia memoria de un hecho concreto; si no priorizamos el conjunto de individuos en abstracto sobre la etnia o el grupo, veremos como un grupo determinado nos intenta imponer su propia visión que nada tiene que ver sobre los hechos objetivos históricos de los cuales nos nutrimos y nos hace un conjunto más fuerte.



Si queremos una Memoria Histórica verdadera, desliguemos la Guerra Civil del régimen franquista. Hubo una transición donde se tomaron decisiones importantes que nos permitieron llegar hasta el día de hoy, como en la Ley de Amnistía de 1977 presentada por los grupos centrista, socialista, comunista, minorías vasca y catalana, mixto y socialistas de Cataluña. Por aquel entonces se primaba más la reconciliación. Marcelino Camacho, diputado comunista, dijo: "¿Cómo podríamos reconciliarnos los que nos habíamos estado matando los unos a los otros si no borráramos ese pasado de una vez para siempre?".



¿Eso significa amnesia? No. Significa no volver a encontrar discursos hoy en día que estamos padeciendo, queriendo (o sin querer) reabrir una herida que ya había cicatrizado. Hoy tenemos grupos políticos, en el Gobierno y en la oposición que mantienen ese discurso frentista, que lo incentiva, que lo publicitan porque el miedo les da rédito. Hagamos que no sea así. Tengamos una visión más amplia, miremos a nuestro pasado cercano, nuestra transición y cómo ideologías distintas se sentaron y miraron juntos al futuro porque había un porvenir entonces de paz. Hoy, consolidada esa paz, debe ser progreso para todos.



Memoria, sí, Memoria Histórica, no.