Alicante

Desde hace casi un año, Sultana Khaya vive en arresto domiciliario en su casa en Bojador, en el Sáhara Occidental ocupado por Marruecos. Esta activista saharaui ha pasado de ser vecina de Alicante ciudad, donde está empadronada, a símbolo de la resistencia frente a la represión que ejerce el reino alauí.

Una represión que, según confirman ONG y asociaciones defensoras de los Derechos Humanos, ha ido a más desde que, el pasado 13 de noviembre de 2020, Marruecos y el Frente Polisario rompieran el alto el fuego de casi tres décadas. Rabat pasó a la ofensiva no solo en el frente de batalla, también en el territorio en disputa, el Sáhara Occidental, donde activistas, periodistas o sospechosos de serlo han notado un incremento de la represión policial. 

También Khaya, una de las voces más molestas para Marruecos. Su lucha va a caballo entre Alicante y el Sáhara. Hace unos cinco años, explica Ángela Carrillo, su amiga y presidente de la Coordinadora de Asociaciones Solidarias con el Pueblo Saharaui de Alicante, la activista decidió que "tenía que volver para defender a su pueblo y a su gente". 

Perdió el ojo

Sus años anteriores no habían sido precisamente tranquilos. En 2007 perdió el ojo derecho por un porrazo de un agente marroquí en las calles de Agadir, donde había salido con otros compatriotas a protestar contra la represión en un día, 10 de mayo, que celebraban la constitución del Frente Polisario, un aniversario especialmente incómodo para el régimen. 

Este suceso, al que le siguieron, según ella, "torturas y violaciones" en comisaría, no hizo desfallecer su activismo; más bien todo lo contrario. En 2010 hubo un recrudecimiento de la represión marroquí que llevó a esta alicantina de adopción a fundar y presidir la Liga Saharaui para la Defensa los DDHH y en Contra del Expolio de los Recursos Naturales. 

En arresto

Esa exposición ha llevado a Sultana Khaya a sufrir un particular calvario, sobre todo en su ciudad saharaui de Bojador. Su arresto domiciliario, "sin ninguna base legal", denunció el movimiento saharaui, llegó pocos días después de que se confirmara por ambas partes, el Frente Polisario y Marruecos, que la guerra era -y es- una realidad.  

Esta retención conlleva que ni puede salir (y por lo tanto, no puede volver a Alicante) ella ni su madre y hermana, con las que conviven en la casa, ni pueden entrar sus otros familiares, amigos o activistas. Están retenidos por "15 agentes" que aguardan en su puerta "día y noche". 

"La primera a la que agredieron fue a su madre" de 85 años, explica Carrillo, "los agentes la empujaron contra la pared y la tuvieron que ingresar en el hospital llena de moratones". Luego le ha seguido la propia Sultana, "le han violado varias veces, también con palos, le han dado palizas y en septiembre los agentes que entraron le contagiaron de Covid", asegura la coordinadora de Alicante. 

Pero Sultana es consciente de que su resistencia está llamando la atención de la comunidad internacional. De hecho, la relatora especial de la ONU que examina la situación de los defensores de los Derechos Humanos, Mary Lawlor, mencionaba expresamente a Sultana como víctima de la opresión "desproporcionada" de Marruecos a los activistas y periodistas en el Sáhara Occidental. Human Rights Watch también ha denunciado su situación, mientras que el gobierno español, de facto potencia administradora del Sáhara, opta por guardar silencio. 

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